Cuando se hacían las pruebas de casting para entrar en Operación Triunfo, una de las cosas que me llamó la atención, y siempre mirando de cara al futuro y a las galas, fue la presencia de Risto Mejide como miembro del jurado desde el principio. Entendía que la imagen de marca de este nuevo Operación Triunfo iba a estar marcada por el genio y el verbo del ya famoso publicista. Obviamente, con él en el jurado, el nivel de exigencia subiría (eso se suponía que a la larga iba a ser mejor), pero aquí reconozco que estuvo un tiempo haciéndome una pregunta: ¿cómo repercutiría el hecho de estar Risto en el proceso de selección en sus "originales" críticas a los que luego serían los finalistas? Si él los escogía, significaba que tendría su aprobación, y por tanto, ¿cómo entendería el público sus diatribas?
Desconozco el motivo por el que en la selección final de los candidatos previos a la primera gala no estuvo, si no pudo asistir por otros compromisos adquiridos, o bien fue la productora del programa quien acertadamente dejó a Risto fuera de este último proceso, pensado en la idea que planteaba en el anterior párrafo. Si él no había tenido ocasión de opinar antes de la selección final, ahora tendrá todo su derecho a comentar lo que sienta, piensa y vea, sin pensar en la razón de porqué dejó que el concursante continuara. Risto vuelve, sin atenuantes esta noche (por ese motivo no me creo nada de lo que diga Noemí Galera). El que no pudiera escoger a los finalistas ha sido todo un acierto. El único problema que veo a la larga con Risto Mejide es que se aburra, y por esa razón termine perdiendo el interés del concurso. Eso ya será cuestión de ir programa a programa (ese es su nombre, por mucho que digan gala).
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