'Treme' termina fiel a sus señas de identidad

Do you know what it means to miss New Orleans?

Y así, con un capítulo que recupera en parte algunas de las cosas que vimos en aquel primer Mardi Gras de la primera temporada, 'Treme' cierra el círculo y dice adiós para siempre. Esta cuarta y última entrega ha estado compuesta sólo por cinco episodios, concedidos por HBO a David Simon para que pudiera dar cierta sensación de cierre a su serie, para que le pusiera un epílogo porque, la verdad, el final de la tercera temporada ya se vio en gran parte como si fuera el final de la serie. Hemos seguido a Antoine, Toni, Janette, Davis, Annie y los demás afrontando el comienzo de nuevas etapas en sus vidas, continuando en su pelea contra las injusticias del sistema o dudando entre mantener sus principios o "venderse" al dios del éxito, pero ningún viaje ha sido tan definitivo como el del Gran Jefe Albert Lambreaux.

Su lento declive físico a causa de su cáncer, hasta su muerte, permite que la historia sobre el traspaso de la tradición que se ha estado contando a su alrededor llegue a su culminación. Su hijo Delmond logra encontrar la manera de honrar el legado de su padre sin renunciar a su propia personalidad como jazzman moderno, y las escenas en las que Albert seguía cosiendo, mientras se daba cuenta poco a poco de que no conseguiría llegar al Martes de Carnaval, han puesto buena parte de la emoción en esta abreviada temporada final. 'Treme' comenzó siguiendo los esfuerzos de Albert por poner en pie de nuevo a sus Indios tras el paso del Katrina, y es lógico que termine mostrando cómo esa tradición se mantiene viva después de su muerte.

El círculo final

La lenta asunción de Delmond de la tradición personificada en su padre sirve también para representar el viaje que todos los personajes han vivido desde el principio de la serie. Con esa especie de estructura circular que une el primer Mardi Gras visto en 'Treme' con el último recuperamos algunos de los momentos que vimos en aquella primera temporada y podemos compararlos con cómo se ven ahora esos personajes. Quizás el toque más entrañable y claro lo ponen Toni Bernette y su hija Sofia, que continúan con la tradición de Creighton de salir de casa esa mañana bailando "Go to the Mardi Gras", de Professor Longhair, pero ya no son las mismas personas que eran en aquel día. Tardaron en superar el suicidio de su marido y padre, pero lo hicieron perseverando en las cosas que creen.

Y aunque veamos a Antoine ligando con dos chicas guapas en la barbacoa, ya no es el mismo Antoine Batiste del principio. Aquel músico que tiraba de encanto para "sablear" a los taxistas y que iba de bolo en bolo es ahora un profesor preocupado por que sus alumnos puedan tener en la música una salida de sus problemas, aunque sea momentánea. A pesar de que, después de todos los reveses que ha sufrido esta temporada, intenta olvidarlo con un último día de conciertos y second lines ininterrumpidas, ahora ya es un adulto, no sólo un músico. Y también es interesante ver el contraste entre la Annie sometida a Sonny del principio y la exitosa que mantiene a raya a su manager del final. La dedicatoria que le hace a Sonny en el concierto prueba cómo esos homenajes que el último episodio hace a la primera temporada nos muestran la evolución de los personajes, en bastantes casos para bien o, como mínimo, hacia una mayor comprensión de sí mismos.

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El tirón de Nueva Orleans

Estos cinco capítulos de cierre se han visto, como decía David Simon en alguna entrevista, como si fueran la segunda mitad de una temporada normal de la serie. Al no tener dinero más que para producir esos, y no más, la serie nos mete de lleno en las nuevas situaciones de sus protagonistas, perdiéndonos, por ejemplo, cómo Janette consigue marcharse de Desautel's y montar su propio restaurante, y también se podría haber dado más cancha a la investigación que el FBI hace de la corrupción interna en la policía de Nueva Orleans, una investigación que lleva a Terry a abandonar su trabajo en coherencia con sus principios. Este asunto, el de la fidelidad a unos principios ante la promesa de un gran éxito o de un sueño que puede cumplirse, ha sido también muy importante en los retratos de Janette y Annie.

Terry y su celebración en Indianápolis de la SuperBowl de los Saints representa, al mismo tiempo, otro de los temas recurrentes de 'Treme', y es el hecho de que todos esos personajes pueden protestar y renegar de Nueva Orleans, pero la aman todos demasiado para irse, o para olvidarla cuando están lejos. Y eso que, como bien simboliza esa especie de espantápajaros urbano que Davis monta para señalizar un socavón en una calle, es una ciudad que va a lo suyo, en la que sus habitantes tienen suficiente sentido del humor para sobrevivir a su lentísima burocracia ya sus tejemanejes variados, pero hasta quienes van allí con el sólo propósito de sacar beneficio, como Nelson, acaban atrapados por su influjo. Las últimas escenas del Mardi Gras de esta cuarta temporada, con esos collares de cuentas colgados por todas partes, son la despedida nuestra y de la serie, nada más que un recordatorio de que la fiesta se ha acabado.

Esta última temporada de 'Treme' ha sido fiel a sus señas de identidad y se ha estructurado más alrededor de estampas impresionistas que de una trama al estilo convencional. No es que sus personajes necesitaran un cierre de sus historias, pero sí les ha ofrecido un viaje emocional que los coloca ante nuevas etapas en sus vidas, que nosotros ya no veremos. Ha logrado ofrecer una sensación de comunidad y de resistencia ante los adversidades, ya sean en forma de desastre natural o de maniobras y negligencias burocráticas, y ha construido personajes muy humanos a los que resultaba siempre entretenido seguir. Además, por supuesto, de que sus momentos musicales y culinarios eran unos estupendos "lugares felices".

En ¡Vaya Tele! | 'Treme', la serie que pasa más desapercibida de HBO

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