La Ley de Murphy dice que si recomiendas una serie porque sube el listón, la siguiente temporada será bazofia. Así la gente puede enfadarse con el listo que se atrevió a recomendarla por sólo doce episodios buenos (y todos los demás irregulares o directamente malos). Pues esto es ‘Teen Wolf’, la serie que es incapaz de ofrecer dos tandas de episodios decentes seguidas. Y, contra todo pronóstico, otra vez ha remontado. ¿Pero ahora quién se lo va a creer?
Comencemos con la tontería de promocionar los últimos episodios emitidos como el segundo tramo de la tercera temporada. No lo ha sido. Los últimos doce episodios han sido una temporada distinta con otro arco argumental, otro villano y otros recursos (y cinco meses más tarde). Lo único que hace esta denominación es que sea más complicado comunicar de qué tramo estamos hablando (y sobre todo diferenciar entre lo bueno y lo malo). Porque la tercera temporada fue pseudo-trascendente, caótica a la hora de explicar la trama y sobre todo muy, muy aburrida. ¿Y los últimos doce episodios, la supuesta segunda parte que en realidad es una cuarta temporada? Ha tenido defectos, algunos repetidos, pero las virtudes han pesado mucho más.
El planteamiento era bastante distinto. La banda de alfas fue desmantelada y se quedaron con los mellizos, los únicos que podían aprovechar dentro de ese universo adolescente. ¿Y esa cosa rara que se enrolló con Derek y que tenía algo que ver con un tronco de árbol? Pues nada, fuera también, que nadie entendió muy bien su condición ni sus motivaciones (ni su interés). Dicen de series mucho más sesudas, pero ‘Teen Wolf’ es la serie más difícil de seguir en ciertos momentos, sobre todo cuando se trata de definir los villanos, qué son y el porqué de su agresividad (o qué es Lydia, que a día de hoy domina tan poco sus poderes como yo su uso, ya que siempre es imprecisa o llega tarde).
La redefinición de manada
Esta es la mayor virtud de estos episodios. Reubicó otra vez a los protagonistas con Scott y Stiles como dos jóvenes curiosos que simplemente se meten en fregados donde nadie les invita. Metió a Isaac en casa del nuevo alfa y a partir de allí buscó un compañerismo que nunca había existido, permitiendo que el grupo tuviera algo más de solidez. Y esta operación se consolidó más adelante con la conversación de Derek con los dos mellizos. ¿Por qué Scott es un buen líder? Pues porque quiere hacer el bien, siempre cuida a sus seres queridos y confía en los demás. De hecho, si para algo ha servido esta temporada ha sido para reafirmar a todos los protagonistas como una manada, sean hombres lobo, banshees o simples humanos. Son un scooby-gang.
La otra ventaja todavía más obvia y que hasta se ha forzado un poquito es el exacerbado protagonismo de Stiles. Dylan O’Brien es el actor con más carisma y su personaje es el que mejor funciona entre el público, sea como corazón de la serie, alivio cómico (u objeto sexual, según algunos contactos míos de Facebook). Así que Davies, a sabiendas que tocaba darle un lavado de cara a ‘Teen Wolf’, le ha puesto en el centro indiscutible de la serie. Puede que O’Brien no siempre diera la talla como villano (tampoco contribuyó ese maquillaje blanquecino de rebajas) pero fue una buena forma de hacer entrañable el conflicto central.El Nogitsune no tenía porqué ser el enemigo más mortal, no necesariamente atentaba contra todo Beacon Hills pero era una amenaza temible porque se apoderaba de Stiles, el único que hasta ahora no había tenido superpoderes (Allison tampoco, pero más adelante ya hablaremos de ella). Aunque tampoco me enteré mucho de qué era y qué más daba toda esa historia ambientada en Japón (no creo que haya que darle muchas vueltas a esta serie), la trama funcionó.
Ayudó que había química entre los protagonistas, que Stiles estaba en el centro pero tampoco podemos obviar el asco que daba el monstruo y lo bien hechos que estaban los samurais fantasmas. Deben ser los mejores efectos visuales que he visto esta temporada, lucían muy bien. Y, hablando de aspectos técnicos, chapeau por esa fiesta fluorescente y los cañeros títulos de crédito del episodio.
Adiós a la mayor heroína
Precisamente esta amenaza, que vendían que podía ser letal sobre todo para Stiles, fue la perdición de Allison (vayamos a dejar de lado que ella descubrió que la plata podía matar esos guerreros, lo cual resultó un poquito básico, no hay que buscarle tres pies al lobo). Un giro que fue sorprendente y que vino instigado por las ganas de la actriz Crystal Reed de abandonar la serie. Y, la verdad, es algo que ‘Teen Wolf’ necesitaba.
Como ocurrió en ‘The Vampire Diaries’ en su primera temporada o en ‘Once Upon a Time’, estas series de aventuras que venden cierta seriedad requieren algún cadáver para creer esas amenazas. Sobre todo cuando se trata de una serie tan y tan pseudo-trascendente como esta, donde los protagonistas cargan con el peso de toda la humanidad a sus espaldas (o de ese pueblo, que se disputa con Mystic Falls el mayor números de muertos al año).
Pero esta dosis de realidad es una buena advertencia para los espectadores. En ‘Teen Wolf’ debe haber consecuencias y, por suerte, ya tenemos sustituta. Con la tontería (y sin que me diera cuenta) ya tienen posicionada a la mujer zorra como la nueva guerrera del grupo y su retrato hasta ahora ha sido efectivo. Aunque me preocupa qué puede comportar esta muerte para la ficción. ¿Será una excusa para volver a las expresiones de preocupación relantizadas que tanto se cargaron la primera parte de la temporada? ¿O ‘Teen Wolf’ superará su maldición de alternar tandas de episodios buenos con otros de malos? Por favor, Jeff Davies, esta vez no nos decepciones.
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