Los programas de cocina son unos supervivientes en la televisión, siempre se han mantenido pese a los cambios de cadenas, de modas, de tendencias y demás. Todo canal que se precie ha tenido (o tiene) un programa de cocina o, en su defecto, una sección de cocina en algún espacio. Es un programa que no necesita muchos medios, fácil de hacer y barato y que encima suele tener una audiencia razonable. Pero hay una pregunta que se me pasa por la cabeza cada vez que veo un programa de estas características: ¿qué les pasa a los cocineros cuando están ante una cámara?
Si pensamos en Arguiñano seguro que entendeis perfectamente la pregunta, ya que este hombre se dedica a intentar entretener a los espectadores de las maneras más dispares. Desde ponerse contar un chiste verde, cantarle a las judias o ponerse una máscara que le regalaron no se donde e imitar a una bruja. Puedo entender que se les pueda ir un poco la cabeza al tener que hacer un monólogo ellos solos, y encima sin guión, pero es que hay muchas veces que hacen el ridículo en la pantalla con sus comentarios y chistes. Y la verdad, no sé como son capaces.
Y no sólo es Arguiñano el que lo hace. Jose Andrés, Dario Barrio, Bruno Oteiza o la propia Eva Arguiñano son también claros ejemplos de lo que comento, ya que el que más y el que menos empieza a desvariar cuando habla con los espectadores. ¿No ganaría un programa de cocina con un guión hecho a medida?