Quién le iba a decir a la NBC hace más de ocho años que su experimento de realizar una versión de una serie británica tan especial como 'The Office' le iba a salir tan bien. La serie ha terminado este año su octava temporada y ha sido renovada por una novena, algo de lo que pocas producciones pueden presumir y que 'The Office' lleva con, como diría el rey, orgullo y satisfacción.
Esta temporada ha sido, quizás, la más complicada de todas las que lleva emitidas la serie. La marcha en el final de la séptima temporada de uno de sus principales actores, Steve Carell, significó una caída en audiencias así como de calidad en sus episodios, los cuales no han sido todo lo satisfactorios de lo que podríamos esperar en una serie tan veterana como 'The Office'.
Los tres jefes
Imaginarse la cara que debieron poner los guionistas cuando supieron que tenían que prescindir en sus historias de Michael Scott podría haber sido divertido. No en vano, sustituir a un personaje tan grandioso como el que interpretaba Steve Carell y sobre el que giraban la mayoría de las tramas tuvo que ser un auténtico quebradero de cabeza. Seguramente, por esta razón, los guionistas decidieron que, en vez de seguir teniendo un jefe, la oficina tuviera tres jefes, Robert California, Andy y Nellie.
Robert California apareció en escena siendo el nuevo CEO de Sabre, la empresa que compró Dunder Mifflin y que quiso cambiar por completo el negocio de la papelera. En medio de la vorágine que hubo por saber quién iba a ser el nuevo jefe, la introducción del personaje de James Spader fue, para mí, todo un acierto. California fue un jefe atípico, sin gustarle mandar y con unas ideas rocambolescas que me sacaron más de una sonrisa. Y es que gracias a él pudimos disfrutar de uno de los mejores episodios de la temporada, el de la piscina en su casa.
En contrapunto a Robert California tuvimos a Andy, un personaje que ya conocíamos de anteriores temporadas pero que hemos visto en esta octava desde otro punto de vista. Sustituir a Michael Scott es una tarea difícil y, obviamente, el personaje de Andy no lo consiguió. Podríamos decir que no le llegó ni a la suela de los zapatos, pero lo cierto es que el nuevo rol de su personaje nos ha traído episodios realmente divertidos como el viaje a Gettysburgh, o todo lo ocurrido con Erin y Nellie (cada una por motivos diferentes).
Y el último personaje a destacar dentro de los jefes es, sin duda, Nellie. La que fue la organizadora de intentar abrir por parte de Sabre una tienda a lo Apple (en una serie de episodios realmente divertidos) acabó siendo la jefa de la oficina por un período corto de tiempo. Un período que fue una pena que no llegara a más porque el personaje de Catherine Tate respiraba grandiosidad por todos sus costados. Nellie era algo así como un Michael Scott a lo británico, con el toque justo de frialdad y vergüenza ajena típica de la serie que le faltó, quizás, a la serie en la mayor parte de la temporada.
Grandes altibajos
En general, esta octava temporada de 'The Office' se ha caracterizado por sus grandes altibajos. La serie ha tenido episodios realmente divertidos e interesantes como el de la casa de Robert California, la serie del viaje a Talahasse con Dwight y Jim en su máxima expresión, el del Trivial donde disfrutamos de personajes que no suelen tener mucho protagonismo o los episodios finales, donde los más fans pudimos ser partícipes en la culminación de la relación entre Andy y Erin.
El problema de esta temporada ha estado, quizás, en su argumento. Ha habido ocasiones en que parecía que los guionistas querían dar vueltas sobre sí mismos para alargar la temporada, como si los 24 episodios se les hicieran demasiado largos. Tramas como el hijo de Dwight, la sustituta de Pam o la mujer de Robert California fueron pesadas hasta tal punto que pensé en utilizar el avance rápido en muchas ocasiones.
Muchos pensarán que estos altibajos los ha causado la marcha de Steve Carell. Yo no lo creo. La serie llevaba ya unas temporadas cuesta abajo y lo único que la salvaba era Michael Scott. Ahora que él no está los fallos que ya tenían se ven con mucha más claridad. Quizás es el momento en el que los guionistas se deban plantear si terminar la serie lo más dignamente posible, o darle un giro radical que nos traiga algo que no sea lo mismo de siempre.
La serie, que ha sido renovada por una novena temporada, tendrá el año que viene un nuevo showrunner y unos cuantos frentes abiertos. ¿Serán capaces de que volvamos a divertirnos de verdad con la serie? Yo creo que aún existe potencial en los personajes para que así sea, pero para verlo tendremos que esperar al año que viene.
En ¡Vaya Tele! | La NBC no sabe qué hacer con 'The Office'