Hace ya más de una temporada que Pressing Catch, programa mítico donde los haya, volvió a nuestras pantallas de la mano de Cuatro con una calidad superior al Pressing Catch que recordábamos muchos de Hulk Hogan y compañía. Y digo de calidad porque el programa ha evolucionado, y bastante bien, tiene muchos más luchadores y más campeonatos, así como muchísimos más medios de los que se disponía años atrás y, para mí que es lo que más entretiene, el programa no son sólo golpes.
En estos momentos me es imposible recordar si en el antiguo Pressing Catch había guiones de tanta calidad como los que hay ahora. Vale, quizás alguno se eche las manos a la cabeza cuando digo que son guiones de calidad, pero hay que ponerse en escena. Uno cuando se pone a ver Pressing Catch (ya sea RAW o Smack Down o cualquiera) solo espera ver luchadores haciendo que se pegan con los más variopintos disfraces y con una colección de golpes asombrosos y complicados de hacer por una persona normal sin el entrenamiento adecuado. Lo que uno no espera es que, de repente (y por poner un ejemplo), aparezca un actor que hace de mandamás de la WWE y se meta con John Cena y que éste le estampe una silla en la cabeza, así por las buenas. O que un irlandés enano acabe siendo el hijo bastardo del mandamás de la WWE y éste se acabe liando con una luchadora con prominentes pechos que le atrae el poder.
¿Qué quiero decir con esto? Pues que Pressing Catch ha pasado de ser, al menos como lo veo yo, un simple programa de lucha a ser algo, quizás, más interesante, con su guión y sus historias que te hacen quedarte más delante del televisor para saber qué ocurre al final con fulanito o zutanito. Que si, que no se puede comparar a una buena serie, ni tan siquiera al guión de una serie mediocre (más bien se parece al de una telenovela), pero un servidor, al que le gusta ver el programa de pascuas en viernes, agradece que haya estas historias que hacen el programa mucho más interesante. ¿Y vosotros?.