El cuarto episodio de la octava temporada de 'Juego de Tronos' está dando más dolores de cabeza de los previstos a sus responsables. Del extraño caso del vaso de Starbucks que aparece y desaparece a la más seria y polémica discusión generada por una conversación en la que Sansa (Sophie Turner) habla de cómo ha crecido y madurado debido al sufrimiento que ha vivido a manos de personajes como Ramsay o Meñique.
La voz que con más claridad se ha alzado para plantear peros a esta decisión es la de Jessica Chastain, que pese a su relativo oportunismo (esa mención al ave Fénix cuando llega el momento de promocionar 'X-Men: Fénix Oscura', en la que Chastain coincide con Turner no puede ser casual), ponía el dedo en la llaga. "La violación no es una herramienta para hacer más fuerte a un personaje", decía en una publicación en redes sociales. "Una mujer no necesita ser victimizada para convertirse en una mariposa. El #pequeñopájaro siempre fue un Fénix. Su fuerza prevaleciente se debe únicamente a ella. Y a ella solamente".
Lo interesante de la declaración de Chastain y de la consiguiente polémica entre los fans que encuentran ese trasfondo válido y quienes no es que pone el acento en la creatividad. Más allá del buen o del mal gusto, estamos hablando de un recurso perezoso por parte de los guionistas y sobre todo, de que quizás no estemos creando personajes femeninos fuertes tan interesantes si lo hacemos a golpe de tópico. Hemos preguntado a unas cuantas escritoras y expertas en el papel de la mujer en distintas formas de la cultura pop para saber algo más sobre el tema.
Rape is not a tool to make a character stronger. A woman doesn’t need to be victimized in order to become a butterfly. The #littlebird was always a Phoenix. Her prevailing strength is solely because of her. And her alone.#GameOfThrones pic.twitter.com/TVIyt8LYxI
— Jessica Chastain (@jes_chastain) May 7, 2019
Por ejemplo, Marta Triviño, periodista y crítica, opina que "El comentario me pareció un intento de los guionistas por justificar, ya en la última temporada, una serie de escenas polémicas que han estado presentes en la serie desde la primera temporada. La sentí como una disculpa del tipo "el fin justifica los medios" puesta en boca de uno de los personajes que más ha sufrido esa forma perezosa de escribir". En cuanto a la opinión de Jessica Chastain, Triviño, le da la razón: "recurrir a la violencia sexual para dar motivación y endurecer a un personaje femenino es un recurso trillado en exceso que muchos escritores utilizan sin pensar. Es un transfondo y un arco argumental que se utiliza precisamente porque no hay que trabajarlo ni explicarlo mucho a la vez que no trastoca otras tramas de la serie (no es como una muerte)"
Eva Cid, también crítica cultural y seguidora entregada de 'Juego de tronos' nos cuenta, precisamente, que "me da mucha pena que una de las (probablemente) últimas frases de uno de los personajes femeninos mejor construidos y con uno de los arcos más interesantes de la serie sea una en la que reduce toda su trayectoria a eso, a la influencia, en este caso violenta, de los hombres como catalizador de su evolución. Es un simplismo terrible y perezoso con un personaje que es bastante más complejo que eso."
Cristina Ortiz, colaboradora de Magnet, ahonda en qué significa esa secuencia para 'Juego de Tronos': "Entiendo que para muchos la conversación es el enésimo ejemplo de la utilización del trauma de la violación para hacer avanzar un personaje femenino. Para otros el foco del diálogo está en el hecho de que, para bien o para mal, todos los acontecimientos vitales acaban modelando la personalidad -¿sería Jaime el Jaime que es hoy si no le hubiesen cortado la mano derecha?-". Y reconoce algo que todas nuestras entrevistadas parecen tener claro: "el problema evidente de la utilización constante y casi obsesiva del recurso de la violación -desde mi punto de vista, algo debido sobre todo a la torpeza y la ineptitud de muchos guionistas-".
