A David Simon se le tiene en un altar. Bastante merecida, por otra parte, la veneración que tiene el mundo de la televisión hacia el autor de Baltimore. Sus series llaman la atención, son densas y cuentan un mundo que no sabíamos que nos interesaban tanto. Pero también es cierto que le sienta mal el estar en tan alta estima porque su estilo se engríe, navegando en un mar de vanidad que puede espantar.
Si leísteis mis primeras impresiones de 'The Deuce', comenté que ese primer par de episodios eran David Simon para bien y para mal. El para bien por esa densidad y ese buen hacer a la hora de narrar una historia. El para mal porque se sentía como algo autocomplaciente, algo hecho por él y para él. Una vez terminada esta primera temporada, he de confesar que me ha ido ganando poco a poco.
En 'The Deuce' nos encontramos con la historia de la evolución que vivió el negocio del sexo en los años 70 y la relación entre la prostitución, la pornografía, la mafia y ese pequeño grupo de manzanas al oeste de Times Square. Esta exploración lo hacemos, principalmente, a través de tres personajes: los hermanos Vincent y Frankie Martino (James Franco), que encuentran nuevas vías para hacer negocio desde locales específicos para albergar a prostitutas hasta cabinas para disfrutar en privado de películas clandestinas; y Candy (Maggie Gyllenhaal) que descubre en el porno un gran potencial y una vía de escape a la vida en las calles.
Al igual que Simon en 'The Wire' se tira sus buenos minutos por episodio para que Baltimore nos sea tan familiar como nuestro barrio (o Nueva Orleans para los espectadores de 'Treme'), el guionistas se dedica a explorar profundamente el escenario. En pocas escenas el guionista nos dice lo que tenemos que saber nada más comenzar la serie: el entorno de Times Square es un lugar peligroso y violento. Es un bajo fondo en pleno centro de Manhattan aun con las luces de Broadway.
El Deuce (sobrenombre que recibía el tramo de la calle 42 entre la Séptima y Octava avenida) es un ecosistema del que escapar, pero está cambiando. Cambios que apreciamos no solo por los planes de los hermanos Martino ni por el descubrimiento del mundo del porno por parte de Candy, sino por el grupo de chulos que no terminan de entender estos nuevos tiempos que respiran "el negocio del sexo", incluyendo el que "sus" prostitutas trabajen en el cine o en el nuevo burdel de los Martino.
Es muy significativo este ambiente de cambio más aún cuando se ve episodio a episodio, y casi más cruelmente en el final de temporada (con la premiére de 'Garganta profunda'), que por mucho que evolucione un negocio la cadena trófica permanece casi intacta. Tanto abajo como arriba están los de siempre: los chulos seguirán siendo chulos y sus prostitutas y actrices porno no son nada especiales y seguirán siendo valiosas mientras practiquen sexo, siempre habrá gente que se aproveche de la innovación del vecino.
'The Deuce' es una serie lujosa... y parece paradójico por el hecho de tratar sobre los agujeros donde van a parar los no deseados de Nueva York. Pero es lujosa por los nombres que lo firman, porque en HBO confían en David Simon y George Pelicanos para que cuezan a fuego muy lento una historia sobre un tema tan tabú como es la industria del sexo. Uno de los ambientes en los que EEUU ha ido un paso por detrás en cuanto a visibilidad respecto a la mayoría de Europa.
También lo es por contar con el reparto que tiene. James Franco que parece que está entrenando ya para hacer de Madrox y Maggie Gyllenhaal que es una robaescenas absolutas. Pero estas cabezas de cartel son acompañadas de un gran reparto lleno de talento como el de Emily Meade (Lori) que destaca episodio a episodio.
Por otro lado la gran coralidad de 'The Deuce' juega en su contra: subtramas como el papel de la policía y la corrupción en esta evolución que está viviendo Nueva York, o la investigación periodística sobre ello, si bien creo que son necesarias y están bastante bien desarrolladas en esta "obsesión" por el detalle y por no dejar nada sin tratar que pueda ser relevante, quedan algo en "fuera de juego".
Este es un aspecto que ya chirriaba al comienzo de la serie y que me extraña que no hayan sabido encauzar correctamente a lo largo de la temporada. Quizá el problema sea que Eileen y su trama sea la reina absoluta de la serie, dejando muy atrás las de los demás, incluyendo a la de los gemelos Frankie y Vincent. Existe un desequilibrio en cuanto al interés presente en todo lo que llevamos de serie.
'The Deuce' marca tanto el estilo de David Simon que, por increíble que parezca, resulta tan difícil y densa de ver como 'The Wire' en 2004. Por aquel entonces la reina de las series de HBO era tan única en cuanto a cuidado en la producción, presupuesto y guion como no apta para el telespectador más impaciente. Una década después, la televisión ha evolucionado tanto que Simon ya no cuenta con ese as de "parece una película" en cuanto a la realización, pero sí con el del desarrollo exhaustivo de tramas y personajes.
Por decirlo de otra manera, en esta era del "peak TV" en el que la producción televisiva ha aumentado en cuanto a cantidad y en cuanto a calidad media, sigue predominando tanto el consumo rápido y la narración descomprimida que 'The Deuce' se muestra como la antítesis. Tanto que el piloto de la serie produce rechazo. Bueno, eso y que David Simon no ofreció nada para alentar a continuar la serie salvo su nombre. Pero si superas ese shock inicial, la serie se hace contigo y estás deseando saber más sobre ese pequeño mundo de chulos, prostitutas y hombres de negocios cuestionables.
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