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"¿Pero cuándo se acabará esto?", os preguntaréis. ¡Nunca! Bueno, tal vez haya un límite y algún día dejaremos de hablar de los docurealities. Pero ese límite no existe en la imaginación de los genios creadores de este tipo de formato televisivo, tan plano, tan rentable y con esa capacidad de atraparnos, por muy absurdo que sea su planteamiento. Y si hablamos de absurdos y de telerrealidad, no podemos no acordarnos del canal que más ha hecho por el género: MTV.
Además de darle varias vueltas de tuerca al dating-show con experimentos tan sui generis como 'Date my Mom' o 'Parental Control', los reality show ocupan gran parte de su parrilla (algunos eternamente, como 'Jersey shore') y en todas sus modalidades: madres adolescentes, cumpleaños de ricachones, transformaciones radicales, castings para ser 'BFF' de Paris Hilton... De entre todos estos despropósitos, hace poco me atrapó 'Ya no estoy gordo', uno de esos docurealities que van de retos y superaciones personales: cómo adelgazar.
'Ya no estoy gordo', ¿de qué va?
Cabalga entre el coaching y el docureality puro y duro. El programa selecciona a veinte adolescentes con sobrepeso (en la primera temporada, diez en la segunda) que piden ayuda al programa para adelgazar. Un equipo de MTV les sigue durante ese verano de COU 2º de bachiller a la uni, cuando no sólo tienen que decidir qué hacer con su vida, sino también, lo más importante, cómo quieren ser. ¿Esa persona con sobrepeso de la que todos se burlaban? ¿Ellos mismos pero delgados? ¿Una persona inventada? ¿Saben acaso quienes son? Durante 90 días los protagonistas se someten no sólo a una severa dieta y a un entrenamiento personal (que pocos soportarían) sino a un cambio de mentalidad, al menos en lo que a su relación con la comida se refiere, todo ello concentrado en capítulos de una hora de duración, uno por protagonista/verano.
Un entrenador personal se presenta en sus casas, hace una limpieza de armarios requisando toda suerte de colesterol, grasas trans o azúcares en cualquier formato y les da una pequeña charla para motivarles, intentando implicar a la familia. Muchos son el reflejo de sus propios padres que, aún teniendo exceso de peso, siguen fomentando una mala alimentación en sus casas. Otros engordan por caprichos del metabolismo. Otros se refugian en la comida con ansiedad, para llenar según qué vacíos...
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Detrás de esa gordura hay más factores en juego que el físico. Porque casi siempre es el motivo de haber sufrido las típicas humillaciones de instituto, más aún teniendo en cuenta lo en serio que se toman lo de las jerarquías sociales en los high school americanos (o al menos eso nos enseñan todas las series que vienen de allí). La dieta se combina con duras sesiones de ejercicio, especialmente difíciles de llevar cuando se trata de gente poco aficionada al deporte y de vida más bien sedentaria. Pero los entrenadores les hacen sudar hasta la última gota y les animan a no rendirse.
¿Por qué nos atrapa?
Somos carne de impacto visual, de ese "antes-después". Los protagonistas de 'Ya no estoy gordo' sueñan con ser otra persona, con reinventarse (casi experimentar una metamorfosis) y vivir la etapa universitaria sin obstáculos emocionales. El seguir el día a día de alguien que se reta a si mismo de esta forma hace que el espectador se torne expectante, deseoso de ver si lo conseguirá. Porque no siempre es así, sobre todo porque no son retos realistas. Pero el hecho de ver cómo consiguen vencerse a si mismos (aún con ciertas dudas de si no habrá ataques sorpresas al frigo off the record) ya es de por si atrayente.
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A veces, esos tres meses son sólo un comienzo motivador y un punto de inflexión para cambiar de hábitos de vida y sobre todo de alimentación (un reto importante viviendo en el epicentro de la cultura del fast food). Una vez en la universidad y pasado un tiempo, relatan cómo siguen adelante con su proyecto de cambio, si ahora se sienten personas seguras de si mismas y si esa seguridad les ha abierto a relacionarse socialmente. A ser otras personas.