Pero Ortiz cree que hay algo más, que incide en la misma cuestión de "el problema de fondo del tratamiento de los personajes femeninos en 'Juego de Tronos'", y que básicamente es que estas mujeres son a veces hombres disfrazados: "Si atendemos a las mujeres protagonistas -Sansa, Arya, Daenerys o Brienne- vemos que el arco de todas ellas se construye en torno a un proceso de fortalecimiento personal basado en el desarrollo de rasgos del carácter que tradicionalmente se han considerado propios de personajes masculinos: se vuelven serias, cortantes, despiadadas, decididas, frías y extremadamente cerebrales, hasta el punto de resultar en ocasiones crueles y despiadadas. De hecho, Cersei, que ya era así desde la primera temporada, no sufre un cambio apreciable en su carácter, sino en todo caso una agudización de estos rasgos".
Y por el contrario, continúa Ortiz, "paradójicamente, todos los personajes masculinos que hemos considerado al menos en algún momento como los héroes -Jaime, Tyrion, Theon o el Perro- basan su fortalecimiento y su mejora como personas y personajes en la adopción de características tradicionalmente femeninas: la compasión, la amabilidad o la empatía. Incluyo Jon, dentro de los muy limitados recursos dramáticos de Kit Harington, parece haber perfeccionado su capacidad para escuchar y cuidar a sus semejantes. ¿Por qué a Jon la amabilidad le hace ser mejor rey pero en Sansa se considera ingenuo y 'naive'? ¿Por qué para mostrar que un personaje femenino se ha fortalecido se la debe convertir en poco menos que un autómata? ¿Por qué para que Arya se convierta en una excelente guerrera, Daenerys en una general que puede dominar a sus tropas o Sansa en señora de Invernalia deben renunciar a la sensibilidad? ¿Solo se puede respetar a una mujer que imita los tópicos masculinos más perjudiciales?"
La escritora de fantástico Enerio Dima, autora de 'Tarantella' o 'Micosis' y colaboradora de nuestros podcasts, fue una de las primeras personas en reaccionar en redes sociales a las declaraciones de Chastain: "Chastain tiene toda la razón en esto, es un camino que hay que recorrer sí o sí para tener personajes femeninos “fuertes” (mi urticaria a esta expresión daría para ensayo también). Sobre el tema tenemos este estupendo artículo de la escritora Rocío Vega, donde explica por qué dejó de usar el abuso sexual como recurso narrativo. Creo que hemos llegado a un punto en el que la violación está hasta mistificada, especialmente para los autores hombres. Saben que es algo que pasa mucho, así que quieren incluirlo en sus obras, pero no lo sienten como un riesgo real en sus carnes y de ahí el halo de irrealidad".
Dima cree que este diálogo concreto va más allá de una mera convención o un diálogo poderoso: 'Juego de Tronos' está hablando a sus espectadores: "es un mensaje directo del show: 'Estamos orgullosos de haber violado a nuestro personaje porque si no aún la odiaríais'. Sansa es un personaje con el que muchos fans de la saga han tenido problemas porque en la primera temporada sus preocupaciones eran casarse y estar guapa (tenía 13 años, así que también deberíamos plantearnos por qué juzgamos con tanta dureza las aspiraciones de una niña). Terminó la cuarta temporada y ella estaba en el Valle, con su trama de los libros terminada, necesitaban darle un nuevo acto y una motivación que los espectadores apreciaran: la venganza. Pero claro, se ve que ella no tenía bastantes razones para odiar a los Bolton y tenían que violarla para que terminara de avanzar".
