Últimamente la televisión está dedicando cada vez más espacio a los realities de talentos, donde no sólo los concursantes tienen simplemente que convivir como puede ocurrir en GH, por ejemplo, si no además, y esa es la base del concurso, tienen que demostrar su talento semana a semana superando pruebas, bien sea cantando como ocurre en OT o bailando como ocurre en Fama, por poner dos ejemplos clásicos. Al final se supone que gana el que mejor lo sabe hacer.
El caso es que precisamente estos realities de talentos tienen un componente que puede hacer que el sentido del programa cambie totalmente hasta convertirse en algo diferente a la idea inicial planteada. Con todo lo que ello conlleva. Ese componente es el más importante y el más peligroso al mismo tiempo: El público.
Es un tema bastante espinoso donde caben diferentes opiniones, todas ellas igual de validas. La primera pregunta que surge es ¿es el público objetivamente serio a la hora de expulsar y valorar a los concursantes? El año pasado lo vivimos en OT con Esther y en Fama este año ocurre algo similar.
Para poneros en situación, ayer Lunes en Fama había expulsión con cuatro nominados, había dos bailarines que son objetivamente buenos bailando (Fran y Eli) y otros que están por debajo de estos (Erik y Daiana). Lo curioso del caso es que esos dos primeros bailarines que he mencionado estaban prácticamente empatados a puntos de cara a la expulsión, mientras que los otros dos, más flojos en baile, se habían salvado gracias al público. Uno de esos bailarines, Fran, fue expulsado, rompiéndose así la ilusión que este chico había depositado en esta oportunidad profesional sabiendo que tenía nivel para continuar, quedándose en el programa otros con menos nivel, pero que caen mejor a cierto sector de los telespectadores. Todo esto ante la sorpresa de sus compañeros, que ajenos al mundo en el que están, ven cómo al final el bailar bien o no, no es lo importante. O ese es el mensaje les llega consciente o inconscientemente del resultado de esta salida.
Esto es totalmente aceptable, puesto que esas son las bases del concurso y siempre se puede justificar diciendo que quien paga el mensaje de texto es quien luego comprará una entrada o un disco del artista, pero es inevitable pensar si esto sigue así, al final en Fama ¿cuánto importa realmente lo bien que bailes para poder ganar? ¿iremos viendo desfilar uno a uno a todos los buenos bailarines para que terminen quedándose los que tienen menos nivel, pero a cambio, caen muy bien a cierto sector del público, convirtiendose en otro Gran Hermano?. Este mismo ejemplo puede aplicarse al canto. Y de esta manera se desvirtúa totalmente el concurso tal y como había sido planteado en su concepción.
Al final, son los espectadores los que deciden, gastándose su dinero, el devenir de un concurso, y si eso ha ocurrido es porque el público lo ha querido, se puede decir en defensa de estas decisiones, lo cual es totalmente cierto, pero la segunda pregunta que surge es ¿qué porcentaje de espectadores vota para salvar o eliminar a un concursante?
Puede haber una gran mayoría de espectadores que no votan, pero siguen el concurso, que tienen favoritos o no, que quieren que haya un mínimo criterio a la hora de las decisiones y sobretodo, que son imprescindibles en los datos de audiencia y en el boca a boca a la hora de hablar del programa en la calle y llevar a más gente frente al televisor. ¿Acaso el programa lo dirigen aquellos que están dispuestos a gastarse un dinero desechando a todos aquellos espectadores pasivos que no se implican en él? ¿Qué ocurriría si un porcentaje de estos espectadores pasivos, decidiese dejar de ver el concurso, haciendo bajar los índices de audiencia del programa? ¿Podría un programa sostenerse con el número de espectadores que votan por teléfono?
Si fuese algo totalmente justo, creo que se tendría que suprimir el voto telefónico, y dejar la decisión en manos de los profesionales, pero esto es algo bastante arriesgado por que le quitas al espectador las sensaciones de que puede tomar control del programa y por tanto sentirse integrado en su desarrollo y no como simple espectador pasivo, y ya de paso hacer ganar un buen dinero a la productora y la cadena. Aunque esto sea asumir, que quizás el talento, al final, sea lo menos importante a la hora de progresar en un concurso de este tipo… Y si eso es así ¿Qué sentido tiene ver el programa o concursar en él?
Se han planteado aquí una serie de cuestiones a debatir. Vosotros ¿creéis que el público que vota tiene criterio para decidir el sentido y el estilo del programa y por tanto es un justo juez de estos realities?
Sitio Oficial | Fama ¡A Bailar!
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