La suma del anuncio del estreno de la nueva ficción nacional de Telecinco más el hecho de conocer que se trataba de una adaptación de una serie estadounidense producida por Disney daba como resultado una gran expectación entre la audiencia televisiva. Era el turno de conocer qué había salido de la extraña mezcla encontrada en una de las grandes apuestas que Telecinco guardaba en la recámara para el presente curso. 'El don de Alba', el remake español de 'Entre fantasmas', se estrenó anoche haciendo frente a los prejuicios que la ficción se había ganado a pulso, sobre todo a través de varias promos que no han resultado acertadas.
Porque observando el pasado reciente que ha tenido Telecinco en cuanto a nuevas series en general, y adaptaciones en particular, el pensamiento más simplista llevaba a muchos a creer que 'El don de Alba' era esa ficción que no aguantará hasta el cuarto capítulo en condiciones normales y de la que todo el mundo se podía reír en Twitter. Todavía está por observar qué ocurrirá con lo primero pero si algo demostró 'El don de Alba' ayer es que era más digna de lo que nos habían hecho creer en un principio. Esta afirmación no significa que el resultado final lograra convencerme, algo que le debo a ese conjunto de vicios encontrados una y otra vez en la mayoría de series españolas que llegan a la pequeña pantalla.
A estas alturas ya sabemos que no podemos hacer nada con la duración de los episodios de las ficciones, pese a que capítulos como el piloto de 'El don de Alba' pesen como una gran losa y se alarguen a base de escenas de más puro relleno. Pero igual de negativa es esa tendencia que se observa en los directivos de las cadenas, que creen que el espectador español se debe conformar con series en las que toda la familia quede retratada, situando a personajes y tramas de todas las edades para dar como resultado eso que llaman "serie de corte familiar". Así, muy pocas de nuestras ficciones se resiste a esta transformación, un lavado de imagen que no provoca más que el producto resultante se parezca una y otra vez a tantos otros que ya hemos visto antes.
Con 'El don de Alba', como no podía ser de otra manera, también ocurre, utilizando los pilares básicos de 'Entre fantasmas' para ofrecerlos a un público más amplio o, dicho de otra manera, conseguir pescar espectadores de todas las edades para llegar juntos a un dato aceptable que dibuje una sonrisa cuando se conozcan las audiencias al día siguiente. Y con esta fórmula, nos adentramos ante una producción sin brillo, que no destaca ni arriesga por ofrecer algo verdaderamente sugerente, por mucho que presuma de tener a Disney detrás.
Con el leve recuerdo de 'Ángel o demonio' en la memoria, 'El don de Alba' se decanta por situar el comienzo de la historia varios años antes de lo que vimos en el primer episodio de 'Entre fantasmas', excusa perfecta para colocar a unos jóvenes Patricia Montero y Martín Rivas de protagonistas, una pareja que no destaca precisamente por su carisma ni por presentar química delante de la cámara. Es el punto más flojo de una producción que no consigue entusiasmar ni mucho menos logra que pensemos en ella como una serie de televisión de largo recorrido, ya que, a estas alturas, el verdadero don de la ficción sería lograr mantenerse en la parrilla durante toda su primera temporada.
Una vez más, Telecinco volvió a llamar la atención con el envoltorio con el que presentó 'El don de Alba', para el que se sacó un programa de la manga presentado por la mismísima Ana Rosa Quintana y bajo la atenta mirada del equipo de 'Cuarto Milenio'. El tema de los fantasmas estuvo de nuevo presente en un programa de Telecinco, que ha demostrado que sabe exprimir al máximo cada uno de sus contenidos. Anoche, la cadena pudo decir eso de "a falta de Anne Germain buena es Alba Rivas". Ahora solo le queda cruzar los dedos, esperar que el experimento funcione y utilizarlo todas las semanas.
En ¡Vaya tele! | 'El don de Alba': lo que necesitas saber
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