Dima concluye así su análisis de las motivaciones de Sansa: "¿Lo peor? Que ni siquiera me creo que esto lo hicieran por ella. En los libros sabemos que el punto de inflexión de Hediondo para recuperarse a sí mismo es ayudar a una chica en una situación similar, así que colocaron a Sansa. Theon sufre y evoluciona, Sansa madura de una vez, ¿todos felices?". Pero jugar con la violación como herramienta de maduración de un personaje, nos dice Dima, es peligroso: "El caso es que me parece muy poco probable que en cualquier conversación con una víctima real de violación te dijera algo como “si no me hubieran violado siempre habría sido una niña”. Más que nada, porque en el caso de Sansa es mentira. Ella ya había empezado a jugar su propio juego mucho antes de esa trama." Y concluye: "en definitiva, la escena me hizo poner los ojos tan en blanco que me vi el cerebro por dentro".
Elena Crimental, también crítica y experta en cultura pop, coincide con el comentario de Jessica Chastain, "aunque más que una cuestión de pereza, tengo la sensación de que se trata de una mezcla de ignorancia y falta de interés. No tanto del oficio -que también- como de lo problemático que resulta seguir recurriendo a las violaciones como supuesto mecanismo para hacer "avanzar" a los personajes femeninos que son las víctimas o a los masculinos relacionados con ellas".
También Esther Miguel Trula, redactora de Magnet, tiene su opinión acerca de cómo afecta este recurso a un personaje como el de Sansa Stark, y coincide con Dima en muchos aspectos: es "una princesa de cuento de hadas que debe padecer un progresivo desencanto acerca de la gente. Alguien en un tarro de cristal que debe aprender a estar lista para esperar lo peor de los demás en todo momento y aplicar estas lecciones a su estilo de gobierno en Invernalia. Que todo esto sería lo que la ayudaría a ser la más apta de entre todos los hijos Stark para tomar las riendas de sus padres".
Trula incide en la radical diferencia que hay con respecto a los libros originales: "como muchos sabrán, en los libros no violan a Sansa, y lo que vemos en la serie es la fusión de distintas líneas narrativas para reducir el número de tramas y personajes. ¿Podrían haber conseguido los guionistas esa evolución en Sansa sin que hubiese sido violada? Desde luego, aunque tengo mis dudas de si esta evolución se leería tan claramente por los millones de espectadores sin el uso del acto de humillación máximo y explícitamente femenino. Es lo mismo para el personaje de Theon. Para los hombres está la castración y para las mujeres la violación. Son recursos conservadores, manidos y efectivos".
Y, remata Trula, el de Sansa no es un problema aislado con el tratamiento femenino en 'Juego de tronos': "Para mí la serie lleva mostrando estos tópicos en el tratamiento de los personajes desde el minuto uno (la única flaqueza de Cersei es su maternidad, Ygritte fue un mero instrumento para el arco de Jon Nieve), y creo que parte del enfado del personal es por aquellos episodios en las temporadas anteriores en los que los medios hablaron de 'girl power' por escenas como la reunión entre Daenerys y Yara. Es una serie de medievo inventado donde sigue operando el vasallaje y la mitad de las mujeres se dedican a la prostitución. En este sentido, lo de Sansa es completamente creíble".
Violaciones, mujeres en la nevera y otras damiselas en peligro
Pero... ¿y si ampliamos el foco a otras ficciones, más allá de 'Juego de Tronos'? El cuerpo de la mujer, su psicología, su misma presencia, han sido usadas desde el principio de los tiempos para justificar las acciones de los héroes, hasta el punto que han dado nombre a distintas instrumentalizaciones, según el recurso para lo que se empleen: las Mary Sues, las mujeres en la nevera... o las ficciones de "violación y venganza", un tipo de historias que nadie termina de ponerse de acuerdo en cuál es su significado último (hay teóricas feministas como Carol J. Clover que las reivindican).
Enerio Dima nos aclara su postura al respecto: las obras de 'rape & revenge' "no buscan ponerse en lugar de la víctima, sino hacer un alegato de lo que los hombres harían si estuvieran en esa posición. Es como tener que soportar a ese amigo pesado que cuando le cuentas la chapa que te dio tu jefe te dice “pues yo le hubiera contestado que…”. Ya, tío, pero tú no eres yo. Es una posición que está muy cerca del “a las mujeres las violan porque se lo buscan, yo habría hecho esto otro y no me habrían violado”.
