‘Mad Men’ no es una serie de humor ni mucho menos. Los personajes viven en un universo constreñido en el que en cualquier momento pueden resbalar del filo de la navaja por el que caminan. El esfuerzo por mantener una conducta irreprochable, una imagen brillante e impoluta y una sensación de equilibrio y éxito para con los demás es un precio muy alto que pagar, y no todos pueden con él. Familias perfectas, relaciones de cordialidad que todos exhiben y ninguno posee. Tal vez por eso, cuando se produce un momento de humor, parece explotar de una manera más sonora.
No es que sean secuencias llenas de chistes o escenas desternillantes. Muchas veces es humor negro, impulsado por la ruptura de un código que siempre pende sobre las cabezas de los personajes. O un giro inesperado, que no hace otra cosa que mostrar el corazón tanta veces escondido. E incluso otras veces es un momento de relajación, en el que el personaje se atreve a ser feliz compartiendo naturalidad con sus compañeros. Nadie se libra de un momento de verdad, de contrariedad, de enfrentamiento con la realidad, y cuando llega a ‘Mad Men‘, nos pilla desprevenidos a todos, de manera que reímos, aunque sea de una manera amarga.
1. Roger toma LSD
En el sexto capítulo de esta temporada vivimos un momento de inflexión para la vida de uno de los protagonistas. Roger Sterling es seguramente uno de los personajes más de vuelta de todo de esta serie. Cansado, lo suyo ya no es la amargura, su frustración va más allá. Por eso, resultó tan interesante esa secuencia en la que experimenta con LSD junto a Jane y sus “amigos”. La catarsis que vive Roger se manifiesta de manera humorística. Está convencido de que el LSD no le produce ningún efecto cuando, cuando al abrir una botella, comienza a escuchar música. El remate con el billete y la cara de Cooper tampoco tiene desperdicio.
2. Sally y su comportamiento inadecuado
Uno de los aspectos que se destacan a la hora de hablar de los méritos de ‘Mad Men’ es su tratamiento para con la infancia. En el mundo de la ficción, las tramas de niños son de las más temidas tanto para creativos como para los espectadores. Pero la hija de Don y Betty es un personaje tan bien trabajado como el de un adulto, con unos matices, aspiraciones y desengaños muy en consonancia con su edad.
Cuando, en la cuarta temporada, la madre de su amiga la pilla en “un comportamiento inadecuado”, se vive un momento lleno de humor. Es bastante dramático ser acusado delante de tu madre, y más debido a una exploración corporal, pero la expresión de Betty al enterarse, seguro que despertó más de una risa, aunque fuera de nerviosismo.
3. La fiesta del bebé
Los momentos de celebración suelen ser especialmente violentos para unos personajes que viven continuamente ocultándose unos de otros. En ellos, muchas veces, se condensa la aspiración de un escaparate feliz y colorista con la angustia de no estar a a la altura, por lo que están cargados de momentos tensos e incluso ridículos.
En la segunda temporada, los compañeros de oficina dan una fiesta para Harry Crane, ese hombre con gafas que siempre tiene miedo de quedar mal (no de hacer algo mal). La exposición pública, el admitir que un tierno sentimiento (el de ser padre) va a llegar su vida… amén del gorrito con el que es coronado, no es precisamente algo agradable para Crane. Pero el giro en el que Kinsey es apartado de un viaje de trabajo delante de toda la oficina, parece recordarnos que en ‘Mad Men’ nadie se libra.
4. La declaración de Pete
Campbell es uno de los personajes más maltratado o, visto de una forma más constructiva, uno de los que más está creciendo. Su ego, la imagen que tiene de sí mismo, ha producido más de un momento divertido. En el último capítulo de la segunda temporada vive un momento muy intenso cuando le declara a Peggy su amor. Parece que se ve como un seductor que hizo daño a una chica que ha tenido que vivir todo este tiempo contemplando el feliz matrimonio del hombre que ama.
Pero ahora ya sabe lo que quiere, y es a Peggy y la imagen edulcorada que tiene de su relación con ella. Realmente es un momento trágico y tal vez no estéis de acuerdo en que contiene humor pero cuando una Peggy, que está de vuelta de esos camelos amorosos, le viene a decir, con una compasión no exenta de cierta displicencia “Ah, ¿sí?, pues mira, tuvimos un hijo y lo abandoné”, no pude evitar partirme de risa.
5. El cortador de césped
Esta secuencia, una de las más recordadas por el humor negro que destila es, a la vez, una muestra de gore bastante insólita en la serie: personajes salpicados de la sangre proveniente de una pierna machacada, ¿de verdad esto ha pasado en ‘Mad Men’? En la tercera temporada, mientras se decide el futuro de la empresa de publicidad y el desembarco de unos nuevos socios desestabiliza la posición de más de uno, de nuevo, una fiesta juega un importante papel en el giro de la trama. La figura más preeminente de esta nueva asociación se ve derrotada por el atropello de una secretaria. Y es que si le falta un pie y no puede jugar al golf con los clientes, ¿qué utilidad tiene?
6. La pelea de Campbell y Pryce
Los momentos de humor en ‘Mad Men’ se van haciendo más numerosos a medida que conocemos mejor a los personajes, sus miedos y anhelos. Es ésta una carretera que se ha de conducir lentamente para que llegue a un buen puerto. Por eso, en esta quinta temporada estamos disfrutando de más momentos hilarantes que nunca. En el quinto capítulo hemos presenciado una pelea a puñetazos con los contrincantes más inesperados. Campbell y Pryce se enfrentan a cuenta de un posible cliente y las técnicas para atraerlo a la agencia. El intercambio de golpes se plantea desde la más estricta elegancia, lo cual sólo viene a sumar a este divertido momento, en el que el resto de socios son espectadores tan sorprendidos como nosotros mismos.
7. Un mechón de pelo
Hay muchos más momentos, pero me dejo para el final una de las primeras escenas que para mí, mostraron otro aspecto de ‘Mad Men’, algo alejado de reuniones empresariales y más tocante a la falsa vida ordenada y pulcra que debían llevar los personajes. Una escena que nunca habría imaginado, que me ayudó a comprender que en esta serie iría más allá de lo que cabría esperar y que nunca dejaríamos de sorprendernos.
El fascinante triángulo amoroso entre Betty, Glen y Sally se inicia el día en que Betty se queda de canguro de Glen, un vecino que se ha enamorado de ella. Pero todo da un nuevo giro para la pudorosa señora Draper cuando el niño entra en el cuarto de baño para observarla hacer pis con toda la naturalidad. Y todo vuelve a dar un nuevo giro cuando éste, arrepentido, le pide un mechón de pelo que Betty le concede. Una señora adulta halagada por el amor de un peculiar chiquillo. Una píldora más en ‘Mad Men’, otra pieza para entender su caleidoscópico mundo.
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