En 2010 se estrenó ‘Los Pilares de la Tierra‘, una ambiciosa miniserie que comprimía la exitosa novela homónima de Ken Follett en apenas ocho episodios. La adaptación fue bien recibida tanto en términos artísticos (es una de las mejores miniseries de los últimos años) como de audiencia, por lo que no tardaron en confirmar que ‘Un Mundo sin Fin‘, una especie de secuela de ‘Los Pilares de la Tierra’, también daría el salto a la televisión. Hasta Cuatro anunció bien pronto que ellos la emitirían en España.
Desde entonces, la calma ha sido lo que ha rodeado a una producción que parecía destinada a ser un nuevo bombazo, siendo lo más noticiable que Starz, el canal que emitió ‘Los Pilares de la Tierra‘ en Estados Unidos, no llegó a un acuerdo económico para hacerse con los derechos de la misma, los cuales fueron a parar a manos de ReelzChannel, una emisora poco conocida por su programación original que estrenará ‘Un Mundo sin Fin’ el próximo 17 de octubre. Sin embargo, hace ya unas semanas que, casi con más pena que gloria, empezó a emitirse en Canadá y ha llegado el momento de hablar sobre la calidad de la primera mitad de esta miniserie.
De ‘Los Pilares de la Tierra’ a ‘Un Mundo sin Sin’
No sé si recordaréis que ya comenté que mi gran temor sobre ‘Un Mundo sin Fin‘ era que contaba con un reparto que me provocaba bastantes dudas sobre que pudieran mantener el nivel de los actores que protagonizaron la notable adaptación de ‘Los Pilares de la Tierra’. Y es curioso, ya que ‘Un Mundo sin Fin’ ha costado 46 millones de dólares, seis más que su predecesora, pero se ve que han preferido gastarlos para corregir otros problemas, ya que había momentos de ‘Los Pilares de la Tierra’ en los que los efectos especiales no estaban a la altura de las circunstancias, siendo algo que, al menos por ahora, no se ha notado lo más mínimo en su secuela.
Volvamos, sin embargo, al reparto de ‘Un Mundo sin Fin’, donde se ha intentado mantener la apuesta de ‘Los Pilares de la Tierra’ de combinar rostros reconocibles por el público con otras caras quizá no tan populares, pero sí prometedoras. La cuestión es que en la “primera entrega” se consiguió un gran equilibrio, ya que los jóvenes no desmerecían para nada el ya demostrado talento de veteranos como Ian McShane o Rufus Sewell, un intérprete menos laureado por su predisposición a aparecer en auténticas mierdas como ‘Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros’.
Ese delicado equilibrio es algo que le ha costado lo suyo conseguir a ‘Un Mundo sin Fin’, ya que hasta el cuarto episodio no han conseguido hacer encajar todas las piezas que manejaban, y que éstas empiecen a brillar tanto como pudieran (pienso sobre todo en Miranda Richardson). Y es que, por mucho que deseara lo contrario, el nivel global de la serie en este apartado está al menos uno o dos escalones por debajo de su predecesora, ya que casi todos los protagonistas han tenido al menos uno o dos momentos de claro lucimiento, pero no todos han sabido aprovecharlo igual de bien.
La identidad propia de la serie
La historia de ‘Un Mundo sin Fin’ se sitúa 150 años después que la de ‘Los Pilares de la Tierra’, por lo que, como es obvio, es algo casi anecdótico que la acción se sitúa en el mismo lugar, la localidad de Kingsbridge, la cual se ha convertido en un motor económico para el país inglés, algo que lleva a la corte a exprimirlos a impuestos para así poder financiar la desastrosa guerra contra Francia que está a punto de comenzar. Eso sí, hay un claro punto de unión en las tremendas dificultades para construir algo en Kingsbridge, ya que de una majestuosa catedral hemos pasado ahora a un puente vital para que lugar no acabe quebrando en pocos meses.
La lucha de poderes y la eterna dualidad entre el bien y el mal son otras constantes que aparecen, quedando bastante claro que Ken Follett tiene muy poco aprecio por las altas estancias de las organizaciones religiosas, ya que aquí encontramos a un prior tan despreciable o más que el personaje interpretado Ian McShane en ‘Los Pilares de la Tierra’, con la pega de que Rupert Evans no termina de resultar creíble cuando tiene que mostrar sus obsesiones secretas, algo que palia en parte cuando le toca actuar como un malnacido. Esto es algo que también compensa Cynthia Nixon como su madre, a la cual le costó un par de episodios erigirse como una figura capaz de lo que sea por proteger a su retoño.
Curiosamente, es en una escena protagonizada por el personaje de Nixon (en la que introduce veneno a traición en una solución curativa de la doctora) donde tenemos un momento esencial para entender ciertas debilidades del guión, ya que hay ocasiones en las que la serie pierde cierta verosimilitud en favor de giros de guión necesarios para que la historia avance correctamente. Eso se une a sus dificultades para establecer con cierta rapidez a los protagonistas, algo que consigue casi en las mismas ocasiones (los dos hermanos o la madre del rey) en las que no está a la altura (Sir Thomas Langley o el propio rey). Sé que hay casos en los que quieren mantener deliberadamente cierto misterio, pero nunca puede ser a expensas de que el personaje pierda fuerza e interés.
La reconstrucción histórica, como ya he comentado, está muy lograda, aunque sin llegar a los niveles de esplendor de otras producciones (estoy pensando sobre todo en la HBO), mientras que el trabajo tras las cámaras de Michael Caton-Jones, director de todos los episodios, poco tiene que envidiar al de Sergio Mimica-Gezzan, pero los errores ya comentados han limitado hasta ahora a una miniserie, eso sí, bastante entretenida, sobre todo viendo más de un capítulo seguido. Vamos, que no llega al nivel de ‘Los Pilares de la Tierra’, pero es una propuesta a tener en cuenta que, además, tiene pinta de que va a ir a más en los cuatro episodios restantes.
En ¡Vaya Tele! | ‘Un Mundo sin fin’, espectacular tráiler de la secuela de ‘Los Pilares de la Tierra’
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