Llega septiembre y, si sois seriéfilos, sabéis que este mes es sinónimo del arranque de la temporada televisiva en las principales cadenas norteamericanas. Con los Emmy como heraldo, la semana siguiente a la ceremonia de los premios solían ser un chaparrón con decenas de nuevas temporadas y series de estreno aglutinadas entre esa última semana de septiembre y la primera de octubre.
En 2020 esto ha cambiado. La pandemia global ha obligado a paralizar y posponer la producción de casi la totalidad de las series en emisión y nos encontramos ante la temporada más atípica y raquítica desde que se estableció el ciclo septiembre/mayo hace más de medio siglo.
Algo que se ha ido confirmando en las últimas semanas, cuando las networks, es decir, las cadenas generalistas en abierto de Estados Unidos, han conformado y anunciado sus parrillas para arrancar esta temporada 2020/2021 con notables ausencias y retrasos.
Parrillas a prueba de COVID
Unas parrillas que se han fundamentado en tres pilares ante la imposibilidad de implementar las nuevas temporadas en las próximas semanas: programas "sin guion" (concursos, realities, etc.), series guardadas en el cajón de otras temporadas y series adquiridas de streaming o de otros canales.
A modo de ejemplo, vamos a repasar brevemente las propuestas de estas cadenas. CBS ha programado 'Star Trek Discovery', 'Manhunt: Deadly Games' y la cuarta temporada de 'Día a día'; ABC ha barrido y no hay rastro de ficción en su programación hasta nuevo aviso; FOX saca del cajón ficciones que tendrían que haberse visto hace meses como 'NeXt' y estrena licenciadas como 'LA's Finest', etc.
¿Y cuándo estrenan MI serie? pues las fechas más cercanas para las nuevas temporadas de las series más vistas apuntan a noviembre, ahí tiene planificada NBC las premiere de 'This is Us', las "Chicago" y 'Ley y Orden: UVE', o CBS las de sus franquicias 'NCIS y 'FBI'. ABC ha preferido ser cauta y no dar fechas, mientras que tanto CW como FOX han decidido retrasar sus grandes apuestas hasta enero en una estrategia "a prueba de COVID".
Una situación inédita y una alarmante crisis publicitaria
Hace falta remontarnos hasta la huelga de guionistas de 1981 para encontrar un precedente de la escasez que nos estamos encontrando... y ni siquiera se puede comparar en cuanto a alcance económico. En esa ocasión, los guionistas se pusieron de huelga durante tres meses buscando compensación por los nuevos mercados como la televisión de pago y el vídeo doméstico. Esos tres meses provocaron el retraso del inicio de la temporada televisiva.
Algo similar a lo que está pasando: cadenas como CW ya dieron en mayo la temporada de otoño perdida y decidieron trasladar sus series a enero. Algo que el resto de networks están asumiendo con cierta resignación a lo largo de un verano dedicado a diseñar diversas estrategias para que la ausencia de sus series propias apenas se note.
Esto, por otro lado, conlleva unas consecuencias económicas. Durante el punto álgido de la COVID-19 entre marzo y este verano, la inversión publicitaria pasó a modo supervivencia. Con todo parado, las marcas pararon campañas a la espera de una nueva normalidad que tampoco invitaba al derroche.
El problema es que esta "nueva normalidad" televisiva está siendo extraña y poco atractiva. Los upfronts, eventos pensados para atraer anunciantes a las diferentes franjas televisivas, dejó buena nota de ello. Por muy bien que vendas una u otra serie, la realidad es que no puedes garantizar ni siquiera su estreno. Y es mucho menos atractivo anunciarte en un programa cualquiera que en 'Anatomía de Grey' o 'This is Us'.
Esto conlleva, desde luego, ventas ajustadas y unos datos que ni siquiera la campaña electoral estadounidense (en la que los candidatos se dejan entre tres y cuatro mil millones de dólares) van a poder salvar. Desde Bloomberg auguran la imposibilidad de recuperarse del duro golpe provocado por la caída de ventas publicitarias. Una caída estimada en un 12% en todo el globo y que en EEUU puede ser mayor... y se acumulará en el tiempo.
