Es curioso que una de las series que ha logrado la renovación por una segunda temporada haya sido 'Touch', sobre todo si tenemos en cuenta el desarrollo de su primera temporada, gracias a la cual nos hemos dado cuenta de que la serie creada por Tim Kring no ha destacado de otras tantas ficciones que no han conseguido la continuación para el próximo curso. 'Touch' entra en esa categoría de series de televisión que muestran algo interesante en su episodio piloto, pero que no saben explotar esa idea de manera que los capítulos que le siguen mantengan ese interés inicial.
Me acerqué a 'Touch' después de que me llamara la atención la apuesta que FOX nos hacía con esta ficción. Incluso llegué a entusiasmarme con su episodio piloto, lo que me hizo creer que quizá estábamos ante una de las series revelación del año. Pero lo cierto es que luego me he ido desanimando lentamente con el transcurso del resto de capítulos, dándome cuenta que la serie presentaba una y otra vez la misma fórmula y pecaba de repetitiva a más no poder. Con el primer capítulo entendí que 'Touch' pretendía emocionarnos. Conmigo, al menos, lo logró. El problema radicaba en que los siguientes episodios querían provocar el mismo efecto y lo hacían precisamente utilizando el mismo camino, los mismos recursos, algo que al final ha causado cierto rechazo por repetitivo y, más tarde, por mostrar una gran incapacidad de sorprender.
Lo que más le ha fallado a 'Touch' ha sido la aparición de una trama principal que contara con más fuerza que la que nos han ofrecido, ésa que se centraba en la investigación de la desaparición de Amelia. Esta historia se ha introducido demasiado tarde, además de que no ha aportado el gancho suficiente para que tuviéramos un motivo para seguir viendo la ficción. Ése ha sido el principal motivo para no seguir viendo la serie: descubrir que con un episodio ya estaba todo contado. La idea de la ficción nos había quedado clara, pero lo único que podíamos hacer para encontrar algo más era abandonarla y buscar una nueva serie que sí cumpliera con nuestras expectativas.
Sin mucho más que contar
La arriesgada apuesta de 'Touch' transforma en trama principal lo que en otras series hemos visto de forma secundaria. Hablo de la conexión entre personas, eso de lo que tanto hemos hablado tras encontrarlo en ficciones como 'Perdidos' a base de pinceladas que causaban gran expectación y que en 'Touch' llega a convertirse en un fin en sí mismo, transformando la serie en un procedimental en el que cada episodio establece una conexión entre varias personas que se encuentran en distintos puntos del planeta. Estas conexiones, algunas mostradas de forma más acertada que otras, nos permitían hacer una reflexión sobre lo que nos une, dejándonos con la sensación de que los habitantes del planeta estamos más conectados de lo que pudiéramos llegar a pensar en un principio.
Ésta ha sido la idea principal que 'Touch' quería mostrar y así lo ha hecho en todos sus episodios. Pero esa sensación que nos creaban al principio se ha ido difuminando con el desarrollo de la serie, ya que nos habrían transmitido la misma sensación si, por ejemplo, 'Touch' hubiese sido una miniserie de tan solo tres episodios. A la serie le ha faltado algo que ni siquiera ha podido darle Kiefer Suherland. En su vuelta a la televisión, al actor le ha pesado su personaje de Jack Bauer. A mí, algunos de sus gestos me recordaban irremediablemente a él y me costaba creer algunos de sus actos, como que, por ejemplo, no supiera usar un arma.
A excepción de Jake, no he encontrado ningún personaje principal que me llamara especialmente la atención. Solo he sentido simpatía por algún que otro secundario, que conseguían que me interesara por ellos más en un solo capítulo de lo que lo hacían personajes como la asistente social en toda la temporada. Algo que sí me ha parecido acertado ha sido el modo de iniciar cada episodio, con esa reflexión de Jake que te invitaba a conocer la nueva conexión de turno, al igual que con la cabecera de la serie, que también se envuelve en esa idea de conectividad de la que 'Touch' no logra salir ni un segundo.
¿Un final cerrado?
Algo que me ha llamado la atención de 'Touch' ha sido la manera en la que ha concluido su primera temporada, que, pese a que no resuelve todas las incógnitas de la trama principal, deja la historia más cerrada de lo que pudiéramos pensar en un principio, o, al menos, más cerrada de lo que otras ficciones no renovadas se han despedido este año. Con Martin y Jake agarrados de la mano (todo un logro si tenemos en cuenta la evolución del niño), libres en otra ciudad y tras encontrar a la madre de Amelia, podemos entender que el destino de los tres era encontrarse, como vía para dar con Amelia en el futuro. El paradero de la niña es lo único que no ha quedado resuelto, siendo un gancho al que le falta algo de atracción para que esperemos con ganas el inicio de la segunda temporada.
'Touch' deberá sufrir una profunda renovación de cara a sus nuevos episodios si quiere entusiasmar de nuevo a la audiencia. Es cierto que la idea de la serie es buena, y que algunos de sus capítulos consiguen el efecto deseado, pero la sensación general que nos ha dejado es de haber convertido esa premisa inicial en una serie empalagosa y repetitiva, en la que no nos importan los personajes que están conectados entre sí ni, a veces, los protagonistas de la serie, que pretenden sin éxito que nos involucremos en sus vidas y, de pasada, en todas las que van encontrando a su alrededor.
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