Uno de los mayores éxitos recientes de la televisión británica, 'Broadchurch', terminó hace unos días su segunda temporada en ITV, y la cadena anunció enseguida que los policías Alec Hardy y Ellie Miller volverían a las pantallas para una tercera entrega de sus aventuras. Viendo cómo terminó la segunda temporada, no resulta fácil especular por dónde pueden ir las tramas de esos nuevos capítulos, porque el cierre que pudo verse el pasado lunes era bastante definitivo.
Como es habitual en títulos cuya primera temporada fue prácticamente un fenómeno, con la segunda han llegado las inevitables críticas y quejas de "esto no debería haber tenido continuación", especialmente en el Reino Unido, expertos últimamente en esto. Chris Chibnall, creador de la serie, optó por continuar la historia de aquellos ocho capítulos iniciales, así que la segunda temporada muestra el juicio por el asesinato de Danny Lattimer al mismo que Alec Hardy intenta resolver el mayor cabo suelto de su pasado; el caso de las niñas desaparecidas de Sandbrook.
Los fantasmas de Hardy y Miller
No desvelamos nada si decimos que la intersección de esas dos tramas a veces no ha estado bien llevada, sobre todo al principio. Hardy actúa de un modo totalmente incomprensible, y sólo cuando él y Miller empiezan a estudiar de nuevo la investigación de Sandbrook, esta historia empieza a tomar un rumbo más interesante. Su resolución no es demasiado sorprendente porque se va insinuando aquí y allá lo que pasó realmente, pero al igual que ocurre en la primera temporada, 'Broadchurch' va ahí más por un cierre emocional que por un giro sorpresa.
Lee y Claire, los dos principales implicados en toda esa historia, también resultan unos personajes difíciles de comprender a veces, aunque cualquier escena que compartieran Eve Myles y Olivia Colman era siempre uno de los momentos álgidos del episodio. Sandbrook es una representación de los demonios que acosan a los dos policías, a los que deben enfrentarse antes de poder buscar una redención o simplemente poder superar lo que vivieron con el caso de Danny.
El juicio Lattimer
La principal trama de la segunda temporada ha sido, no obstante, el juicio por el asesinato de Danny Lattimer, un juicio que ha tenido todos los giros que se esperan en televisión pero que, sorprendentemente, tenía bastante coherencia con lo que vimos en la primera entrega. Si en aquellos episodios vimos que los habitantes de Broadchurch tenían la costumbre de guardar secretos y de actuar por libre, siguiendo sus propios códigos morales, esos comportamientos se vuelven contra ellos en la segunda temporada.
Resultaba bastante curioso ver cómo las dos abogadas tenían que vérselas con testigos que se saltaban sus directrices a las primeras de cambio, y aunque la defensa está durante gran parte del tiempo encorsetada en el cliché del "villano", de algún modo, su estrategia resulta comprensible y está bastante informada, como decimos, por lo que ocurrió en los primeros episodios de la serie. Además, también ha sido interesante que al acusado se le retratara más como un cobarde iluso que como un sociópata.
La segunda temporada de 'Broadchurch' ha sido bastante irregular, y ha tenido problemas consiguiendo, sobre todo, que los personajes del pueblo fueran medianamente simpáticos. La madre de Danny ha sido el mejor ejemplo de ello, aunque consiguen reconducirla al final. La gran dinámica que tienen David Tennant y Olivia Colman, que cuelan pequeños momentos de humor en todas sus conversaciones, ha sido de lo más destacado de la serie, pero es inevitable preguntarse si esta historia puede exprimirse más. Hay algunos flecos que podrían explorarse en la tercera temporada, como el juicio de Sandbrook o el hijo de la abogada, ¿pero realmente tendrían algún sentido?
En ¡Vaya Tele! | ITV confirma que 'Broadchurch' volverá por una tercera temporada
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