¿Os habéis abrochado los cinturones? ¿Alguna vez habéis creído conocer a alguien que en realidad nunca existió? ¿Te has encontrado con una persona que te ha ofrecido un jugoso trato a cambio de una simple firma? Bienvenidos a la dimensión desconocida.
No tan desconocida
Jordan Peele es un misterio. Si bien con sus dos largometrajes ha sabido moverse de manera brillante en un terreno que parecía directamente sacado de la mente de Rod Serling, sus producciones televisivas, sean o no sean de género, nunca han terminado de funcionar. 'Weird City' no interesó a nadie y no fue más que un clavo en el ataúd de Youtube Originals, mientras 'Lorena' no terminaba de conquistar como otros docu-reality-dramas-criminales cortados por el mismo patrón. Mientras cruzamos los dedos por 'Lovecraft Country', vamos a ver si el Peele productor ha estado a la altura de las expectativas.
'The Twilight Zone' ha regresado casi veinte años después de su descafeinado retorno desde una dimensión desconocida en la que Forest Whitaker ejercía de maestro de ceremonias, como hace aquí el director de 'Nosotros', con un par de episodios que vienen a demostrar que antes de la flema británica de 'Black Mirror' ya estaba ella.
El par de episodios de presentación funcionan en mayor o menor medida, pero ninguno de los dos se muestra rompedor o episodio de referencia, aunque en realidad eso va mucho con el espíritu de la serie. No se trata de revolucionar el panorama audiovisual. Ni siquiera va de volarte la cabeza. Aquí están contándonos una serie de relatos de la vieja escuela que pueden ser más o menos diferentes por fuera, pero el motor viene a ser el mismo.
Cómicos y aviones
El primero de los dos episodios lleva por título 'The Comedian', y cuenta la historia de un monologuista que solo sabe fracasar. Su suerte cambiará cuando se encuentre con una vieja leyenda que abrirá los ojos del cómico para que éste dé con el verdadero secreto del éxito.
Owen Harris ('Misfits') se encarga de la dirección de un primer episodio al servicio de Kumail Nanjiani, que se vuelve en lo mejor de la función con su encanto miserable y su progresiva pérdida de papeles a medida que su personaje va descubriendo lo que han desatado sus espectáculos.
No deja de tener gracia que Jordan Peele arranque la serie con un episodio centrado en un humorista, porque nadie conoce los resortes del humor mejor que la estrella de 'Key and Peele'. Luego, con los mecanismos del misterio y lo desconocido, Peele se mueve mejor en formato largo. Y es que nadie ha dicho que la televisión sea más sencilla.
Condensar toda una historia así podría verse favorecida por el clásico formato histórico de la serie de veinte minutos, pero este piloto alcanza los 55 minutos, demasiado para el enésimo pacto con el diablo que vemos este mes.
El programa doble finaliza con 'Nightmare at 30,000 Feet', que de Richard Matheson solo tiene la pesadilla y los pies. Y es que aquí, a pesar de un cameo de última hora y de un capitán de vuelo que responde al nombre de Donner, nada es lo que uno se imagina. Lo mejor de un episodio considerablemente más corto (40 minutos) es la forma en que va mostrando sospechosos y miedos que más de un ciudadano del mundo ha sentido al subir a un avión. Extraños pensamientos para extraños tiempos.
En formato podcast (pero con un aspecto más clásico que el transistor de tu abuelo), Adam Scott, en la piel de un periodista, sudará lo que no está escrito para intentar aclarar los sucesos del avión que lo lleva por razones de trabajo hasta Tel Aviv y que incluye una amenaza desconocida que deberá descifrar.
En busca del cierre perfecto
Si algo tenía la serie original, era un cierre magnífico. Una clausura que siempre venía acompañada por la narración en off de Rod Serling, y que más o menos explicaba o trataba de hacer más entendible una conclusión que a veces podía ser confusa.
El sabor agridulce de esta nueva hornada de relatos (no tan) cortos proviene principalmente de ahí. Jordan Peele está en su derecho de creerse un valor añadido también en pantalla, y sus cierres no son más que líneas vacías que ni refuerzan ni ofrecen explicación alguna. Y mira que de explicaciones va sobrada su última película.
Haremos un balance definitivo con la llegada del verano y la emisión del décimo y último episodio de la temporada, pero un poquito más de concreción y algo menos de una rigidez que nos devuelve a los malos tiempos de sus intentos de retorno no le vendrían nada mal. Confiamos.
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