Jorge Javier Vázquez es como Lobezno: el mejor en lo suyo. Y cuando Telecinco le da nuevas responsabilidades y programas, lo hace siendo consciente de que con él no sólo consigue un presentador, sino que se lleva toda una fórmula, que parasitará allá donde vaya a presentar hasta transformarlo en aquello en lo que Mr. Sálvame está más a gusto.
Ayer vivimos un nuevo episodio. El plató de ‘Supervivientes’ acabó transformado, otra vez, en ese ‘Sálvame Deluxe’ que se graba en una isla. La idea de llevar de nuevo a Aída a la isla no era inocente y todos los implicados lo sabían, eran conscientes de que el juego de una concursante así siempre es la polémica y la provocación. Estaban encantados con ello, y siguen estándolo, aún después de su juego demagógico de ayer, aún después de la enésima representación de su teatrillo.
Si lo visteis, ya sabéis qué pasó: Aída aprovechó su conocimiento del accidente que provocó Ortega Cano en España para dar una nueva vuelta de tuerca a sus habilidades de tortura psicológica. Jorge Javier, como representante de la “unanimidad de los que hacen el programa“, aprovechó para llamarla Hijadeputa en directo. Y no tuvo problema en reconocer lo bien que le sentaba poder hacerlo, lejos de ese horario protegido que ya hace mucho que ni protege ni pone al espectador a salvo de nada. Y, después, ayudado por quienes van a su plató y ya saben a lo que van, montó el show correspondiente.
Que nadie se crea que esto va más allá de eso, de espectáculo, que el programa de ayer es especial por algo así, que quieren convertirse en referente moral, en decir de qué se puede y no se puede hablar, dónde está el límite del mal gusto. Sí, puede que lo que había hecho la concursante fuese para entonar el himno chanante, el “hay que decirlo más“, pero el papel del presentador e ideólogo del asunto es el de siempre: el de poner todo a favor para que se forme una polémica, alentarla diciendo “qué mal que ocurra esto”, decir unos cuantos tacos en directo y hacerse los ofendidos cuando ocurre algo así y, al cabo de un tiempo, reconciliarse todos en el plató de su ‘Sálvame Deluxe’. Les funciona, se ha convertido en un truco recurrente y están a gusto, todos.
¿Alguien se acuerda de cuando ‘Supervivientes’ se parecía al concepto original? Telecinco decidió transformarlo radicalmente y adecuarlo a su concepto de reality. Y una vez hecho eso, ¿alguien duda de que Jorge Javier casaba mucho mejor en este papel que Jesús Vázquez?
Porque lo decía al principio: el tío es muy bueno. Y aunque el espectáculo sea vergonzoso en esencia, Jorge Javier le añade la pizca necesaria para que la vergüenza pase mejor. Comparte lo que cantaba Mary Poppins: “Con un poco de azúcar esa pildora que os dan...”
Y su píldora de azúcar es él mismo. Lo inunda todo de sarcasmos, de una actitud “me lo paso por el forro”, de “aquí todo vale” teatralizado. Hace y deshace en ese sainete y lo hace bien, es el actor y el guionista perfecto, todos bailan al ritmo que él quiere.Y a la gente le convence, le encanta, volverán a por más, incluso desde el asco.
Hace mucho que Jorge Javier no es sólo un showman: es una idea, un concepto andante que se ha beneficiado de la confianza de una cadena para transformarla por completo. Él lo llamó neorrealismo televisivo, y lo ha extendido allá por donde pisa. Sabe perfectamente los beneficios de entonar eso de “Hijodeputa, hay que decirlo más” y lo va a hacer cuantas veces crea necesario, tantos como programas necesite subir de audiencia.
Hoy, muchos a mi alrededor, en la calle, hablan de ese momento televisivo. Te quieres quedar fuera, pero no puedes. Lo comentaba al principio: Jorge Javier es como Lobezno, y éste ya lo dice a menudo: “Soy el mejor en lo que hago, pero lo que hago no es muy agradable”
En ¡Vaya Tele! | Anuimales televisivos: Jorge Javier Vázquez, Pantoja, Telecinco y el 44,2%