Un modelo de temporada obsoleto
Una de las cosas que demuestran esta crisis es que el modelo de temporada televisiva estadounidense no sirve en esta situación, es más, se ha quedado obsoleto. No es ninguna revelación atrevida ya que es algo que se lleva viendo desde que arrancó el Peak TV, pero la crisis del coronavirus parece potenciar esta idea.
La idea de temporada surgió hace seis décadas como forma de aliarse con uno de los sectores que más inversión publicitaria en televisión realiza: el del automóvil. El estreno de las nuevas series de ABC, NBC y CBS llegaría justo a tiempo para promocionar el nuevo modelo de Chevrolet o Ford.
Esto conformaría con el tiempo un ciclo estable para desarrollo y producción de nuevas series a lo largo de todo el año: en otoño empiezan los pitchs de nuevas series y recepción de guiones; el invierno siguiente se desarrolla y se preproduce el episodio piloto; entre marzo y abril se rueda ese primer episodio y, si convence, en mayo se da luz verde a la serie; en verano se comienza a rodar; y en otoño se estrena. Y, si todo va bien, la serie les dura hasta mayo (22 episodios).
Así hasta completar una decena larga de franjas (tres al día, de 8 a 11 de la noche). Esto se une a un vertiginoso ritmo de producción: en cualquier momento se está trabajando simultáneamente en tres o cuatro episodios en distintas fases: en lo que se rueda un episodio de 'The Good Doctor' (unos diez días, algo menos), se está posproducciendo el anterior y entra en preproducción el siguiente, mientras se sigue guionizando los que vendrán a continuación. Todo un trabajo en cadena imparable. Hasta que se para.
Un ciclo estable pero que, si ampliamos la panorámica, no refleja la realidad actual de la televisión y de los que, hoy por hoy, marcan la tendencia. Es cierto que en verano suele bajar el consumo televisivo, pero el negocio está abierto 365 días al año durante 52 semanas y no pueden dejar la sensación de que esas semanas entre mediados de mayo y mediados de septiembre no les importa.
Semanas que aprovecharon las cadenas de cable para proponer sus apuestas. Una planificación que, poco a poco, empezaron a romper estos canales de pago, estrenando a lo largo de todo el año. Netflix y el resto de plataformas se le unieron. Cada vez tenía menos sentido plegarse a unas semanas concretas.
Además, los ejecutivos de las cadenas cada vez se muestran más flexibles guardando ases para midseason (enero/febrero). Otrora época de "series de segunda" para reemplazar lo que no ha funcionado, en la pasada década la estrategia ha ido cambiando con series más prometedoras y ambiciosas y, en algunos casos "demasiado" caras para mantener 22 semanas.
El concepto de temporada está muy anclado tanto a nivel de industria como de espectador, por lo que sería demasiado radical pensar que el concepto desaparecerá a corto plazo. Pero no tanto a medio. Sobre la mesa más que un ¿es sostenible el modelo actual?, el debate es ¿hasta cuándo será valido?
La televisión base
Lo que está claro es que la escuálida programación de septiembre y octubre es debido a este esquema, que impide almacenar series para estas contingencias. Netflix, por ejemplo, no ha parado de estrenar porque muchas de las series las tenía rodadas desde 2019 e incluso antes. De hecho va a ser en estos últimos meses de 2020 y en 2021 cuando se va a notar el parón general de rodajes.
Por otro lado, lo prolífico del sistema de networks sitúan a sus series en la base de la pirámide alimentaria. Los estudios deben producir mucho para que la serie sea rentable. Las plataformas de streaming, canales internacionales, de cable básico y afiliadas locales confían en este tipo de contenidos para rellenar horas de parrilla. Sin este tipo de series, Netflix no sería la gigante que es hoy.
Además del coronavirus y cómo ha provocado la paralización de producciones, la falta de inversión publicitaria durante todo este año es una estocada importante que hará que muchas cadenas confíen, aún más, en su contenido sin guion. Realities, concursos y factuales son mucho más baratos que las ficciones pero, por otro lado, menos exportables a otros mercados.
Así que la situación es compleja y se une a la general en la "industria del contenido" como se está empezando a llamar a la conjunción cine/televisión. Llevamos meses observando cómo esta pandemia está acelerando cambios que se veían en el horizonte como la flexibilidad de las ventanas de distribución en el cine. La televisión está en un momento de mirar cuentas, coger todos los datos posibles, sacar la cabeza fuera del despacho y trazar un nuevo modelo.
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