Pocas series hay ahora mismo en antena que crezcan a pasos tan agigantados como la protagonizada por la familia más ruinosa y gamberra de Chicago. Los Gallagher han vuelto con nuevas desventuras en la cuarta temporada de 'Shameless'. Una temporada que comenzó el pasado enero y que ha terminado el pasado domingo, ofreciéndonos doce episodios donde hemos pasado por todo el espectro emocional hasta terminar rindiéndonos de nuevo ante lo excelente que es 'Shameless'.
La espiral de Fiona
Cuando hice el análisis de los primeros episodios no me imaginaba el duro giro que iba a dar la temporada. La trama de Debbie (inmensa Emma Kenney) perdía fuerza y protagonismo --movimiento completamente lógico por otro lado-- para centrarnos en la espiral destructiva de Fiona (Emmy Rossum). La temporada parecía haber comenzado bien para ella con una relación bastante prometedora con, por otro lado, su jefe... hasta que apareció en su vida Robbie (Nick Jehlfuss), hermano de Mike, que no es más que el detontante para que la vida de Fiona se ponga patas arriba.
Y llegó la caída de Fiona: en una fiesta en su casa para animarse después de la ruptura con Mike y de intentar dejar las cosas claras con Robbie, el pequeño de la casa Liam ingiere la cocaína dejada en la cocina, teniendo que ser hospitalizado... y Fiona es arrestada por ello. Se produce aquí el derrumbe de la mayor de las Gallagher y el punto en el que la débil estructura de los Gallagher se derrumba.
Fiona es sobre la que cae todo el peso de sacar adelante a la familia. Y aquí es donde interviene Lip (Jeremy Allen White), quien se ve incómodo tanto en casa como en la Universidad. La reacción de Lip es tajante: para él Fiona ha evolucionado a Frank, no se puede confiar en ella... y tampoco se puede echar las culpas al padre, cuando este no la tiene. La relación Lip/Fiona esta temporada trae los diálogos más duros que hemos podido ver en la serie y, según se van limando las asperezas, algunos de los más tiernos.
"Adiós, hígado de Frank"
La trama "ligera" de esta temporada ha sido, como no podía ser de otra manera, la del hígado de Frank (William H. Macy). Tras tres temporadas viendo a Frank el borracho/adicto/estafador en este cuarto año veíamos al personaje convaleciente, en la cama, al borde de la muerte. Su vida de excesos han terminado de destrozarle el hígado. En su búsqueda por uno nuevo, hemos conocido a Sammi (Emily Bergl), hija oculta del progenitor de los Gallagher y por fin una con la que podemos decir que "de tal palo, tal astilla".
Por lo general toda la odisea de Frank esta temporada ha servido para que veamos al personaje como nunca antes lo hemos visto. Ha sido una temporada en la que ha crecido, por decirlo de alguna manera, como figura paternal. No tanto con la familia de toda la vida, a excepción de Carl, sino con su reencontrada hija. Me resultó muy conmovedor el penúltimo episodio de la temporada, donde tras el transplante de hígado Frank entra en un estado de amnesia post-traumática y focaliza en Emily, una niña hospitalizada para recibir un transplante de corazón, la figura de Fiona.
Ian y Mickey: la pareja
El pensamiento que he tenido durante toda la cuarta temporada de 'Shameless' es que este año la serie ha madurado. Tramas menos gamberras han dado paso a otras más "adultas", sin terminar de sacrificar las primeras. Y por si no había terminado de quedar claro con lo ya repasado, la historia de Ian y Mickey (Noel Fisher) esta temporada es el punto que confirma cómo ha crecido 'Shameless' esta temporada.
Tras su desaparición, un rastreo de la policía militar pondrá a Lip a la búsqueda de su hermano Ian (Cameron Monaghan), a quien encontrarán viviendo en un edificio abandonado y trabajando en un club nocturno gay. Será tras la insistencia tanto de Lip como de Mickey que éste volverá al redil... y se irá reconstruyendo la relación entre los dos como una pareja propiamente dicha. Todo enfocado hacia el gran paso --incluso podríamos decir que detonante de lo que viene después en cuanto a Ian-- de la salida del armario de Mickey.
No sé qué pensaréis vosotros, pero esta pareja rebosa ternura por los cuatro costados, hecho que queda constatado cuando descubrimos la posibilidad de que Ian tenga trastorno bipolar y lo que hemos visto de él hasta entonces sería la fase maníaca de dicho trastorno.
La cuarta temporada de la 'Shameless' estadounidense es la mejor que ha tenido la serie y la vuelve a catapultar a lo más alto de la ficción televisiva actual. Han sido unos doce episodios bien equilibrados que han servido de base sólida para un tramo final excelente. El próximo año veremos cómo vuelve la familia, sobre todo ante el aparente regreso de Jimmy/Steve/Jack (Justin Chatwin), al que he de reconocer no he echado de menos en absoluto. No sé qué nos tendrá preparado John Wells y su equipo para la quinta temporada, pero espero que haya tomado buena nota del salto de calidad que ha tenido la temporada más madura y mejor hecha de 'Shameless' hasta la fecha.
En ¡Vaya Tele! | Los niños crecen en la cuarta temporada de 'Shameless'
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