La mecánica, pues, no puede ser más simple y repetitiva. ¿Cómo es posible que este concurso atraiga tarde tras tarde a tantos telespectadores? Supongo que uno de los puntos atractivos es el "rollo" entre los concursantes. El conjunto de concursantes "secundarios" permanece unido programa tras programa, y solo se renueva a medida que van pasando a "concursante principal". Es decir, que la convivencia entre ellos genera una especie de "amistad" (muy de borrachera: "os quiero mucho a todos, sois todos mis amigos, sabes lo mucho que te aprecio") que se transmite a la pantalla.
Lo cual nos lleva a un segundo punto: ¿cuál es el casting que se sigue para este concurso? Porque está claro que los concursantes no dan el perfil típico de otros programas. Son ruidosos, con escaso sentido del ridículo en indumentarias, amuletos, comportamientos o discurso... especialmente curioso me resulta ese ritual de abrir su cajita e intentar engañar al concursante principal, haciéndole ver que ha perdido un premio importante cuando ha perdido 0,1 euros. ¿Qué aporta eso, qué ganas?. Mo deja de sorprenderme.
Y, sin duda, el concurso no sería el mismo sin Jesús Vázquez. De hecho, mientras duraba Operación Triunfo (que también presentó en Telecinco este hombre... ¿nadie ha pensado en darle unas vacaciones?), Arturo Valls se encargó del concurso y pese a su gracia y talento natural, las cosas no fueron iguales. Raro es el día que Jesús no se descuelga con un comentario erótico-festivo (¿esto no es en horario infantil?), charla continuamente con los concursantes (a veces parece olvidarse de que está presentando un concurso), se pavonea ante las cámaras... en fin, show "Vázquez" en estado puro.
En definitiva, uno de esos programas que, sin tener nada del otro mundo, enganchan a la audiencia y solucionan la papeleta a una cadena en el horario de media tarde. Y aún y todo, cumplirá el compromiso de autorregulación.
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