Decir adiós a una serie como ‘United States of Tara‘ no es fácil, y mucho menos hacerlo de forma prematura como nos ha obligado Showtime. El anuncio de su final llegó muy pronto, a mitad de temporada y sin tiempo para arreglar los últimos flecos que permitieran dejar cerrada una trama tan complicada como ésta. Tras ver el último episodio, emitido el pasado lunes en Showtime, la sensación que se le queda a uno en el cuerpo es la de un “aceptamos barco”; como viene siendo frecuente en las series de cable, los finales de temporada suelen ser ambiguos, dejando la puerta abierta a una continuidad, pero también dejando tramas medianamente cerradas que sirvan de final de serie.
Y esto es lo que le ha pasado a ‘United States of Tara‘. Los que ya hayan visto la tercera temporada en su totalidad se habrán dado cuenta de que el último capítulo sirve perfectamente como final de serie (como también hubiera servido, por ejemplo, el final de la primera temporada, no así el de la segunda), pero me queda la sensación de que Tara y sus alters podrían haber dado muchísimo más de sí en años posteriores. La trama de la serie estaba en su punto álgido, no nos hemos cansado en ningún momento de sus excentricidades y podría haber sobrevivido muchas temporadas más sin acusar ningún tipo de desgaste. Y es que la tercera ha superado, con creces, el nivel de las dos anteriores.
El acuerdo entre los alters
Reconozco que al principio no sabía muy bien hacia dónde se dirigía Tara este año; al igual que ‘Nurse Jackie’, ninguna de las dos tenía una trama definida que resolver con el paso de los capítulos, y llegó a resultar un poco exasperante en los primeros capítulos. Lo bueno es que en el caso de ‘United States of Tara’, esos capítulos de calma inicial tenían un propósito: por un lado, establecer una alianza entre Tara y todos sus habitantes; por el otro, poner a Hatteras como “guía” ante lo que se avecinaba, la aparición de un nuevo alter asesino que no dejaría títere con cabeza.
Yo digo siempre lo mismo, la aparición de nuevos alters y el mayor protagonismo de Tara nos deja con casi ninguna opción de disfrutar de la gracia y el salero de los tres alters originales (Alice, T y Buck), y supongo que en buena parte es ésa la causa por la que nos han robado vilmente el opening de la serie, pero aun así hemos tenido algunas dosis de esas pequeñas grandes escenas. Mi favorita siempre ha sido y será Alice, pero cuando ésta se junta con la madre de Tara, saltan tantas chispas que la fascinación me come por dentro. El año pasado, Alice le pegó un buen repasito en casa del vecino vestida de viuda, y ésta vez la escena se ha producido gracias al acuerdo entre Tara y sus alters originales para defenderse mutuamente cuando les haga falta.
Hazte una pregunta, Beverly. Si tu propia hija no quiere hablar contigo, ¿cómo puedes llamarte “buena madre” a ti misma? Una madre no se inventa excusas, simplemente se dedica a amar, preocuparse, interesarse y dar cariño… sólo actos de amor. Si alguna vez has tenido una motivación diferente, no te llames “madre”. Te estoy vigilando, Beverly. Tengo ojos por todas partes.
La inquietud de Marshall y Kate
‘United States of Tara’ siempre ha presumido de unos secundarios que ni por asomo se quedan a la sombra de la grandeza de su protagonista, y este año han vuelto a demostrarlo. Tanto Marshall como Kate han probado lo que duele un guantazo de la mano de su madre, aunque no sea ella quien la controla en ese momento, y ambos han querido evadirse de alguna forma. Ella, intentando irse a Japón primero y convirtiéndose en azafata de vuelo más tarde; y él, centrando todo su esfuerzo en su película y en seguir explorando su homosexualidad. Creo que no me equivoco al decir que “Moosh” es uno de los personajes más adorables que existen, y ha sido precioso verle pasar por todas las penurias de este año, con la muerte Lionel como colofón final.
También Max ha cambiado mucho en esta temporada, demasiado harto ya de ser el marido perfecto y de aguantar las excentricidades de su mujer. Capítulo a capítulo se le ha visto endurecer su carácter, entre los problemas en casa y en el trabajo, para desembocar finalmente en ese ataque de rabia en la cena frente al pavo. Su cabreo no va dirigido hacia nadie ni nada en concreto; nadie tiene la culpa de cómo le vienen las cosas, pero eso no quiere decir que no pueda y deba quejarse por ello. Una de éstas nunca viene mal, y Tara no tardó en reconocérselo.
Y para el final, dejamos a Charmaine, un personaje que pide a gritos un spin-off. El embarazo le sirvió para recuperar parte de esa atención perdida en favor de Tara de la que siempre se ha quejado, aunque poco le duró con la llegada de Bryce. Sus desplantes y su espontaneidad siempre han sido la salsa de la serie, dosificada en pequeñas paridas que salen de su boca o de su dedo corazón en forma de peineta; sólo al final hemos visto a una Charmaine más emocional, retomando la proposición de matrimonio que Neil le hizo al comienzo de la temporada y prestándose a cuidar a Marshall mientras Tara está internada. La echaremos de menos, a ella más que a nadie.
La herencia de Bryce Crane
La segunda temporada nos dejaba con la noticia de la existencia de ese hermanastro violador que abusó de Tara en su infancia, y ésa ha sido la guía en estos capítulos finales de la serie, que han sido para enmarcar. Desde el principio de temporada pensábamos que el nuevo alter de Tara sería “College Tara”, esa versión universitaria en sus años de juventud; pero desde el momento en que vimos a esa nueva personalidad intentando cortar a Tara con un cristal supimos que ahí había algo más gordo. Y efectivamente, un auténtico asesino en serie se apoderó de su cuerpo para dar protagonismo a una trama similar a la de la película ‘Identidad’ (entre otras).
Las acciones de Bryce, aniquilando a todos y cada uno de los alters, denotaban un afán de los guionistas por retomar desde cero el trastorno disociativo de la personalidad que afronta su protagonista. Eliminando a todos los huéspedes de Tara teníamos la opción de crear nuevos personajes, hacer borrón y cuenta nueva para dejar sola a Tara y crear nuevas personalidades sin saturar con las que ya teníamos. Todos adorábamos a Shoshana y Chicken, por poner un ejemplo, pero esa escena final en la que Tara ve sus tres alters originales en la camioneta recuperándose de las heridas de Bryce dejaba claro que no todo se iba a perder en caso de que hubiera una cuarta temporada.
Pero no la habrá, así que nos tenemos que conformar con lo que tenemos. Repito, “aceptamos barco”, el final de temporada sirve perfectamente como final de serie, pero está claro que es un final orientado a tener una continuidad. ‘United States of Tara’ no merecía un final casual, que sirviera “pa un roto y pa un descosío“; la serie de Diablo Cody y Steven Spielberg ha contribuido más que ninguna a crear imagen para Showtime, como cadena transgresora capaz de tocar puntos de la personalidad humana que otras ni siquiera sabrían cómo abordar. Al final, la audiencia libre y soberana (que pone el canal que le da la gana) ha sido la decisiva, y a todos los que somos fans acérrimos de la serie nos han dado un babuchazo en los morros. Ha sido sin duda la cancelación que más me ha dolido de todas las que hemos tenido este año, y será raro no volver a tener nuestra dosis primaveral de T, Buck, Alice, Shoshana, Gimme y compañía. Una lástima.
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