Sentimientos encontrados, eso es lo que ha generado el final de la primera temporada de ‘The Killing‘. Tras la buena acogida de sus primeros tres, cuatro capítulos, empezaron a surgir voces que se quejaban de que no había trama suficiente en la investigación del asesinato de Rosie Larsen para que durara 13 episodios (yo pensé eso, de hecho), que la caracterización de algunos personajes se había vuelto monótona y que había tramas muy desconectadas del resto de la serie, en concreto, la de la campaña de Darren Richmond a la alcaldía de Seattle.
Sin embargo, luego se ha visto que la serie no era lo que parecía y que el marketing de AMC (con su eslógan de “¿Quién mató a Rosie Larsen?”), y las expectativas generadas han terminado llevando a una reacción muy polarizada y da la sensación que excesivamente exagerada y de drama queens sobre un cierre de temporada que, en realidad, no es tal. Pensábamos que seguirían el esquema de la original danesa y que el caso se resolvería en el capítulo 13, pero el plan que tienen es más largo y han preferido seguir su propio camino. Ya dijeron en su momento que no iban a terminar como lo hacía ‘Forbrydelsen’ y, finalmente, han acabado enmarcando el asesinato en algo más grande y de solución más complicada.
El caso Richmond
De hecho, da la sensación de que, en lugar de preguntarnos quién mató a Rosie, hay que preguntarse quién engañó a Darren Richmond. Sin ser totalmente inocente, aunque no el asesino, Richmond acaba siendo el objeto de lo que parece algún tipo de conspiración para dejarlo fuera de juego. El giro final sobre las verdaderas intenciones de Holder (anticipado en una conversación telefónica en uno de los primeros episodios, en la que le dice a su interlocutor “ella no es estúpida, necesito más tiempo”) y algunos planos de Gwen (y su confesión final a Linden) llevan a pensar en que hay algo así moviéndose al fondo, alguna trama más oscura y con más gente implicada que utiliza el asesinato de Rosie como una herramienta en su defenestración de Richmond, si es que él es el objetivo último.
La historia del concejal, así, acaba siendo integral para la serie, después de haber estado casi en los márgenes durante buena parte de la temporada. Y los Larsen han ido dejando poco a poco de ocupar su centro, que ha ido poniéndose cada vez más en Linden, sus fantasmas y su enorme dedicación a su trabajo, que la pone siempre al borde de la autodestrucción en lo que respecta a su vida personal. Será interesante ver cómo se las arregla en la segunda temporada para continuar investigando el caso y cómo evolucionará su relación con Holder, con el que tuvo un gran capítulo centrado sólo en ellos dos y que, tal vez, hasta puede ayudarnos a aventurar qué pasará con los dos policías.
Una serie sin fórmula
Lo cierto es que ‘The Killing’ no se ha ajustado a las expectativas que podíamos tener sobre una serie de policías que investigan un único caso durante toda la temporada. Esas expectativas nos llevan a pensar que, como en ‘Murder One‘, la investigación se resolverá en el último episodio, pero hasta en eso se ha parecido a ‘Twin Peaks‘. Como explica su productora ejecutiva, Veena Sud, en esta entrevista, no querían seguir una fórmula concreta ni ser el típico policíaco de una temporada, sino que pretendían mostrar la investigación del asesinato y sus consecuencias en todos los implicados del modo más parecido a como ocurre en las investigaciones reales.
La táctica de hacer que cada episodio fuera un día de la investigación ha marcado muchas de las cosas que han hecho. Lógicamente, en 13 días unos padres no pueden asumir ni superar la muerte violenta de un hijo, tampoco pueden dos compañeros que se acaban de conocer formar una relación de confianza a prueba de secretos, y no es sencillo encontrar a un asesino tan rápido. En parte, eso también ha acarreado ciertos problemas; la subtrama en la que el profesor Ahmed era el principal sospechoso no terminó de funcionar del todo bien y en ella asaltaba con más fuerza la sensación de que estaban haciendo tiempo para soltar las grandes revelaciones más adelante.
Sin embargo, ‘The Killing’ no ha sido una pérdida de tiempo y su final no ha sido “el peor de la historia de la televisión”, como han dicho algunos críticos estadounidenses, probablemente en el calor del momento. Han ido buscando otro modo de narrar la historia, centrándose más en los personajes (y con evidentes reminiscencias también de la novela negra del norte de Europa), un modo que rompía lo que la audiencia podía esperar a priori de la serie, o creían que podía esperar de ella. Conforme pienso más en ese final, más sentido le veo, y aunque la serie haya tenido sus altibajos, creo que merecerá la pena echar un vistazo a su segunda temporada.
En ¡Vaya Tele! | ‘The Killing’ tendrá segunda temporada