Me gustan las sitcom. Es fácil encontrar un hueco para ver un episodio más, me hacen pasar un rato agradable y suelo tener más paciencia a la larga para considerar el seguirlas a largo plazo o no. La premisa de ‘The Goodwin Games’, creada por Carter Bays y Craig Thomas (‘Cómo conocí a vuestra madre’), me llamaba tanto la atención que había decidido verla hasta el final a pesar de que llegaba prácticamente muerta a la parrilla de la FOX y de saber que esos siete episodios serían los únicos. En su momento disfruté de cada episodio de ‘Four Kings’ o de ‘Teachers’, comedias que desde luego no eran obras maestras del género, pero disfrutaba tanto del episodio a episodio que no me importaba saber de su negro futuro.
Después de ver el piloto de los hermanos Goodwin pensé que me pasaría algo similar. Aunque se detectaban varios fallos de planteamiento, ese primer contacto fue lo suficientemente entrañable como para decidir seguir con ella a pesar de conocer su destino. Esta temporada sucedió algo similar con ‘Ben & Kate’, otra sitcom que tiraba de ese tono tierno pero que a la larga no acababa de sostenerse.
Una premisa de película
No puedo evitar entender la decisión de FOX de reducir la producción y delegar la serie a un hueco rancio del verano: ‘The Goodwin Games’ no funciona. Bays y Thomas han aguantado nueve temporadas la premisa de Ted contando a sus hijos cómo conoció a su madre porque es poco más que un macguffin, una excusa como cualquier otra para hacer una sitcom sobre cinco amigos aunque muchos se empeñen en verla como un 'Perdidos'. Pero la premisa de la serie protagonizada por Scott Foley, Becki Newton y T.J. Miller (que iba a ser Jake Lacy) es tan high concept y forma una parte tan relevante de la estructura de la historia, que a la larga no funciona.
En una película, habríamos visto a estos tres hermanos tan dispares reunirse, chocar al principio y superar las pruebas de su padre, a cada cual más loca, para llegar al final con una inevitable lección de amor fraternal y familiar. Tenía mucho potencial para ser dos horas divertidas. Sin embargo, en formato televisivo no cuaja. Las pruebas del padre (Beau Bridges) van y vienen en cada episodio y con tan solo siete han conseguido resultar repetitivas y poco estimulantes. Sobre el papel, el concepto era interesante, en la práctica no ha funcionado. Y es que no puedes acabar cada episodio con una epifanía de los tres hermanos sobre la necesidad de estar juntos y apoyarse para después resetearse de nuevo y volver a crear los mismos conflictos, con exactos gags y clavadas conclusiones.
Lo entrañable no es suficiente
Ya lo comentaba con ‘Ben & Kate’ y con ‘The Goodwin Games’ ha sucedido lo mismo. Ese trío tan increíble de personajes parecía que podía tener una química divertida y entrañable a la larga. Sin embargo, el hecho de que cada episodio conste de una colección de gags mil veces vistos, de la misma exacta moralina final a la que llega casi por obligación y una sensación de reiteración constante acaban por matar los episodios. Cuando el piloto de una comedia, generalmente un episodio extraño porque aún no se ha cogido el tono, el ritmo y la química entre el casting, es el mejor de una primera tanda de tres o cuatro algo va mal.Y quiero aclarar una cosa. La moralina, la repetición o la estructura cuestionable de los episodios no tendrían tanta importancia si la serie fuese divertida, si al final de cada episodio hubieses recolectado unas cuantas sonrisas y un par de carcajadas. La mayoría de las sitcom siguen en cada episodio la misma exacta pauta, pero si todo funciona no importa. Incluso en casos exagerados como la reciente ‘The Neighbors’, cuya reiteración se hacía evidente en los episodios más flojos pero no importaba en absoluto en los hilarantes.
‘The Goodwin Games’ no encuentra su tono, camina entre el completo absurdo y la verdad tierna sobre lo duro que es madurar, pero no consigue que funcionen ni por separado ni en conjunto. No es que sea una serie horrenda imposible de ver; es una más, con un casting que cumple, buenas intenciones y algún que otro acierto, pero completamente prescindible, olvidable y que no aporta nada nuevo. Ese final del séptimo episodio, elegido por ser uno en el que parece que de verdad los protagonistas dan un paso hacia adelante, podría sugerir que con algo más de tiempo quizá hubiese encontrado su sitio, pero FOX no confió en ella y acabó por rematarla, así que nunca lo sabremos.
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