Los americanos son muy suyos y cuando ven una serie de éxito, en vez de importarla y disfrutarla compartiendo el idioma suelen intentar hacer su propia versión porque ya sabéis, America is different y su público no va a entender situaciones universales como el amor o los problemas sociales. Con estas versiones suelo tener una norma, y es que me suelo obligar a ver antes la original que la versión. Pero con ‘Shameless‘ hice una excepción, seis nueve temporadas británicas me daban mucha pereza, sobre todo sabiendo que el tono de las series era ligeramente diferente pero que las historias eran similares.
Por esta razón he cogido ‘Shameless (US)’ de una manera diferente, siendo virgen ante sus historias y su manera de hacer las cosas. Y lo cierto es que no puedo estar más encantando ya que la primera temporada me maravilló. Y lo que llevamos de segunda temporada me confirmó lo que ya sabía, cómo me gusta la familia Gallagher.
Como ya digo, la primera temporada de la serie de Showtime fue, para mi, una de las más redondas que he visto en mucho tiempo. Sus episodios me fueron introduciendo poco a poco en el Chicago de los Gallagher, ese mundo donde el refrán el que no corre vuela se aplica a la perfección. Un mundo lleno de humor gamberro, sexo e historias de la vida real que te hacen pasar un gran rato agradable mientras ves cada episodio. En definitiva, un mundo al que acabas enganchado aunque no quieras.
Debido a este enamoramiento tenía mucho miedo a la segunda temporada. No sabía si al seguir con el mismo tono me iban a acabar aburriendo o saturando. Pues bien, llevamos tres episodios y aún no lo han hecho, ya que los guionistas han encontrado la fórmula perfecta para seguir siendo la misma serie pero con un punto novedoso: han dado más protagonismo al reparto coral.
Si en la primera temporada la mayoría de los episodios se centraban en las historias de los hermanos mayores, en esta segunda da la impresión de que vamos a ver arcos argumentales con otros personajes como protagonistas. Parece que la adorable Debbie va a tener mucho que decir, así como la pareja formada por Veronica y Kevin e incluso el pequeño Carl, que seguramente va a dar más guerra de lo que creemos en los próximos episodios.
Pese a este reparto de tramas entre personajes que podríamos considerar, en un principio, menores, el resto sigue estando ahí. Ian con su obsesión por entrar en el ejército, Fiona con su estrés por el trabajo y sus problemas amorosos, Lip con su relación fastuosa y Frank como siempre, intentando engañar y sacar dinero de donde sea.
Este reparto de tramas consigue dos cosas, que por un lado veamos cómo avanza la serie y sus personajes y por el otro, sigue manteniendo, de alguna manera, el statu quo haciendo que la serie siga manteniendo su espíritu sin llegar a cansar, algo que es de agradecer después de algunos giros y cambios de estilo que hemos llegado ver en algunas series. Por lo que sólo queda decir una cosa (parafraseando a mi compañero Albertini), ¡larga vida a los Gallagher! (y por mucho tiempo)
En ¡Vaya Tele! | ‘Shameless (US)’, el mundo de los Gallagher de Chicago