Ahora que ha pasado algo de tiempo desde que terminara la segunda temporada de 'The Boys' y mientras esperamos la tercera, no está de más rescatar la fuente de la que bebe la serie de Amazon. Pero ojo, no para defenestrar la adaptación (algo habitual, más si se trata de trasladar un cómic al audiovisual), sino para explicar en qué se diferencia ‘The Boys’, la serie, de ‘The Boys’, el cómic.
Como es habitual antes de entrar en materia, aviso que habrá destripes de la serie y del cómic, aunque intentaré no ser muy concreto en lo referente a esto último por si acaso algo termina adaptándose en las próximas temporadas.
Un guionista más adaptado de lo que parece
El escritor y co-creador del cómic ‘The Boys’ es Garth Ennis, alguien cuyas ideas ya han sido trasladadas a la pantalla en más de una ocasión, aunque el nombre no te suene. ¿Parte del argumento de la cada vez más revalorizada ‘Constantine’ de Keanu Reeves? Culpable. ¿La escena de 'Daredevil' contra Punisher en la azotea durante la segunda temporada del cuernecitos en Netflix? Suya. ¿Aquella serie de la AMC, ‘Predicador’? Sí, fue primero un cómic.
Lo que tienen en común todas esas adaptaciones es que el material de partida, surgido de su imaginación, es considerablemente mejor que el resultado en pantalla. Como mucho, concedo que la escena de Daredevil es más cruel y peripatética hacia el cuernecitos en viñetas.
Sin embargo, con ‘The Boys’, el cómic se queda muy por debajo de lo que narra la serie. El trabajo de orfebrería de Eric Kripke y su equipo para encajar todas las burradas de Ennis merece todas las alabanzas. Y pensarás, ¿tan malo es el cómic? Bueno, no es que sea malo, pero es mejor que repasemos un poco la mente de sus creadores.
Los vicios de Ennis y Robertson: machos, misantropía y odio a los superhéroes
Las inclinaciones de un artista se revelan en su obra, muchas veces de forma inconsciente. Pero con Garth Ennis casi todo va de frente. Hay sutilidades, claro, como que su militarismo tiene matices, pues desprecia la maquinaria industrial y política que hay detrás de las guerras. Al final todo se resume a este concepto: lo que otorgue una ventaja injusta a una de las partes, en una pelea de hombre a hombre, es reprobable para él. Qué más le da por qué se pelean y desde luego no va a pensar una solución pacífica, cuando puede recrearse en la violencia.
Otra de las características de Ennis es que tiene un punto, digamos, a lo Pérez Reverte. Está muy convencido de “lo macho”, lo que tiene que ser un hombre de verdad, una idea que con el paso de los años cada vez huele un poco más a cerrado si se toma sin ironía. Para compensar la testosterona, su personaje femenino fuerte por defecto suele ser alguien que se rodea de por lo menos un hombre patético (o poco "macho", o ambas cosas a la vez) al que humilla para demostrar su valía.
En ‘The Boys’ está a punto de crear personajes femeninos con algo más de enjundia, pero la apisonadora que es la trama y el tono, junto al plantel masculino de gallitos frustran casi todos los intentos. Si le sacas de ese cliché o de la mujer-escrita-como-hombre, Ennis se pierde.
Debido a que se crió en un pueblo irlandés, Holywood, gusta de meter en las tramas de largo recorrido algún viaje fuera de una gran ciudad, de vuelta a pueblos o ciudades más pequeñas. Ojo, no tanto para reivindicar una vida supuestamente más sencilla (es más, sus ambientes rurales son aún más hostiles), sino para narrar que es necesario recordar los orígenes para avanzar.
Por último y no menos importante, Ennis odia a los superhéroes. No está cómodo con ellos si no es para darles una buena patada en la entrepierna, pero es el género que manda en el cómic norteamericano, de ahí que sus incursiones en el género vayan de lo ridículo (el culmen, su arco ‘La conjura de los necios’ para Punisher) a lo corrosivo, como ‘The Pro’, cómic en el que una prostituta recibe superpoderes.
A caballo de ambos, con un pie en la política y otro en la sociedad de consumo, está ‘The Boys’, que puede verse como el monólogo de Ennis a una silla vacía que representa al cómic de superhéroes. Y con esta metáfora termino de perfilar al guionista irlandés.
Pero ‘The Boys’ es una creación también de Darick Robertson. Aunque no dibuja todos los números, al encargarse de los primeros sienta las líneas que el resto de sustitutos tienen que seguir. Y Robertson, un narrador con una imaginación desbordante siempre al servicio de sus guionistas, le sigue el juego con gusto a Ennis en cuanto a violencia y detalles truculentos, como ya hiciera con Warren Ellis en ‘Transmetropolitan’.
Además, Robertson tiene mucha experiencia con los superhéroes. Ha dibujado varias historias de Spider-Man, Lobezno, Rondador Nocturno, la Liga de la Justicia o los Nuevos Guerreros, de modo que, antes de ‘The Boys’, ya había hecho callo dibujando poses injustificadas y drama a todo color.
