'Gran Hermano 14', una edición a salto de mata

Ayer terminó (después de casi cinco meses) la edición numero 14 del reality más popular de nuestro país, un todoterreno llamado 'Gran Hermano'. Desde sus inicios, este programa ha ofrecido muchos éxitos a su cadena madre, Telecinco, colocándose como líder de audiencia y haciendo que los desvelos de los concursantes coparan las tertulias y conversaciones más informales. Este año, no ha sido tan sencillo.

Tanto el estreno como la final de 'Gran Hermano' (dos de las galas más importantes) no han conseguido ser líderes de audiencia, y eso realmente puede resumir perfectamente cómo ha sido esta edición. Los señores de Telecinco saben que tienen un arma fuerte con el reality y, este año, se han empeñado en lanzarla como una granada contra los espacios de la competencia, pensando que podían comerse el mundo con patatas y el resultado no ha sido tan bueno como ellos deseaban.

Ya fue noticia que el estreno del reality se produjera un lunes, contra la final de un fortísimo 'Tu cara me suena' que terminaba segunda edición en Antena 3. En ese caso, alguien debió pensar que los fans de los realities dejarían cualquier otro plan colgado para ver el inicio del programa presentado por Mercedes Milá. No fue así. No sólo 'Tu cara me suena' es un espacio con mucho enganche, es que, además, la primera gala de 'Gran Hermano' siempre suele resultar un tanto farragosa, difícil y hasta aburrida.

Para el final de la edición, otra mente pensante debió creer que era buena idea enfrentar a 'Gran Hermano' con el programa de moda, ese peazo talent que hacen en TVE llamado 'Masterchef', una de las más agradables sorpresas de esta temporada televisiva. No hay que ser el más listo de nuestra casa para darnos cuenta de que esta estrategia iba a fallar claramente, como así fue, y 'Masterchef' ganó y encara su recta final como un espacio francamente potente.

Solucionar errores de base

A todo esto, y para encajar perfectamente en la guerra de la contraprogramación, Telecinco no ha tenido ningún problema en ir variando de día las emisiones de 'Gran Hermano', como si su eficacia fuera incontestable en cualquier día. Muchas veces esto ha sido así, en esta edición, no. A ver, que estamos diciendo todo esto cuando realmente Telecinco ha conseguido ser líder en muchas noches y arrastrar a la audiencia hasta los tejemanejes de los concursantes, pero este año ha tenido que esmerarse bastante, aunque, precisamente, haberlo conseguido desde la adversidad, refuerza este producto.

Para mí, el problema de esta edición de 'Gran Hermano' ha sido un garrafal error de partida: el cásting. Durante muchos años, a 'Gran Hermano' se le ha acusado de meter en la casa a concursantes polémicos, maleducados, de los que montan un pollo un día sí y otro también. El año pasado, la edición '12+1' optó por volver a los inicios del espacio, contando con concursantes divertidos que entretuvieran no por sus broncas, sino por sus ocurrencias. Este año se pretendió repetir la experiencia y la cosa no ha salido igual de bien.

Los concursantes que entraron de primeras eran tan agradables, correctos y majetes como aburridos. No es lo mismo una persona pacífica que un tío que se pasa el día durmiendo. No eran graciosos, no eran locos, se pasaban el día hablando de sus vacaciones en nosedonde o en cómo les habían quitado la muela del juicio. Si estoy con mis amigos tomando un café, bien vale este tipo de conversación, pero apalabrar un canal 24 horas para este tipo de contenido puede resultar un tanto decepcionante (recordemos que se anunció que el canal Nueve emitiría más de cinco horas diarias de reality.

Darlo todo en todas las galas

Muchas veces he oído preguntar (a los detractores, sobre todo) cuánto tiempo durará un programa como 'Gran Hermano'. Pues bien, yo creo que puede durar eternamente, pues el éxito de cada edición está determinado por la gente que entra, por las relaciones que se establecen, por el juego que aportan, que cada año cambia, (aunque muchos no lo crean) se renueva y ofrece nuevas posibilidades y ahí está la clave, la gente que participa, tan fácil y tan complicado.

En Telecinco no iban a tirar por la borda el trabajo que les cuesta poner en marcha su reality de referencia, así que se pusieron manos a la obra para reflotar a la audiencia. ¿Cómo? Alterando las reglas básicas del concurso hasta lo indecible. A muchos puristas de 'Gran Hermano' no les ha gustado nada cómo se han hecho ciertas cosas este año: el contacto con la información del exterior ha marcado muchos momentos, algo que antiguamente, se cuidaba como el Santo Grial y que este año se ha usado a conveniencia.

Desde Mediaset, lo han dado todo en cada una de las galas para conseguir que 'Gran Hermano' se aupara con el primer puesto: alargaron la entrada de nuevos concursantes casi hasta el final, tuvieron nominaciones de familiares, nominaciones a la cara, nominaciones del público (por primera y única vez en la historia del programa), penalizaciones derivadas de pruebas que ellos se habían sacado de la manga, repescas en las que se hablaba de todo lo que sucedía en los platós de Telecinco... Cada noche (primero de lunes, luego de jueves) Telecinco ponía la carne en el asador para conseguir atrapar de nuevo a su audiencia, algo que consiguió finalmente.

Extraña planificación

Pero, eso sí, mi sensación general es que esta temporada todo ha funcionado un poco a salto de mata, con reuniones de éstas de "¿qué se os ocurre para la gala de hoy?", con improvisaciones, actuaciones provocadas y momentos efectistas. En este punto, la presentadora del espacio, Mercedes Millá, ha contribuido como la primera, siendo titular al día siguiente de muchas galas por sus desnudos, sus comentarios...

Ha habido cosas un poco raras, cómo se ha acelerado la recta final es para mí la más importante. Los concursantes continuaron entrando cada semana, incluso de dos en dos, con pruebas de "gemelos que se hacen pasar por una sola persona" o "profesores que son, en realidad, concursantes" y, de repente, Telecinco recuerda que tiene que dejar paso a la Copa Confederaciones y que tiene que finiquitar en un plisplás su reality. La semana pasada se cargaron directamente a tres concursantes y en la final de ayer fue todo a tiro hecho. Aún recuerdo cómo se estiró la fase final de la pasada edición: con concursantes eliminados que, realmente, se convertían en finalistas y pasaban a otra casa, que elegían a su más uno, con una edición 'la revuelta' en la que tenían que volver a convivir... con unas ganas tremendas de seguir teniendo a unos concursantes que habían resultado estupendos y que no son comparables a los de este año.

El problema de no tener muchos vídeos, de tener que usar postizos en cada gala para darle chicha al asunto es que 'Gran Hermano' no sólo es un programa, sino que ha de vertebrar la estructura de muchos otros espacios. Está 'El debate', por ejemplo, otro programa para hablar de 'Gran Hermano'. Pues bien, a veces tenía la impresión de que si 'El debate' ofrecía cuáles o tales vídeos, la gala del jueves se iba a quedar más sosa que sosa. En ocasiones, así ha sido.

'Gran Hermano' ha terminado, estoy segura de que volverá el año que viene sin problemas, con energías renovadas y que no tiene porqué afectarle el desarrollo de una edición que ha sido un poco aburrida, un poco impostada, pero que ha conseguido (y eso sí tiene mérito, vencer a la adversidad) remontar y aglutinar a su ejército de fieles de siempre y mostrar su fortaleza semana a semana.

En ¡Vaya Tele! | 'Gran Hermano 14', vértigo y un poco de descontrol

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