Nos informaba Teresa hace más de un año de que John Malkovich estaba interpretando al pintor romántico Gustav Klimt. El director encargado de llevar a la gran pantalla la vida del artista de principios de siglo pasado, en el film ‘Klimt’, es Raúl o Raoul Ruiz, cineasta chileno que reside en Francia y que recientemente ha comenzado la preproducción de 'Love and Virtue', en la que repiten Malkovich y Burrows y de la que también os informamos recientemente.
El trailer de ‘Klimt’, que se estrenará el 26 de enero, se puede ver aquí y ésta es la página oficial.
La película nos transporta a principios de s. XX, en concreto al año 1918 cuando el pintor Gustav Klimt (John Malkovich) yace en su lecho de muerte. A partir de ahí, le acompañaremos a través de sus visiones febriles hasta el pabellón austriaco de la Exposición Internacional, celebrada el año 1900 en París. Allí recibirá la medalla de oro por su obra y presenciaremos su eterna, pero platónica relación con Emilie Flöge (Verónica Ferres), así como sus encuentros con el mago del cine Méliès, con el Secretario de Estado, una opresiva figura paterna que persigue al artista como una inquietante sombra durante toda la película, y con la misteriosa bailarina francesa Lea de Castro (Saffron Burrows), con la que el pintor mantiene una apasionada relación.
"A partir de este primer encuentro, diversos episodios se suceden en torno al tema central de la relación con Lea, que en realidad podrían ser dos o tres mujeres distintas. Se trata de una aventura sentimental caracterizada por citas frustradas y un deseo ardiente", manifiesta el propio Raoul Ruiz.
La obra de Gustav Klimt revela una expresividad, pasión y sensualidad fascinantes, y, como su propia vida, están consagrados a las mujeres. El pintor tuvo romances con casi todas sus modelos y musas, relaciones de las cuales nacieron 30 hijos aproximadamente. En sus cuadros y dibujos, Klimt creó una imagen de la feminidad completamente nueva, un canon de belleza incomprensible para la época basado en el erotismo, la sensualidad, la palidez y una delgadez extrema que ha llegado con total vigencia a nuestros días. Sin duda, Gustav Klimt era un artista adelantado a su tiempo, lo que le reportó un importante reconocimiento en París, pero el rechazo y la censura en su ciudad natal, Viena. El director Raoul Ruiz no se reprime al reflejar el enfrentamiento de Klimt con las autoridades austríacas y la alta sociedad vienesa, que desembocó en un dramático incidente: el robo por parte del artista de sus propios cuadros que le había incautado el Estado y que finalmente se verá obligado a comprar para evitar el encarcelamiento.
Raúl Ruiz se sirve de hechos, citas y conversaciones del entorno cercano a Klimt para dotar de autenticidad a la acción. La amistad íntima que unió a Klimt con el pintor Egon Schiele compone la voz narrativa de la película. Además, en la película se hace constante alusión a figuras artísticas de la talla de Wedekind, Altenberg o Bahr, personalidades que junto a Klimt labraron el tejido cultural de la Viena del cambio de siglo. Tanto la obra de Gustav Klimt, como la propia película de Ruiz, son una magistral lección de historia, una extraordinaria evocación visual y musical de la agitación que vivió Viena con la llegada del siglo XX, el declive del Imperio de los Habsburgo y la Belle Époque como sugerente telón de fondo, con su repertorio de mentes brillantes, intrigas y tensión sexual. Según el propio Ruiz, "esta película es, en muchos sentidos, un vals. Da vueltas y más vueltas, se acelera, marea y llena de júbilo. Al fin y al cabo, incluso el vals vienés era chocante en aquel entonces".
Gustav Klimt nació en Baumgarten, cerca de Viena, el año 1862 y falleció a la edad de 56 años. Klimt no tardó en desarrollar su interés artístico, gracias a la pronta influencia de su padre, grabador de oro y plata. En 1897, Klimt fundó la Secesión de Viena, grupo de pintores que se rebelaron contra el arte académico en favor de un estilo decorativo similar al Art Nouveau. Poco después pintó tres murales alegóricos para el techo del auditorio de la Universidad de Viena, que fueron objeto de airadas críticas: el simbolismo erótico y el pesimismo de estas tres obras originaron tal escándalo que los murales fueron rechazados. Sus posteriores obras, el Friso de Beethoven y los murales del Palacio Stoclet se caracterizan por un trazo preciso y lineal, y por el uso decorativo de figuras planas de diversos colores y de láminas doradas. Algunas de las obras más celebradas de Klimt son El beso y los retratos que hizo de damas de la alta sociedad vienesa, como el de Fritza Riedler y el de Adele Bloch-Bauer, que ejercieron una gran influencia en el movimiento Art Nouveau. Precisamente este último retrato batió todos los récords al alcanzar durante mucho tiempo la suma más alta jamás pagada por una pintura (más de 107 millones de euros según informó The New York Times).
Pero, tal y como aclara el director, "esta película no es una biografía lineal de la vida y la época de Gustav Klimt. Es más bien una fantasía o, si lo prefieren, una fantasmagoría, como si fuera uno más de sus cuadros, donde se funden figuras materiales e imaginarias que revolotean en torno a un punto central: el pintor Klimt. Mi intención es servirme de las características estilísticas únicas de la obra de Klimt, la preponderancia de la belleza, el exceso de color, la distorsión espacial y los ángulos complejos, para dotar de vida e iluminar una de las épocas más ricas, contradictorias y extravagantes de la historia moderna".
El cineasta chileno Raúl Ruiz goza de reconocimiento internacional desde principios de la década de 1980, ya que se le ha considerado uno de los directores más innovadores de los últimos años, habiendo aportado mayores dosis experimentación artística que cualquier otro cineasta desde Jean-Luc Godard. Este prolífico creador (con un currículo de más de 50 películas realizadas en veinte años) inició su carrera escribiendo obras de teatro de vanguardia, y a continuación hizo sus pinitos en la dirección cinematográfica en 1968, con el estreno de su película ‘Tres tristes tigres’ (1968). Ruiz, junto con Miguel Littin y Aldo Francia, se situó así en la cresta de la ola del cine chileno. Siendo un activista de izquierdas que apoyó el gobierno de Salvador Allende, Ruiz se vio obligado a huir de su país tras el golpe fascista de 1973. Exiliado en París desde entonces, en Europa le llegaría su primer gran éxito con ‘La hipótesis del cuadro robado’ (1978), una intrincada adaptación de la novela de Pierre Klossowski.
Ricardo Aronovich, uno de los directores de fotografía de mayor reconocimiento internacional, es el que ha retratado las imágenes de este film. Aronovich inició su carrera hace casi 40 años, junto al brasileño Ruy Guerra y, desde entonces, ha colaborado con directores de la talla de Alain Resnais, Ettore Scola, Constantin Costa Gavras, Patrice Leconte o Andrzej Zulawski, entre otros.
Vía: EUROCINE