'MasterChef' es un maravilloso formato que triunfa en cada una de sus adaptaciones por el mundo. Remite a una cosa muy básica que a los seres humanos nos encanta: una persona normal y corriente ve cómo su vida cambia de golpe cuando se convierte en una estrella de la cocina. Ése que podríamos ser cualquiera de nosotros compite con otros cualquiera de nosotros haciendo algo que nos gusta a todos nosotros: la comida.
A nuestra tele pública no le viene nada mal tener un éxito. Sobre todo en cuanto a formatos de entretenimiento se refiere y en prime time. No le pasa muy a menudo, que digamos. Menos con el que se ha convertido en su reality de referencia, con la blancura necesaria para que todos los públicos sean bienvenidos a la mesa. TVE apostó por 'MasterChef' y acertó.
Un paso más
El éxito le ha llevado a otra situación más que interesante para una cadena que ya tiene una buena mano y espera subir las apuestas. La versión infantil del espacio ha tenido también un estupendo recorrido en parrilla. Así, no nos extraña que ahora lo intente con 'MasterChef Celebrity' que es lo mismo pero con famosos.
El programa debutó el pasado domingo pero se ha pasado al martes. Hoy mismo podremos ver la segunda entrega del espacio. Fue una primera toma de contacto que le sirvió para conectar con la audiencia que había visto 'OT. El reencuentro' en sus pasadas entregas. Y no resultó mala idea. Debutó con los mejores datos de su historia en España, con un 21% de la cuota y más de tres millones de espectadores.
El equilibrio
Hacer una edición de un programa corriente con personajes populares tiene sus dificultades. El primero, claro está, es el casting. Necesitamos gente entregada pero que también sea divertida. Sin pasarse, que se tomen en serio lo que hacen y aporten el justo y necesario desenfado. Como un guiso, realmente, en el que ya puedes haber invertido horas de esfuerzo. Si al final se te va el toque con la sal, adiós muy buenas.
Nos han prometido que estos vips van a ser tratados como los concursantes anónimos. Es decir, con exigencia y con duras críticas que no siempre son fáciles de digerir. La verdad es que las caras de circunstancias de más de uno mientras le cantaban la caña los jueces tuvieron su punto.
Eso sí. No es tan fiero el lobo como lo pintan, al menos en todos los casos. Creo que todos pudimos detectar situaciones que a un anónimo no le hubiesen sido permitidas. No sé si a un concursante de la edición normal le hubiesen dejado cortar un molde, por ejemplo.
Ponga un famoso en su vida
Nos gustan los famosos. Nos gusta verlos en situaciones comprometidas como tener que cocinar chorricientas raciones de un guiso mientras le meten presión. Es una sensación que nos acerca a cierto realismo y se aleja de otros talents en los que los famosos, a pesar de darlo todo, no "sufren" de esa forma.
Y luego está lo que aportan las caras conocidas. Todos tenemos una idea preconcebida. Es decir, que unos nos caen bien y otros no. Verles batirse el cobre y mostrar inseguridades, alegrías cuando el plato les sale bien, enfados cuando los compañeros les ponen la zancadilla construye todo el armazón. En fin, todo lo que genera la extraña pero intensa relación que los ciudadanos de a pie tenemos con los vips.
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