Me c*go en Superman
La primera página de ‘The Boys’ es Garth Ennis en estado puro: una bota aplasta la cabeza de un superhéroe estilo Capitán América. En las siguientes páginas del primer número, la novia de Hughie muere aplastada por un enemigo arrojado por A-Train, Carnicero practica sexo sucio y malhablado con su enlace de la CIA y más tarde se entrevista con un hombre, el cual se excita con mujeres en silla de ruedas, que empieza la escena masturbándose.
No pienses, ni por un segundo, que Ennis y el resto de dibujantes quitarán el pie del acelerador del resto de los 72 números que componen la serie, porque aquí el mal gusto se sirve a cucharadas. A veces, a calderadas.
Lo que hay que entender es que, detrás de su dibujo mayoritariamente realista, de su intencionado parecido al resto de cómics de Marvel o DC, se esconde una sátira de los empijamados más propia de ‘El Jueves’, esa revista que sale los miércoles, o de la ‘Mad’ estadounidense. Eso en el tono, porque la narración tira que da gusto de tripas, violencia sexual y detalles gore.
Durante la serie se hace mofa, befa y escarnio de la mitología de los superhéroes, desde sus orígenes (son productos de laboratorio), a manías y problemas psicológicos (un equivalente de Batman tiene el problema de meter su batmito en cualquier cosa, incluso un café ardiendo) pasando por los eventos macrocósmicos, de esos que obligan a todos los supers a desaparecer durante un tiempo, aquí explicados como orgías en islas secretas bautizadas como Herogasms.
Como he prometido no entrar en detalle, sólo digo que el final es más difícil que sea adaptado a la serie por varios motivos. El primero, que este equipo de The Boys es muy distinto al que has visto en pantalla; el segundo, que es un final malrollero y, si te soy sincero, sacado de quicio, pues implica que la obsesión de Carnicero (Butcher en inglés) contra los tipos en mallas le lleva demasiado lejos.
Diferencias entre el cómic y la serie
Hemos llegado a la parte interesante, la que has venido buscando al hacer clic en el titular, ¿qué diferencias hay entre el cómic y la serie?
Pues no son pocas, a saber:
- Mayor diversidad: si abres el tebeo de Ennis por cualquier página, tienes un 80% de probabilidades de toparte con un personaje caucásico, sin importar si es un personaje principal o uno secundario, si tiene poderes o no. Y algo menos probable, pero aún así más del 50%, de que sea varón. Una herencia de la época y culpa del equipo creativo, que tira por la etnia por defecto en nuestra cultura. Me alegra decir que, desde la aparición del primer número en 2006 al día de hoy, se ha avanzado bastante en este sentido y hay una mayor representación en los cómics.
Algo que también hace de forma estupenda la serie: hay cambios de sexo, como Stillwell, que en los cómics es un ejecutivo random y sin sentimientos; en la serie, Elizabeth Sue compone un personaje complejo, despiadado sí, pero también con sus vulnerabilidades. O Stormfront, un patético nazi de opereta en viñetas, una representación del trumpismo y la ultraderecha en la serie con la apariencia de Aya Cash.
Hay cambios de etnia, como A-Tren, de cachas blanco a estar interpretado por el afroamericano Jessie Usher, o al parecer Negro Oscuro, cuya sorpresa en el cómic no pienso destripar, pero que también pasa de caucásico a afroamericano a juzgar por lo visto al final de la segunda temporada.
Por contra, se pierde la conexión británica: tanto Carnicero como Hughie cambian su nacionalidad y dejan de ser un inglés y un escocés para ser americanos.
- Mejores personajes femeninos: esto no es ningún secreto y te lo he adelantado en la introducción. Resumamos: Garth Ennis puede escribir personajes femeninos aparentemente complejos, pero tira de clichés y no se esfuerza tanto en su psicología como hace con los masculinos. Para él, un personaje masculino que se derrumba implica caer de rodillas y murmurar algo, pero en una situación parecida, su personaje femenino se arrancará los pelos porque, jaja, “las tías se tiran de los pelos, ¿eh? (guiño, guiño, codazo, meme de WhatsApp)”
En las dos temporadas, el buen hacer de la serie con su reparto femenino empieza ya con el personaje de Luz Estelar (Erin Moriarty), al que se le concede un peso parecido al de Hughie en la narración. En los cómics su odisea empieza también con el asalto sexual que, en vez de por Profundo, realizan al unísono Negro Oscuro, Patriota y A-Tren, pero diverge en seguida. Luz Estelar tiene un pasado que le afecta y motiva, varios conflictos internos y se revuelve ante el abuso sexual desde el principio, en comparación con la pimpolla inane en la que se basa y que está para darle otra motivación y algo de sexo al Hughie viñetero.