En mi opinión, lo ideal sería conseguir un cambio a un nivel mucho más profundo: que su autoestima no estuviera supeditada a su físico. Que se comieran el mundo y todo les importara, francamente, un bledo. Pero eso no siempre es fácil y hay personas que sólo siendo o viéndose delgadas (o teniendo otra nariz o más pecho) aprenden a aceptarse y se sienten capaces de enfrentarse al mundo o a ese microcosmos que es la facultad. Y eso porque existen personas que juzgan que uno no puede ser popular si no es delgado. ¿Y quién tiene la culpa? La sociedad, se suele decir en estos casos. El culto a la imagen. La publicidad. Photoshop. Por encima de banalidades, se impone la cuestión de la salud, porque ciertamente sus hábitos implican un riesgo para sus vidas. Sean cuales sean sus motivos, dejar de ser gordo es lo más importante en sus vidas y por ello sufren lo indecible y sacrifican todo un verano.
¿Versión española?
No tenemos ningún referente anterior. Lo más parecido a una experiencia similar es 'Cambio radical' la adaptación que Antena 3 hizo de 'Extreme makeover' y que claudicó en sólo seis programas. En cualquier caso, aquel sí perseguía únicamente el efectismo, porque se trataba de meter a una persona en el quirófano y dejarla irreconocible. Pero sí veo un coach-docu-reality en el que no sólo se centraran en las historias personales, en los dramas tras el físico, sino que también reflexionaran sobre por qué la obesidad afecta a tantos millones de personas en el mundo (en USA, a siete de cada diez). Me viene a la cabeza aquel programa de coaching presentado por Raquel Sánchez-Silva, 'Soy lo que como'. Explotar la vena divulgativa, vaya.
Claro que una versión fidedigna del formato nos engancharía igual que la original, con algunos pluses. Hay que tener en cuenta que en España rendimos culto a los bares y a la caña con tapa. ¿Serían capaces de pasarse todo un verano sin tomarse ni una clara? ¿Con el calor que hace aquí en verano? ¿Y salir a correr, en pleno agosto? Más que un docu-reality se convertiría en un reality de supervivencia.
Ficha Técnica: 'Ya no estoy gordo'
"¿Pero cuándo se acabará esto?", os preguntaréis. ¡Nunca! Bueno, tal vez haya un límite y algún día dejaremos de hablar de los docurealities. Pero ese límite no existe en la imaginación de los genios creadores de este tipo de formato televisivo, tan plano, tan rentable y con esa capacidad de atraparnos, por muy absurdo que sea su planteamiento. Y si hablamos de absurdos y de telerrealidad, no podemos no acordarnos del canal que más ha hecho por el género: MTV.
Además de darle varias vueltas de tuerca al dating-show con experimentos tan sui generis como 'Date my Mom' o 'Parental Control', los reality show ocupan gran parte de su parrilla (algunos eternamente, como 'Jersey shore') y en todas sus modalidades: madres adolescentes, cumpleaños de ricachones, transformaciones radicales, castings para ser 'BFF' de Paris Hilton... De entre todos estos despropósitos, hace poco me atrapó 'Ya no estoy gordo', uno de esos docurealities que van de retos y superaciones personales: cómo adelgazar.
'Ya no estoy gordo', ¿de qué va?
Cabalga entre el coaching y el docureality puro y duro. El programa selecciona a veinte adolescentes con sobrepeso (en la primera temporada, diez en la segunda) que piden ayuda al programa para adelgazar. Un equipo de MTV les sigue durante ese verano de COU 2º de bachiller a la uni, cuando no sólo tienen que decidir qué hacer con su vida, sino también, lo más importante, cómo quieren ser. ¿Esa persona con sobrepeso de la que todos se burlaban? ¿Ellos mismos pero delgados? ¿Una persona inventada? ¿Saben acaso quienes son? Durante 90 días los protagonistas se someten no sólo a una severa dieta y a un entrenamiento personal (que pocos soportarían) sino a un cambio de mentalidad, al menos en lo que a su relación con la comida se refiere, todo ello concentrado en capítulos de una hora de duración, uno por protagonista/verano.
