'The Walking Dead' 8x06: la serie baja el acelerador en uno de sus clásicos episodios de relleno

Es casi una tradición. Cualquiera que esté acostumbrado a los vaivenes de ritmo y calidad en las temporadas de ‘The Walking Dead’ saben que tras un inicio fuerte vienen los valles. La cosa ya se fue asentando en el episodio anterior, pero en ‘El Rey, la viuda y Rick’ ha vuelto a caer en su pecado más tradicional. La quinta marcha, el bálsamo de presupuesto y guionistas, para desenredar y enredar sin ofrecer nada verdaderamente significativo. La trama avanza un poco, pero sobre territorios conocidos.

Es un clásico episodio de relleno, en el que todo lo que ocurre cuenta pero podría ser resumido, en el que retomamos a los personajes aparcados, sí, pero sin que realmente hagan nada de interés. La guerra se ha tomado unas vacaciones y lo único que merece algo entre tanta minitrama esparcida es el pequeño escarceo de Michonne y Rosita, con un alucinante momento que parece sacado de una película de acción de la Cannon, que enfatiza el saludable tono de tebeo trash que a veces toma esta temporada.

Muchos pasos adelante, muy poco terreno adelantado

La subtrama de Carol y Henry se construye sobre el tópico momento de decirle a un niño “no me sigas” y el niño no hacer caso, reciclada de la misma serie en otras ocasiones, con Carl siendo un experto. En este caso se resuelve con el encuentro de El rey y Carol, con una discusión mejor escrita que el resto, y que Melissa Mcbride consigue hacer funcionar. Hablando de Carl, también reaparece, hace un amigo, y tiene una de las apariciones más insulsas de su ya de por sí olvidable personaje.

El título lo dice todo, el grueso del episodio está dividido entre los tres líderes de la alianza anti-Negan de Rick. Con la escena de Ezekiel y Carol como epicentro emocional, el resto se desarrolla en la colina, con Maggie dándole a los prisioneros una oportunidad, incluido Gregory, en un movimiento lleno de malas decisiones de un personaje que se supone está cabreado por la muerte de su marido. Pero quitando lo que va ocurriendo con cada personaje, estructuralmente, todo se divide entre diez líneas diferentes sucediendo a la vez.

Un problema que viene de atrás en la temporada, puesto que se ha ido centrando en sucesos individuales durante episodios enteros dejando líneas abiertas durante cinco horas. Claro, ahora llega un episodio en el que, en lugar de enfocarse en algo concreto, se diversifica para tratar de encajar los huecos. Carl y unos chicos perdidos, Michonne y Rosita, Daryl y Tara, Rick y los carroñeros, Maggie y Gregory, Carol y Ezekiel, Jesus y los prisioneros, y en todas ellas, nada destacado aparte de lo mencionado anteriormente.

La ciencia de estirar el chicle

Por horarios, agendas o la razón que sea, se dejan de lado conflictos que tras semanas regresan sin que tengan efectividad dramática. Por ejemplo, cuando Aaron está mirándose con Maggie crea desconcierto porque Eric, su pareja, ha muerto, sí, pero ya hace semanas y el personaje está exactamente en el mismo punto. No da tiempo a pensar en él porque estaba desaparecido, además el ese bebé de los salvadores en brazos.

El par de momentos divertidos no lo hacen más entretenido o menos embarullado, con tantas cosas sucediendo a la vez. Como Rick les ha recordado a sus aliados, el tiempo corre, y mientras más tarde su grupo en completar tareas, es más probable que Negan se libere se prepare también para la guerra. Sin embargo, por la forma en que se desarrolla este episodio, está claro que no veremos un gran enfrentamiento antes del parón de mitad de temporada, que probablemente se centre en Rick y el grupo de Jadis.

Todo ello deja una sensación de estiramiento para llegar a Diciembre que resulta bastante decepcionante. La reacción a la anterior temporada parecía ir por buen camino, pero aquí lo malo no es que el episodio provoque indiferencia, lo grave es que se puede olfatear sin problema la estrategia de dosificación desde despacho como si los veteranos de la serie no conocieran un truco que quizá en época de bonanza funcionara, pero a día de hoy, la sangría de espectadores no para y la serie no está para mecanizar su racaneo como se ha permitido en sus momentos álgidos.

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