El universo de superhéroes Marvel de Netflix empezó a mostrar síntomas de agotamiento en ‘Iron Fist’, pero eran tantos los defectos de la primera temporada de esa serie que resultaba difícil ver en eso su principal defecto. Luego llegó ‘The Defenders’, la cual se desinfló durante su tramo final, algo imperdonable si tenemos en cuenta que contaba con la ventaja de haber reducido el número de episodios para dejar de lado ese temido relleno.
Llega ahora ‘The Punisher’ con la necesidad de insuflar algo de aire fresco a una franquicia que no incluirá nuevos superhéroes en el futuro tras la decisión de Disney de lanzar su propia plataforma de streaming. El personaje interpretado por Jon Bernthal ya fue seguramente lo mejor de la segunda temporada de ‘Daredevil’ y aquí también brilla con luz propia, sobre todo cuando esa violencia inherente al personaje pasa a primer plano, pero la serie también es muy disfrutable cuando simplemente están planeando el siguiente paso a dar.
La venganza de Frank Castle
El castigador nunca ha sido un superhéroe al uso. De hecho, su principal motivación siempre fue vengar el asesinato de su familia al que él logró sobrevivir de milagro. A partir de ahí nada ni nadie iba a evitar que acabase con los responsables, algo que ya vimos en la adaptación cinematográfica de 2004 -antes ya habíamos tenido otra versión con Dolph Lundgren-. Los límites de tiempo de toda película llevaron a que acabase siendo un nuevo ejemplo de justiciero urbano con escasos alicientes.
Eso cambiaba en una serie de hasta 13 episodios, quedando más margen para incidir tanto en su lado más despiadado como para ahondar en su personalidad en lugar de reducirlo a ser una simple máquina de matar. ¿Cuál es la primera decisión esencial para ello? Ponerle un compañero en una alianza aparentemente improbable y que parecía condenada a convertirse en una de las debilidades de ‘The Punisher’. Sin embargo, acaba siendo una de sus mayores virtudes.
Por lo pronto, el hecho de que ambos tengan que completar su venganza particular y que ambas tengan varios puntos de contacto lleva a que esa alianza se cree de una forma natural y luego que tanto el uno como el otro vayan haciendo concesiones para conseguir su objetivo. Eso es un logro de guion y se lo debemos al showrunner Steve Lightfoot -‘Hannibal’-, pero casi igual de importante es la química que surge entre un impresionante Bernthal y un Ebon Moss-Bachrach que hace milagros con un personaje que podría haber hundido la serie por completo a poco que algo fallase y cuya trama personal incluso funciona muy por encima de lo esperable.
No obstante, conviene ser justos y señalar que Moss-Bachrach ayuda a mantener una consistencia imprescindible, pero es Bernthal quien se come la pantalla siempre que la serie le deja libertad para mostrar la faceta más visceral del personaje. Aquí la violencia está ahí, y si hay que pegarle un tiro en la cabeza a alguien, se hace y lo vemos, pero sin caer nunca en un innecesario regodeo para intentar que ‘The Punisher’ mole por lo gráfica que es.
Encontrando ese justo punto intermedio
De hecho, otro de sus grandes aciertos es precisamente ese, saber cuándo ha de desatar la violencia, pero también administrarla, por lo que nunca hay un festín continuado de violencia, sangre y destrucción. Todo está supeditado a la historia de una forma u otra, dando pequeñas concesiones para que la serie destaque más por ello sin llegar a ser chabacana.
No voy a mentir y decir que es un equilibrio perfecto, y es que a veces se echa en falta porque al ser tantos episodios no queda otra que estirar algo la historia, un problema habitual de estas series de Netflix. Es ahí donde Lightfoot tiene el reto de que el ritmo de la historia no decaiga pese a que la progresión de los hechos sí se vayan ralentizando por una cuestión de mera necesidad. El único camino posible para que eso no se vuelva en su contra es apostar por lo personal y ahí hay tanto luces como sombras.
Llega un punto en el que son varias las tramas que avanzan en paralelo, quedando claro que están condenadas a encontrarse. Por el camino se producen una serie de revelaciones que funcionan mejor en lo referente a la amenaza principal que a la secundaria. De hecho, esta última no llega a ser un lastre, pero sí que su interés se queda claramente por debajo del resto, llegando a dar en ocasiones la sensación de ser ese relleno necesario para que la temporada tenga 13 episodios. Algo añade al resto -sobre todo a la percepción que tienen otros personajes del protagonista-, pero es el eslabón más débil.
Eso también se traduce en que los personajes que tienen un mayor peso en esa subtrama sean menos interesantes que el resto, y es una pena, porque ‘The Punisher’ incluso logra manejar son gran soltura el único punto de unión con el resto de superhéroes de Marvel: la Karen Page interpretada por Deborah Ann Woll. Su presencia es la adecuada para que haya otro punto de contraste en la personalidad del protagonista pero también para que no sea una anécdota o excesiva. Sale lo necesario y su aportación es importante.
‘The Punisher’ tiene un gran reparto
En lo referente a los otros personajes me gusta especialmente cómo manejan la amenaza principal al dividirla en dos frentes que también encuentran su eco en el devenir narrativo. No es que haya nada nuevo en el tratamiento de esas rivalidades, pero sí que ayudan a que veamos la furia de Punisher desde ángulos diferentes, añadiendo más riqueza a la historia e incluso a la propia forma de abordar la violencia. Sin quejas por ahí, aunque también sea justo decir que se quedan por debajo de Wilson Fisk en ‘Daredevil’ o Kilgrave en ‘Jessica Jones’.
Como consecuencia de esto último, ‘The Punisher’ también se aleja estilísticamente del resto de producciones de superhéroes Marvel de Netflix. Aquí sí se busca esa suciedad de los justicieros urbanos, pero dando una gran importancia a los momentos reposados para que no sea un simple matar por matar. Eso puede que moleste a algunos que busquen ver simplemente la cara más visceral de Castle -que sigue ahí, no os preocupéis-, pero aquí hay que conjugar “vigilantismo” con investigación policial, tramas personales y preparación de los hechos.
Uno de los principales reflejos de ello lo tenemos en el personaje de la Agente Madani, impecable la británica Amber Rose Revah -especialmente convincente como mujer de acción-, que además representa lo que podría haber sido la parte más aburrida de ‘The Punisher’. No voy a negar que hay algún momento que ojalá se hubiera eliminado -la serie ganaría con menos episodios-, pero en líneas generales encaja con lo demás e incluso tiene los momentos para lucirse en lugar de quedar supeditada por completo a las acciones de Castle.
Llegamos entonces a la gran estrella de ‘The Punisher’. No esperéis nada tan impresionante como sus primeras apariciones en ‘Daredevil’, ya que aquí es él quien tiene que llevar la voz cantante y eso también incluye mostrar su lado más frágil -el uso de los flashbacks está bastante bien medidos, eso sí-, pero ojo a cuando saca a relucir esa furia que ya habíamos visto. Ahora la gran duda está en saber qué pueden hacer con el personaje para mantener su interés, porque dudo que vayan a dejar su historia cerrada aquí.
En definitiva, la primera temporada de ‘The Punisher’ no es una renovación completa del modelo de Netflix, pero sí tiene suficiente entidad propia para disfrutarla sobremanera incluso aunque el resto de títulos no terminase de convenceros. Un reparto muy bien escogido y una adecuada forma de llevar las tramas encuentran la guinda cuando la violencia pasa a primer plano, y lo hace sin pasarse pero sin tampoco quedarse corta. Era muy difícil encontrar ese justo punto intermedio y aquí se consigue.
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