Un entrenador personal se presenta en sus casas, hace una limpieza de armarios requisando toda suerte de colesterol, grasas trans o azúcares en cualquier formato y les da una pequeña charla para motivarles, intentando implicar a la familia. Muchos son el reflejo de sus propios padres que, aún teniendo exceso de peso, siguen fomentando una mala alimentación en sus casas. Otros engordan por caprichos del metabolismo. Otros se refugian en la comida con ansiedad, para llenar según qué vacíos...
Detrás de esa gordura hay más factores en juego que el físico. Porque casi siempre es el motivo de haber sufrido las típicas humillaciones de instituto, más aún teniendo en cuenta lo en serio que se toman lo de las jerarquías sociales en los high school americanos (o al menos eso nos enseñan todas las series que vienen de allí). La dieta se combina con duras sesiones de ejercicio, especialmente difíciles de llevar cuando se trata de gente poco aficionada al deporte y de vida más bien sedentaria. Pero los entrenadores les hacen sudar hasta la última gota y les animan a no rendirse.
¿Por qué nos atrapa?
Somos carne de impacto visual, de ese "antes-después". Los protagonistas de 'Ya no estoy gordo' sueñan con ser otra persona, con reinventarse (casi experimentar una metamorfosis) y vivir la etapa universitaria sin obstáculos emocionales. El seguir el día a día de alguien que se reta a si mismo de esta forma hace que el espectador se torne expectante, deseoso de ver si lo conseguirá. Porque no siempre es así, sobre todo porque no son retos realistas. Pero el hecho de ver cómo consiguen vencerse a si mismos (aún con ciertas dudas de si no habrá ataques sorpresas al frigo off the record) ya es de por si atrayente.
A veces, esos tres meses son sólo un comienzo motivador y un punto de inflexión para cambiar de hábitos de vida y sobre todo de alimentación (un reto importante viviendo en el epicentro de la cultura del fast food). Una vez en la universidad y pasado un tiempo, relatan cómo siguen adelante con su proyecto de cambio, si ahora se sienten personas seguras de si mismas y si esa seguridad les ha abierto a relacionarse socialmente. A ser otras personas.
En mi opinión, lo ideal sería conseguir un cambio a un nivel mucho más profundo: que su autoestima no estuviera supeditada a su físico. Que se comieran el mundo y todo les importara, francamente, un bledo. Pero eso no siempre es fácil y hay personas que sólo siendo o viéndose delgadas (o teniendo otra nariz o más pecho) aprenden a aceptarse y se sienten capaces de enfrentarse al mundo o a ese microcosmos que es la facultad. Y eso porque existen personas que juzgan que uno no puede ser popular si no es delgado. ¿Y quién tiene la culpa? La sociedad, se suele decir en estos casos. El culto a la imagen. La publicidad. Photoshop. Por encima de banalidades, se impone la cuestión de la salud, porque ciertamente sus hábitos implican un riesgo para sus vidas. Sean cuales sean sus motivos, dejar de ser gordo es lo más importante en sus vidas y por ello sufren lo indecible y sacrifican todo un verano.
¿Versión española?
No tenemos ningún referente anterior. Lo más parecido a una experiencia similar es 'Cambio radical' la adaptación que Antena 3 hizo de 'Extreme makeover' y que claudicó en sólo seis programas. En cualquier caso, aquel sí perseguía únicamente el efectismo, porque se trataba de meter a una persona en el quirófano y dejarla irreconocible. Pero sí veo un coach-docu-reality en el que no sólo se centraran en las historias personales, en los dramas tras el físico, sino que también reflexionaran sobre por qué la obesidad afecta a tantos millones de personas en el mundo (en USA, a siete de cada diez). Me viene a la cabeza aquel programa de coaching presentado por Raquel Sánchez-Silva, 'Soy lo que como'. Explotar la vena divulgativa, vaya.
Claro que una versión fidedigna del formato nos engancharía igual que la original, con algunos pluses. Hay que tener en cuenta que en España rendimos culto a los bares y a la caña con tapa. ¿Serían capaces de pasarse todo un verano sin tomarse ni una clara? ¿Con el calor que hace aquí en verano? ¿Y salir a correr, en pleno agosto? Más que un docu-reality se convertiría en un reality de supervivencia.
'Ya no estoy gordo', ¿de qué va?
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