En un reciente artículo, el Asesino en Serie hablaba sobre el final de Jericho y se refería a la presión de los fans que, ante la cancelación de la serie tras su primera temporada, habían conseguido que la cadena reconsiderase su decisión.
¿Cómo se puede uno agobiar por no saber como continúa la historia de un personaje (y un pueblo y una trama y un todo) de ficción? No son los desaparecidos de la dictadura argentina, ni la X del GAL, por favor. Es sólo una serie, son sólo cosas inventadas. Si algo pasa, si algo les pasa, ese algo tiene que escribirlo antes un guionista.
Grandes noticias, Alberto Rey. Los personajes de ficción no existen. Gracias, si no nos lo dices tú... Y sin embargo, ese "agobio" por lo que le pase a un personaje, por saber cómo avanza una trama, es la esencia del éxito de cualquier ficción. No solo televisiva, también cinematográfica, literaria... cualquier contador de historias aspira a generar con los que están al otro lado esa conexión emocional que nos haga olvidar que, efectivamente, son personajes inventados. Porque inventados son Jack Bauer, o Jed Burtlet, o Tony Soprano, o... ya lo sabemos. Y sin embargo, nos apasionamos con ellos, con sus vidas, con lo que les pasa, con sus avatares y tribulaciones. Deseamos ver el siguiente episodio para saber cómo les sigue yendo. Queremos una temporada más, porque nos resistimos a asumir que nunca volverán. Y sentimos un vacío el día que nos dicen que sus vidas no continuarán más a través de nuestras pantallas.
Ya, ya sabemos que en realidad nunca han estado aquí, que son sólo producto de la imaginación de unos guionistas, que son sólo personajes interpretados por actores. Pero para nosotros, durante un tiempo, fueron parte de nuestras vidas. A los que nos apasionan las series nos sucede eso, ya ves. Alguien que opina que "es sólo una serie, son sólo cosas inventadas" puede ser un estupendo analista técnico, un gran erudito con vastos conocimientos sobre series de televisión, no digo que no. Pero difícilmente podrá hablarnos desde la pasión, que es lo que nosotros vivimos cuando nos ponemos delante de las pantallas.