La décima edición de Gran Hermano empezó ayer con un show en directo que duró más de tres horas y en el que Telecinco demostró que el reality le ha llegado en el mejor momento y que piensan sacarle todo el jugo posible.
La promoción de esta edición se ha basado en el secretismo absoluto. La noticia ha sido que no había noticias y la gala ha enganchado a más de cuatro millones y medio de personas, dominando la noche con un 29,2% del share.
Las dos principales novedades de esta edición son que el público cerrará el casting (con el televoto, claro), y que tendremos dos Gran Hermano en uno porque hay un matrimonio que ya está en la casa definitiva pero al resto de los aspirantes los han metido en la casa cutre de Gran Hermano 1 a la espera del veredicto del público, que llegará semana a semana.
En la gala de anoche, como siempre, los fallos de sonido y las dificultades de realización obvias de una gala de estas características. Mercedes Milá salva todos los escollos posibles y si no fuera por ella el show se haría insoportable. Les salió mal el experimento Ismael, ganador de la primera edición, al que metieron en la casa medio maquillado con el objetivo de engañar al personal y aguantar allí dentro una semana. El teatro duró medio segundo.
Entre los aspirantes a entrar en la casa definitiva hay de todo. Como se había rumoreado hay una señora jubilada y una chica china. Además participan una chica que mide metro y medio (no exagero), gente con aspiraciones a presentador, varios modelos, gente hiperactiva (hay una mujer que ladra cada dos por tres y un hombre, presentador de una tele local de Barcelona, que es fan de Jim Carrey y lo demuestra a cada momento).
El martes (sí, mañana), ya es la siguiente gala, con expulsiones y paso a la casa de lujo del aspirante menos votado, así que han empezado fuertes y con movimiento. Está claro que tanto Telecinco como Zeppelin saben cómo plantear un concurso de estas características y, a la vista de la audiencia, parece que la gente echaba de menos este culebrón. Por lo que vi, me parece que no van a escatimar esfuerzos para conseguir que el programa sea una sorpresa constante y es obvio que lo de renovarse o morir lo han llevado a sus últimas consecuencias porque de este reality, de un solo programa, va a depender la parrilla de Telecinco durante los próximos tres meses.
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