Lo mismo para Reina Maeve, una pasota unidimensional en el cómic, en contraposición al personaje de Dominique McElligott: atormentada y bisexual obligada a mantenerse en el armario por marketing.
- Becca: aunque iría en el punto anterior, lo pongo aparte porque es el ejemplo más doloroso de que a Ennis las mujeres de ficción se le dan regulinchi. Su destino en los tebeos es horrible, pues el hijo de Patriota la mata por dentro al nacer y Carnicero se enfrenta al bebé, que aún sigue unido mediante el cordón umbilical y ya es capaz de lanzar rayos por los ojos y volar. Y aunque el guionista pone en boca de Carnicero lo maravillosa que era y lo mucho que le afecta su muerte… bueno, está ahí para darle una motivación y punto. Otra mujer en el frigorífico.
Eric Kripke y su equipo acertaron al dejarla viva una temporada para darle una subtrama, motivaciones separadas de Carnicero y una muerte, sí, pero bastante mejor llevada y que influye tanto a su violento marido, para que supere su parte más salvaje (la que sería capaz de matar a un niño por venganza), como a Patriota y a Stormfront, que acaba chucrut.
- Los chicos: nuestros protagonistas lo tienen mucho más difícil en su versión de carne y hueso porque no tienen poderes, salvo Kimiko. Tienen que valerse de estratagemas, casi a lo Equipo A, para que en décimas de segundo no venga un superhéroe y les parta en dos. Esto le da un punto de riesgo inminente a cualquier misión, algo que no sucede en el cómic: ahí, todos se han chutado el Compuesto V y no tardan ni cinco números en liarse a tollinas con los pijameros.
Respecto al equipo en sí, los más diferentes son Hughie (Jack Quaid), que no se deja arrastrar con la misma facilidad que en papel, y Carnicero (Karl Urban), que pasa de militar cuadriculado y socarrón a un mendigo con manierismos de Jack Sparrow con bastante más carga dramática encima por todo lo que pasa alrededor de Becca.
- Violencia contenida: guao, pensarás si no has leído el cómic, ¡si la serie de Amazon es bastante sangrienta de por sí! Puede, pero si la descripción que te he hecho antes del primer número no es suficiente, que sepas que Ennis tiene una imaginación portentosa para la truculencia. En momentos puntuales puede impactar, pero si cada número incluye un detalle escabroso, desde una decapitación a un hámster saliendo del recto de un superhéroe muerto… sí, como digo, a lo largo de 72 números (¡seis años!) apenas hay una página en la que el colorista no tenga que aplicar el color rojo a espuertas, bueno, no te enfades si digo que el cómic, más que adulto, parece la idea de adulto que tiene un crío de 15 años con pósters achinchetados en la pared.
- Conocimientos del show business: el guionista irlandés prefiere escribir violencia o intrigas políticas y se aburre cuando se trata de abordar la parte mercadotécnica.
La serie de Amazon tiene un punto a su favor y es que ella misma está dentro de un gigante corporativo, por lo que les basta con asomar la cabeza por la ventanilla para saber los tejemanejes de la industria. Y los guionistas se divierten con escenas de rondas por teles locales, reuniones de ejecutivos y asesores comandando un circo de tres pistas alrededor de psicópatas egocéntricos.
- Nada es blanco y negro: en el cómic, los superhéroes son presentados en su mayoría como bidimensionales, patéticos, descerebrados y más salidos que las garras de Lobezno. Ni siquiera Patriota, que es uno de los principales antagonistas, está caracterizado más allá de su soberbia y una crisis existencial en los últimos números.
La serie se beneficia de un reparto coral en estado de gracia y la necesidad de llenar 40 minutos por episodio, por lo que los miembros de Los Siete tienen sus subtramas y sus necesidades. Se sienten más vivos porque ya no son meras parodias de superhéroes conocidos, sino personajes con entidad propia.
En especial, Antony Starr como Patriota es todo un regalo, para él como actor y para nosotros como espectadores. Seguro que el intérprete, de haberse leído los cómics antes, está muy agradecido a los responsables de la serie por lo que han hecho con el personaje. Entre el guión y su portentosa interpretación, es imposible no sentir más simpatía por su superhéroe que el que inspira su contrapartida.
Conclusión: la serie 'The Boys' supera al original
Podríamos entrar en más detalles, pero te puedes imaginar la conclusión que voy a extraer de todo esto: la serie de Amazon, comandada por Eric Kripke, es muy superior al cómic.
Han sabido rascar el potencial que latía detrás de la brocha gorda de Garth Ennis para crear una historia que, en vez de mirarse el ombligo, refleja con sorna el mainstream actual y no se achanta al tratar temas como la capacidad del capitalismo de asimilar cualquier revolución o el auge de actitudes de extrema derecha.
Y esto no ha hecho más que empezar, pues los responsables han prometido que la tercera temporada será aún más política. Si has leído los cómics, ¿estás de acuerdo? Y si no lo has hecho, ¿aún así tienes ganas de asomarte a ellos?
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