Telecinco dio ayer el pistoletazo de salida a su nueva sitcom, protagonizada por Toni Cantó, Esther Arroyo y otras tantas caras conocidas del mundo de la televisión. En un principio, ‘Vida loca’ se anunció como una ficción que serviría para ser la telonera de ‘Aída’ los domingos por la noche. La estrategia era buena. Emitir ‘Vida loca‘ antes que ‘Aída’ serviría para que la buena audiencia que consigue cada semana la serie de Paco León y compañía se mantuviera con la nueva sitcom.
Todos los que esperaran un nuevo capítulo de ‘Aída’ no tendrían problemas en aguantar la duración de uno de los episodios de ‘Vida loca’, que además cuentan con la ventaja de durar 25 minutos, algo poco habitual dentro de la ficción nacional. Pero a principios de semana conocíamos que ‘Vida loca’ no se emitiría antes que ‘Aída’ sino a continuación. No entendíamos muy bien el cambio. Era más lógica la primera opción, ya que a quienes no les gustara la nueva serie seguirían teniendo una motivación para no cambiar de canal.
Pero después de ver el episodio piloto hemos sabido el por qué de este cambio. ‘Vida loca’ aburre. Y mucho. Tanto que crea la necesidad de hacer zapping con facilidad y hace olvidar cualquier espacio que se emita tras su final, por muy bueno que sea. Es normal que se lo hayan pensado mejor, sobre todo teniendo en cuenta la competencia de los domingos por la noche (sobre todo con la buena acogida que está teniendo la segunda temporada de ‘Los Protegidos’). Así, han mantenido ‘Aída’ en su horario habitual y han decidido dejar que ‘Vida loca’ se gane a la audiencia por sí sola.
Pero esa es una misión realmente difícil. Valorando el piloto diría que ‘Vida loca’ tiene un futuro muy incierto. La sitcom carece de gracia (pese a todas las risas enlatadas que se introducen casi tras el final de cada frase), está llena de chistes malos y de actuaciones exageradas. Ni siquiera ha conseguido dibujar una sonrisa en mi cara, pese a que después de ‘Aída’ estaba muy dispuesto a seguir riendo. Tampoco he visto ni rastro del espíritu de ‘Siete vidas’ con el que nos vendieron la serie. Pero sin duda lo peor son todos los tópicos en los que están basados sus personajes.
Vuelve a la televisión nacional el típico gay, con pañuelo al cuello incluido, que necesita ser fan de Alaska y lo más amanerado posible para demostrar su homosexualidad. También se nos regala un nuevo personaje de pocas luces, que bien podría ser primo lejano (pero muy lejano) del Luisma y que nos deja con la incógnita de saber lo que tiene dentro de la boca para hablar de esa manera. Y, cómo no, vuelve a las series españolas la asistenta andaluza, pese a que la trama está centrada en el País Vasco y los guionistas podrían haber recurrido a cualquir otra autonomía para ese papel. Es el último de estos tópicos el que más me ha molestado, pero comentarlo aquí sería entrar en un tema que se aleja de las primeras impresiones de ‘Vida loca’.
El primer capítulo ha obviado la presentación de los personajes y la explicación del estado de esa peculiar familia, datos que sí se dieron en la presentación de la serie y que deberían haberse introducido desde el principio. En vez de eso, la ficción comenzó con total normalidad como si llevara una decena de episodios emitidos y como si la historia estuviera más que avanzada. Una decsión que ni entiendo ni comparto, ya que creo que no consigue conectar con el público desde sus primeros minutos.
Con este panorama no sabemos cómo tratará la audiencia a esta sitcom con el paso de las semanas. Lo que yo sí se es que su primer capítulo me ha dejado frío. Una pena teniendo en cuenta el buen rumbo que estaba adquiriendo la ficción española en las últimas semanas. ‘Vida loca’ nos ha recordado que aún se pueden seguir cometiendo errores (y gordos) del pasado.
En ¡Vaya tele! | ‘Vida loca’, primeras imágenes de la nueva sitcom de Telecinco