Estaba claro que el paso del serial al prime time con el cambio de imagen definitivo de Bea iba a ser todo un éxito de audiencia. Durante los dos años y pico que se ha mantenido en antena ha conservado una muy buena media de share, a pesar de haber empezado a acusar desde hace un tiempo algunos síntomas de agotamiento. Además, su anterior salto al prime time se había resuelto también con buenos datos.
La serie superó ayer los ocho millones de espectadores, lo que se tradujo en una cuota de pantalla del 42,1%. Batió, por supuesto, a todas las ofertas de la competencia, convirtiéndose en lo más visto del día por encima incluso de Fórmula 1, final de Roland Garros y partido de la Eurocopa. Probablemente se trate también de uno de los capítulos más vistos de una serie en los últimos tiempos.
Gran parte del mérito hay que adjudicárselo a la agresiva y apabullante promoción que ha hecho Telecinco de ese momento, vendiéndolo como el más esperado de la historia de la televisión (impagables los dos reportajes que le dedicaron en ambas ediciones dominicales de sus informativos y la mosca permanente anunciándolo durante todo el día).
Todo para acabar viendo un capítulo cuya primera mitad ya se había podido ver el viernes pasado (otra cosa en la que esta serie es especialista: refundir, resumir y reemitir capítulos) y que sólo permitió contemplar la nueva imagen de Bea durante apenas dos segundos. Y es que la serie continúa... ¿volverán a pasarla al prime time cuando se produzca la despedida definitiva de Bea y Álvaro? Después del éxito de ayer, no me extrañaría nada.
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