El hombre vivo más rápido ha vuelto, y lo ha hecho con un primer episodio centrado en resolver, asentar y dar una pequeña puntada a lo que viene; vamos, un arranque de temporada de libro. Las consecuencias de aquellas paradojas temporales y agujeros negros fueron y han sido devastadoras para Barry y sus compañeros de fatigas metahumanas, pero han tenido un impacto mucho más fuerte del que ellos y nosotros podríamos pensar.
La temporada comienza con una escena familiar. Barry está luchando contra los hermanos Scofield Snart y Rory, regresa a la base y toda su gente le recibe con cariño felicitándole; todo vuelve a estar en armonía. Es un prólogo desconcertante al principio, pero en cuanto se comprende su naturaleza nostálgica, rápidamente se desvela como una estrategia muy efectiva para re-conectar emocionalmente al espectador con Barry y reforzar la soledad, frustración y dolor que éste siente. No sólo murieron varios de sus amigos, sino que el verdadero héroe del momento, Ronnie, murió (*) salvando Central City.
**Ya veremos si murió, porque la condición jesucrística resucitante del novio marido de Caitlin ya es casi un running gag.*
No sin mi equipo
Muchos superhéroes toman la determinación de alejarse de sus seres queridos en cuanto sufren una catarsis como la del final que vimos en mayo, y viendo a Barry soltar su retahíla inicial habitual con esa voz tristona y alegando que pasaba de la vida social me generó algo de preocupación momentánea. Sin embargo, en tan solo 40 minutos queda patente que el espíritu positivo y de equipo de esta panda no va a desaparecer.
Como comenté en su momento en mi emocionado y largo análisis de la temporada anterior, uno de los aspectos de ‘The Flash’ que más aplaudo es que no se dejen llevar por el fatalismo; que no vayan todos los personajes con nubes negras sobre la cabeza como sucede en ‘Arrow’. Y este episodio está precisamente centrado en mostrar cómo la familia de apoyo que Barry ha creado a su alrededor con su generosidad, su amabilidad y su dedicación son los disipa-nubes negras de su vida.
Pero no es lo único que vemos en The Man Who Saved Central City. El episodio se dedica, como decía anteriormente, a resolver el cliffhanger final, devolver a Barry a los brazos de su gente y a plantar la situación general para la temporada. Con todas sus consecuencias. Por un lado, todos los personajes secundarios saben ya que Barry es ‘The Flash’, algo que será importante de cara al planteamiento de la segunda temporada.
Recolocación de muebles
Y no solo eso, sino que también Central City ha reconocido definitivamente la existencia de Flash, su salvador. Llevan camisetas y rayitos de gomaespuma para apoyarle, y la policía ha reaccionado a la existencia de los metahumanos creando una Task Force especializada (con la incomparable ayuda de Cisco). Este nuevo estar del universo que rodea a Barry se ha complementado con la desaparición de una de sus grandes motivaciones del pasado: descubrir al asesino de su madre y sacar a su padre de la cárcel.
La grabación de Welsh libera a Harry, quién rápidamente le confiesa a su hijo que no cree tener cabida en su vida en ese momento y desea alejarse por un tiempo. He de decir que esto se me ha antojado innecesariamente brusco; no sé, papi, quédate un par de días o algo, que me he pasado meses intentando sacarte de la cárcel, jo.
Está claro que los guionistas no han querido cambiar por el momento ese support system que tiene Barry ni eliminar a Joe como esa figura paterna que con tanto cuidado construyeron en los 23 episodios anteriores, pero pienso que habría encajado mejor en el siguiente episodio, después de que Harry confirme que Barry tiene su vida y su dinámica y tanto él como nosotros lo entendamos mejor.
Con Iris y los demás en su equipo, la ciudad definitivamente consciente de su existencia, la policía de su lado, su trauma de la infancia resuelto y su padre liberado y sin estorbar, la segunda temporada de ‘The Flash’ tiene mucho trabajo por delante. Generar desde cero conflictos y enemigos que sean tan potentes emocionalmente como los de la temporada anterior no va a ser tarea fácil. No olvidemos que Welsh era su mentor, su Pigmalión, un maestro convertido en enemigo manipulador y directamente relacionado con su drama familiar. Dar con un antihéroe tan potente no es sencillo.
Pero quiero parecer alarmista ni agorer. Si algo me ha demostrado ‘The Flash’ es que sabe medir y equilibrar sus elementos, y este primer contacto con la segunda temporada ha estado en esa línea, dejando para el final esa mención de Zoom. Este capítulo era de retomar; el próximo posiblemente sea mucho más de planteamiento de futuro. Y no sé vosotros, pero yo tengo muchas ganas de volver a disfrutar de Barry, de la calidez de Grant Gustin, del partido que le sacan a los momentos de acción y de los apodos cachondos de Cisco, que ahora tiene un colegui en Victor Garber y su oreja izquierda. Go, Flash!
En ¡Vaya Tele! | Pasas más hambre que un metahumano de 'The Flash' (o la ley de eficiencia narrativa)
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