Y llegó a su fin. ¿No ha sido como muy corta? ¿Seguro que no quedan otros seis episodios por ahí? Durante todas las semanas que ha durado la emisión del tercer año de ‘Juego de Tronos’, en ¡Vaya Tele! hemos hecho un seguimiento de la serie, reflexionando cada episodio y ampliando la experiencia gracias a Internet. Pero al igual que en la estructura narrativa de algunos dramas de HBO, incluido Poniente, después de la tormenta nos hace falta una calma reflexiva que cierre todo lo anterior y ésta es mi mirada a lo que ha sido la tercera temporada de ‘Game of Thrones’.
Primero, unos números. La audiencia de las serie sigue en aumento. Lejos quedan aquellos dos millones y medio del primer año que, a término de esta tercera entrega se han convertido en más de cinco millones de espectadores de media, cifra que llega hasta los 13.6 millones cuando tenemos en cuenta todas las plataformas disponibles (HBO Go, DVR, etc.). Esto sin contar el apabullante éxito internacional de una serie que se ha convertido en todo un fenómeno como no veíamos probablemente desde ‘Perdidos’.
Los aciertos narrativos
Ya spoileaba en el titular de este análisis que considero la tercera temporada como la mejor de ‘Juego de Tronos’ hasta el momento (y una de las más redondas de la temporada). El primer acierto para llegar a ello ha sido la forma en la que D.B. Weiss y David Benioff han afrontado el material de partida de cara a su adaptación a televisión. No es únicamente que se hayan liberado de la presión de incluir 1300 páginas con infinidad de personajes, historias y localizaciones en sólo 10 episodios, sino que han hecho suyos todos los hechos de la serie y han administrado las historias sin dejarse esclavizar por su cronología o su peso inicial.
Han tomado todo el intricado de personajes y sus tramas y han construido unas escaletas que obedecían únicamente a los intereses narrativos de la temporada como ente propio, plasmando algunas historias de ‘Tormenta de Espadas’ casi en su totalidad en esta primera temporada, acercando sucesos de novelas posteriores y retrasando otros de tal forma que los arcos argumentales, el confluir de todas las líneas y la evolución de los personajes se ha contado de una forma mucho más eficiente y menos dispersa que en las entregas previas. Prueba de ello son esas temáticas globales episódicas que tenían en común las historias dentro de cada episodio; las despedidas a ritmo de Las Lluvias de Castamere, el apellido (tema omnipresente en el final de temporada) o la venganza (ese fabuloso cuarto episodio) son algunos ejemplos.
Con esta tercera temporada (y siendo una percepción de alguien que sí ha leído el material original) se han separado de forma satisfactoria de la referencia literaria, y han desarrollado todos los componentes de tal forma que esa sensación de batiburrillo generalizado de familias, lugares y rencillas que podían dificultar su seguimiento ha desaparecido, y lo ha hecho sin perder los guiños y referencias al fan.
El secuencia a secuencia
Pocas series recuerdo que consigan hacerme disfrutar como ésta con cada una de las secuencias. Hay seguidores decepcionados que dicen aburrirse con los episodios salvo cuando hay algún clímax movido de esos que en Poniente suelen acabar con partes del cuerpo amputadas o batallas cubiertas de fuego verde. ‘Juego de Tronos’ no es esa serie. Es un drama político y familiar cuya acción (y la que más se disfruta) es mayormente dialéctica.
Cada secuencia está construida con una tensión interna admirable, con cantidad de giros en forma de aparentes frases inocentes que afectan enormemente al resto de historias y con mucho subtexto a veces no demasiado sutil pero siempre efectivo. Y esta temporada ha demostrado que es una serie donde el poder, el amor, la traición y la ira se muestran de forma igual o más potente con palabras. Hablan mucho. En 'Juego de Tronos' lo estimulante suele ser el te voy a matar más que el te estoy matando.
Esa libertad a la hora de administrar las historias de la que hablaba antes se ha hecho evidente en el secuencia a secuencia, sobre todo en los desenlaces de cada arco de evolución. Hemos ido acompañando con paso firme a los personajes, hemos visto la cara vulnerable del matarreyes y hemos vivido la evolución de Arya desde su inocente pero noble y fuerte manera de afrontar las cosas hasta ese descorazonador arrebato descontrolado de ira, dos de los arcos más interesantes de la temporada. Sin esas secuencias aparentemente triviales de Jon e Ygritte, esas dos últimas secuencias juntos no habrían tenido la misma tensión emocional, no habríamos visto el duelo interno en los ojos de ella antes de lanzar esas flechas.
La boda roja habrá demostrado una vez más la capacidad de sorpresa e imprevisibilidad de las historias en ‘Juego de Tronos’, pero la forma de llevarlas, de emplear el punto de vista, demuestran también lo mucho que aún nos queda descubrir de los personajes, que muestran su gama de grises a medida que las circunstancias se suceden y dependiendo enormemente de quién tienen delante. Y quien dice gama de grises, dice la escala entre el hielo y el fuego que tan acertadamente representaban las imágenes promocionales de la temporada (aunque alguno no tenga ni pizca de calor).¿Un final sin cliffhanger?
‘Juego de Tronos’ ha seguido su esquema habitual de colocar el punto álgido, el evento que cambia el juego, en el noveno episodio y dejar el décimo para recoger las consecuencias de ese clímax y establecer un punto de partida para lo que vendrá. Mhysa es uno de los mejores episodios de la temporada. Las tramas confluyen y son las propias consecuencias de lo hecho hasta el momento las que abren la puerta a lo que está por venir. Algunos acusan un final sin apoteosis, pero después de la boda roja había que limpiar la sangre (literal y figurativamente). Aquí, la cumbre es una suma de cliffhangers: Cersei y Jaime en ese frío encuentro, las flechas de Ygritte y la llegada de Jon al castillo, Bran atravesando el muro, Stannis que subirá al muro, la búsqueda de Theon, Tyrion amenazando a Joffrey, el (enésimo) renacer de Daenerys.
En su huída de Desembarco del Rey, Arya causó la muerte de un mozo de cuadra pero ahora ha matado a un hombre tras ver la cabeza de un lobo cosida al cuerpo de su hermano. Descubrir a la Arya de la cuarta temporada es el estilo de cliffhanger que maneja ahora mismo ‘Juego de Tronos’ y eso me provoca mucha más emoción y el triple de rabia por la espera que un ejército de caminantes blancos.
Los análisis detallados por episodio:
- 'Juego de Tronos' 3x10: cerrando puertas, abriendo ventanas
- 'Juego de Tronos' 3x09: los Lannister envían recuerdos
- 'Juego de Tronos' 3x08: quien siembra vientos, recoge tempestades
- 'Juego de Tronos' 3x07: cuando las relaciones importan
- 'Juego de Tronos' 3x06: el preludio del caos
- 'Juego de Tronos' 3x05: la calma antes de la tempestad
- 'Juego de Tronos' 3x04: avanzando hacia el fuego
- 'Juego de Tronos' 3x03: colocando las piezas en el lugar adecuado
- 'Juego de Tronos' 3x02: la oscuridad de Poniente
- 'Juego de Tronos' regresa presentándonos el Poniente tras Aguasnegras
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En ¡Vaya Tele! | Seguimiento de 'Juego de Tronos'
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