La historia de ‘Torchwood’ desde su segunda temporada ha sido un poco accidentada. La BBC la renovó entonces para una tercera entrega que tardó un año en estrenarse, y que era en realidad una miniserie de cinco episodios que tuvo un gran éxito de público y de crítica. Sin embargo, su futuro no estaba nada claro. La cadena británica lleva ya un tiempo inmersa en importantes recortes presupuestarios y el destino del spin-off de ‘Doctor Who‘ parecía que iba a ser caer víctima de esos ajustes. Por suerte para nosotros, la BBC encontró un socio para compartir costes y emisión en Starz, necesitada de nuevas series de ficción propia para ir abriéndose hueco en el competido mundo de la televisión por cable estadounidense, y así tenemos entre nosotros, dos años más tarde del estreno de ‘Children of Earth‘, una ‘Torchwood: Miracle day‘ en la que se nota la inyección de dólares estadounidenses en la producción.
De hecho, se podría argumentar que ‘Torchwood’ se ha americanizado en esta cuarta temporada; gran parte de la serie se ha rodado allí, Starz es la que aporta más dinero y, por tanto, la está emitiendo una semana antes que la BBC, y se están permitiendo secuencias más espectaculares, como la persecución del jeep por un helicóptero en la playa o la explosión en los archivos de la CIA. Sin embargo, aunque los valores de producción han mejorado y se nota que tienen más dinero que gastar, ‘Torchwood’ no es, de momento, tan diferente de la serie que era en sus dos primeras temporadas. Esto no es ‘Children of Earth’, y si nos acercamos a ella utilizando esa miniserie de rasero para medir, nos vamos a llevar una decepción.
El punto de partida de estos nuevos diez episodios ya lo conocemos de sobra. Un buen día, sin que se sepa cómo ni por qué, toda la humanidad deja de morir. Oswald Danes, un pedófilo condenado a muerte por el asesinato de una niña, sobrevive a la inyección letal, y Rex Matheson logra esquivar a la muerte a pesar de sufrir un accidente de tráfico en el que lo atraviesa una barra de hierro. Lo que parece un milagro, enseguida empieza a verse como un regalo envenenado. Ampliando la subtrama de Owen al final de la segunda temporada, la gente no puede morir, pero si están enfermos siguen sufriendo, y la superpoblación de la Tierra se dispara.
El milagro que no lo es
Como nos muestran las reuniones de médicos que vemos en el segundo episodio, la situación tiene unas consecuencias potencialmente desastrosas, y Russell T. Davies y su equipo parecen dispuestos a explorar lo que puede significar esa idea de la vida eterna hasta las últimas consecuencias. Danes, aunque de momento está desconectado del resto de la trama, ofrece algunas cosas interesantes, y Bill Pullman puede ser bastante inquietante si se lo propone. Él y la relaciones públicas que conocemos en ese segundo capítulo son, por ahora, los dos mayores enigmas de la serie, porque no sabemos qué se proponen ni sus acciones son reales o fingidas.
De momento, el origen del milagro interesa menos que sus efectos porque, precisamente, uno de ellos es que Jack Harkness, el hombre inmortal, ahora puede morir. Es un giro que hace que nos planteemos si él era el objetivo de todo o si no es más que un daño colateral, pero lo que sí está claro es que Gwen y él tienen todavía muchos enemigos que quieren eliminarlos. Esa conspiración que se insinúa dentro de la CIA vuelve a colocar a nuestros protagonistas en grave peligro (sin que sepamos hasta qué punto está relacionada con el milagro) y sitúa el centro de atención en Gwen y Jack, un dúo que justifica el visionado de la serie sólo por verlos discutir y trabajar en equipo.
El corazón de la serie
Gwen, de hecho, confirma el papel de corazón de ‘Torchwood’ que ocupa desde prácticamente el principio, y estos dos primeros capítulos fomentan más el sentido de la diversión que la seriedad de la trama también, en parte, para mostrarnos porqué ella echa tanto de menos ‘Torchwood’; es peligroso, pero también emocionante. Ese tono, si queréis más de “no nos tomamos muy en serio”, es justo lo que emparenta ‘Miracle Day’ con la segunda temporada, por ahora, aunque hayan optado por contar una única historia en lugar de diez casos de “monstruos de la semana”.
Los distintos hilos de la historia aún no han empezado a confluir, y si Jack y Gwen interactúan más juntos, el conjunto se eleva. Hay algunos secundarios por ahí cuyo papel está un poco diluido, y Rex a veces está demasiado encasillado en el arquetipo del agente americano arrogante. Es muy pronto para saber si la temporada acabará teniendo el impacto emocional de, por ejemplo, ‘Adrift‘, uno de los mejores capítulos que han hecho nunca, pero pueden conseguirlo. Y por el camino, pueden entretenernos mucho. ‘Miracle day’ sigue siendo ‘Torchwood’, con todo lo bueno y lo malo que eso implica.
En ¡Vaya Tele! | Cinco razones para ver la nueva temporada de ‘Torchwood’