En un memorable diálogo perteneciente a 'Midnight in Paris', Gil (Owen Wilson) es ridiculizado por su intención de abrir una tienda de nostalgia y por el pensamiento romántico que hace que idealice el Paris de los años 20; sus compañeros le critican alegando que cuando alguien considera que una época pasada siempre fue mejor, es un síntoma de negación de un doloroso presente.
Los amantes de las series históricas podemos sentir una estrecha conexión con esa sensación. Los espectadores que esperamos con inquietud series basadas en determinadas épocas con una cuidada recreación, como 'Rebellion', 'Knightfall' o 'Versailles', puede que queramos escapar de un presente cada vez más desalentador, y por ello revisamos con un sexto sentido las arriesgadas producciones que se adentran en los relatos históricos.
Los seguidores de este género gozamos de numerosos ejemplos para poder saciar nuestras ansias históricas aunque, a pesar del numeroso catálogo de series o películas, si lo que buscas son recreaciones lo más fieles posibles, las opciones se ven reducidas notablemente. En esta ocasión vamos a hacer un repaso por un título que puede pasar desapercibido dentro del catálogo de Movistar o Netflix pero que es una ficción reseñable por numerosos aspectos.
La fascinante historia de Versalles
'Versailles' es una coproducción francocanadiense que nos narra la historia de Versalles y su ambiciosa ampliación en 1668 a cargo de Luis XIV. Con motivo de esta construcción y lo que supondrá, el rey ordena el traslado de su corte a palacio haciéndonos partícipes de las numerosas dificultades que rodean a la edificación y la relación del monarca con su entorno, en especial con su hermano Felipe I.
La serie presenta numerosas tramas políticas y románticas que suceden en esta auténtica jaula de oro. Pero para establecer unos antecedentes, hay que matizar que la historia de Versalles no comienza con Luis XIV; si bien el Rey Sol se dedicó por completo a su ampliación y adecuación, fue Luis XIII quién usaba ese espacio para cazar y alejarse del tumulto y es el monarca que toma la decisión de añadir dos alas más al originario palacete de caza.
Es a partir de 1668 cuando este espacio de retiro se desvirtúa, el nuevo monarca Luis XIV continúa con las ampliaciones y quiere construir un palacio fastuoso con unos jardines de ensueño. Todo ello para demostrar su gran poder y establecer todo un símbolo para el resto de países y para sus propio entorno, manteniendo a los nobles y a su corte bajo su supremacía con la gran estrategia de establecer en Versalles la sede del gobierno francés.
La primera temporada de 'Versailles', que consta de diez episodios, se sitúa precisamente en el momento de esta decisión que desatará un gran revuelo. El mayor punto a favor que podremos encontrar en la ficción es la ambientación. El desarrollo de la construcción, la riqueza de los escenarios, el preciso diseño de las diversas estancias palaciegas juegan muy a favor para nuestra inclusión histórica viéndose reflejado el gran presupuesto que la televisión francesa destinó a su realización.
Todo ello acompañado de numerosas intrigas y problemas de liderazgo a los que va a tener que enfrentarse el monarca. Las tramas políticas y de alcoba no pueden escasear en una producción de esta temática pero donde adquiere mayor fuerza el desarrollo de la serie es en la compleja relación del rey son su hermano, el Duque de Orleans, en una continua lucha de poder.
El reparto, la gran debilidad de 'Versailles'
El mayor problema que podemos encontrar para conseguir adentrarnos de todo en la narrativa son unas interpretaciones que no consiguen cautivar. En ocasiones incluso esperpénticas en el desarrollo de algunos de sus personajes secundarios, sin conseguir establecer unas buenas bases sobre las que construir personajes interesantes y complejos.
George Blagden no termina de destacar dando vida al gran monarca, crea un personaje demasiado endeble y con pocas capas, provocando que Alexander Vlahos le sobrepase en el papel de Felipe de Orleans.
'Versailles' retrata de manera muy correcta ese ímpetu del rey por concentrar y controlar todo el poder dentro de palacio creando allí su gran núcleo de poder supremo así como sus luces y sus sombras. Pero quizá deja de lado el rigor histórico en determinado aspectos, especialmente los relacionados con las batallas y las dificultades por las que tuvo que atravesar Francia en algunas de ellas, creando cierto recelo a los conocedores de los hechos de ese periodo.
En todo caso, sin duda, la balanza se inclina a favor de la serie. Consigue introducir al espectador en la dinámica de palacio, siendo una ficción totalmente inmersiva que convierte al público en un miembro más de la corte, enclaustrada en esa maravillosa jaula de oro.