Es recurrente ver en las ficciones familiares una trama episódica en la que un hijo discute con sus progenitores, harto de que no le entiendan en casa o que le llamen la atención cada vez que se salta las normas establecidas. Eso deriva a un diálogo que acaba con la manida frase "mientras vivas bajo nuestro techo respetarás nuestras normas", lo que lleva al hijo, lleno de rebeldía, a tomar la decisión de abandonar el lecho familiar e independizarse a marchas forzadas, sembrando la semilla de un conflicto que normalmente suele solucionarse en ese mismo capítulo.
Si tuviéramos que establecer un paralelismo entre esta trama seriéfila y el panorama televisivo actual, encontraríamos semejanzas suficientes en las directrices llevadas a cabo por Mediaset en este 2014 para darnos cuenta de que se ha convertido en ese hijo que decide volar en solitario, harto de reuniones familiares y núcleos cerrados donde no se ha sentido respetado ni valorado recientemente. Así, ha entrado en una autarquía televisiva en la que decide valerse exclusivamente de sí mismo para sacar adelante sus proyectos, bastándose con el apoyo de la audiencia y alejándose del mayor escaparate televisivo que existe actualmente en España (véase el FesTVal de Vitoria) o de cualquier entidad que no sepa apreciar sus contenidos (véase la Academia de la Televisión).
Alejada de la Academia de Televisión
Es conveniente hacer un repaso cronológico para entender las causas de la situación actual de Mediaset, comenzando por el distanciamiento que el grupo ha vivido con la Academia de la Televisión en los últimos años. En la celebración de sus últimos premios anuales, a la Academia le ha costado encontrar productos de Mediaset merecedores de un galardón. Tanto es así que el vacío con el que Mediaset se fue de los Premios Iris de la pasada temporada ha sido hiriente, motivo por el cual, Paolo Vasile (¿es él el adolescente enrabietado?), en unas declaraciones realizadas en junio, anunció que su grupo no volvería a presentar candidaturas a los Premios Iris. Días después supimos que Mediaset había abandonado la Academia de la Televisión a finales de 2013, de la que afirmaron no sentirse representados.
Solo hace falta echar un vistazo a la última lista de ganadores de los Premios Iris para entender el enfado de Mediaset. Ya el pasado año ocurrió algo parecido, donde también se crearon "premios especiales" para que Mediaset no se fuera de vacío. De hecho, una muestra de ese desencuentro familiar fue el vivido después de que la Academia le concediera uno de esos galardones a Paolo Vasile, premio rechazado por Vasile por coherencia tras haber sido crítico con el sistema de votación de los Iris.
Tras estos desencuentros, Mediaset decidió dar el portazo. Se alejó de una Academia de Televisión que tampoco ha sabido hacer las cosas bien y que, en estos de sus premios, se enrosca en un sinsentido de nominaciones y acaba otorgando galardones olvidándose de factores como el éxito de audiencia o el impacto televisivo que consigue un programa. Será interesante observar lo que ocurre a lo largo de esta temporada, sobre todo si tenemos en cuenta que los Premios Iris se deteriorarían (aún más) sin ni siquiera contar con la participación de los programas con los que cuenta Mediaset.
Pocas semanas después de que conociéramos estos hechos, el grupo designó a Paolo Vasile delegado único de Mediaset, una elección realizada para optimizar la explotación comercial de los contenidos de la cadena. Vasile obtenía más poder en el control de Mediaset y solo quedaba esperar unas semanas para que conociéramos una de las consecuencias de esa nueva estrategia comercial, ahondando en esa autarquía en la que parece haber entrado Mediaset.
Sin acudir a Vitoria
Podemos llegar a entender el distanciamiento entre Mediaset y la Academia debido a los desplantes de esta última, y apuntaríamos hacia los académicos como causante principal del desencuentro. Pero, analizándolo como espectadores, es más difícil comprender la decisión de Mediaset de no acudir este año al FesTVal de Vitoria, el mayor escaparate televisivo con el que contamos en la actualidad, que sirve para iniciar la temporada con la presentación de los estrenos que podemos ver en otoño. Desde el grupo de comunicación, alegaron razones empresariales y estratégicas para no acudir a tal evento, aunque cuesta entender que esas razones no llevaran a que algunos de los espacios de inminente estrenos hicieran acto de presencia.
'Pequeños Gigantes', 'Cabo Vadillo', 'Cuarto Milenio', 'Hermanos' o 'Gran Hermano' habrían sido espacios que podrían haber encajado a la perfección en el desarrollo del FesTVal y que habría servido para reforzar su campaña de comunicación de cara a su llegada a la televisión. Pero Mediaset decide cocinar y servirse el almuerzo sin necesidad de ayudas externas. Tras terminar el FesTVal, desde el ente explicaron que su ausencia se debía a temas de logística, ya que las presentaciones obligaban a parar el rodaje de algunas series para trasladar a los actores hasta Vitoria.
No termina de convencer tampoco esta versión si de nuevo nos paramos en la cantidad de programas que el grupo podría haber presentado sin necesidad de parar rodajes. La decisión queda plasmada como una elección con toques de arrogancia, y solo se entiende si tenemos presente que Telecinco está siendo la cadena más vista durante la mayor parte de lo que llevamos de 2014 y que puede subsistir perfectamente organizando sus propios preestrenos y presentaciones. De esta manera, no tiene que coexistir con los de otras cadenas y no se expone a duras críticas que pueden resonar mucho antes de que el espacio vea la luz en la pantalla, algo que ya ocurrió con 'Dreamland' el año pasado.
Es evidente que la asistencia al FesTVal nunca ha sido obligatoria y que cada empresa decide su promoción como mejor le interese, pero cuesta asimilar que un grupo como Mediaset se aleje de un escaparate televisivo que crece con cada nueva edición y que consigue fomentar la expectación ante lo que está por venir durante la temporada. Se trata de un sinsentido en el que todos acabamos perdiendo. El FesTVal permanece cojo, el grupo pierde la oportunidad de esa promoción extra y los interesados en la información televisiva se quedan sin la oportunidad de conocer detalles e impresiones de lo que está por venir con la llegada de la nueva temporada.
Lo cierto es que actualmente a Mediaset parece no importarle no participar en los grandes eventos televisivos que no cuenten con su beneplácito, centrándose en sus propias campañas de promoción y en el buen resultado de espectadores que consigue cada día. El hijo enrabietado mantiene con orgullo su independencia, sin verse en la necesidad de recurrir a aquellos que tienden puentes pero también castigan cuando tienen la oportunidad. En las series familiares que comentaba al principio, estos conflictos suelen solucionarse con diálogo, después de que ambas partes son conscientes de que se necesitan mutuamente y deciden darse una nueva oportunidad con un propósito de enmienda de por medio. Lo acontecido hasta la fecha nos lleva a pensar de nuevo que podemos estar ante otro caso en el que la realidad no queda reflejada en su totalidad dentro de la ficción.
En ¡Vaya tele! | Mediaset y su caos del Mundial de baloncesto
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