Sin embargo, aclara Dima, "no tengo problemas con el uso del sufrimiento como motor para personajes en general, al margen de su género. Lo que sí me molesta es el doble rasero, el que se presuponga que los hombres pueden tener un carácter marcado sin ese sufrimiento y que las mujeres no". Dima pone sobre la mesa otro tema del que ha escrito largo y tendido en su ensayo en la antología 'Infiltradas': la Mary Sue. "Cuando un personaje femenino alcanza la excelencia sin haber sufrido un “correctivo” por el camino (Rey en 'Star Wars', por ejemplo) mucha gente la califica de Mary Sue", dice Dima. "Son casi como las dos caras de la moneda en la cultura pop, la “mujer fuerte” (violada y recompuesta) y la Mary Sue. Me recuerda un poco al capítulo aquel de 'Los Simpson' donde Lisa y Bart iban a la academia militar y ella tenía que demostrar cinco veces más su valía. ¿Al final para qué? Para nada, porque por más que te esfuerces nunca vas a ser una de los chicos"
La crítica Paula García nos recuerda otro de los tópicos más nocivos y perezosos de las narrativas dominadas por hombres, el de la mujer en la nevera. "Llevo viendo a mujeres reaccionando negativamente hacia la instrumentalización de la violencia hacia la mujer desde que tengo uso de razón. El término "mujer en la nevera", sin ir más lejos, surgió dentro del entorno del cómic a causa de una polémica muy grande que hubo en el año 1999, cuando a Ron Marz no se le ocurrió mejor forma de hacer que el protagonista de su cómic de Linterna Verde creciese como persona que descuartizar a su mujer y meterla dentro de una nevera. Ya entonces tanto fans como creadores de la industria se posicionaron fuertemente al respecto. Hace veinte años, y seguimos viendo casos de esto casi todas las semanas. Podemos quejarnos y posicionarnos todo lo que queramos, pero al final no depende de cuánto gritemos: depende de que quienes están en posición de poder quieran escuchar y entender".
Son tropos que, nos dice Marta Triviño, "están por desgracia muy extendidos y, en mi opinión, son tan recurrentes porque los personajes femeninos, por lo general, tienen menos entidad que los masculinos y el público se identifica menos con ellos. Para afectar emocionalmenre al espectador/lector los hombres tienen que estar en medio de alguna manera en la escena (ya sea como violador o cómo afectado). Quiero decir, al público le importa tan poco los personajes femeninos (por lo mal escritos que están en general) que se necesita que los hombres interfieran constantemente en sus arcos. Son efectivos; traumáticos para el personaje y la audiencia y escandalosos".
La cuestión última es si las cosas están cambiando o son formas narrativas tan arraigadas en la cultura popular que no vale la pena ni discutirlas. Enerio Dima dice que "estoy muy harta de que en el año 2019 de Nuestro Señor tengamos que seguir así. También me apetece consumir historias en las que una mujer sea poderosa porque sí, o historias en las que una mujer sufra y el foco esté puesto en ella y no en lo que hace sentir a los hombres de su entorno. O mejor, alguna historia en la que la mujer no tenga que sufrir. La ficción también debería ser escapista y agradable para nosotras, no siempre que encendemos la tele queremos que nos recuerden que una de cada veinte mujeres en Europa ha sido víctima de violación"
Triviño, de hecho, afirma que el mero hecho de señalarlo ya es una prueba de que las cosas cambian: "el hecho de que señalemos el componente sexista (es un tropo que afecta mayoritariamente a personajes femeninos) ya indica que las cosas están cambiando y que, además, es sencillo de cambiar (solo hay que trabajar los personajes femeninos tanto como los masculinos). Solo hay que encontrar cómo hacerlo". Elena Crimental coincide parcialmente: "el problema está estrechamente relacionado con los tropos que ha perpetuado la cultura popular, que a su vez provienen de la sociedad heteropatriarcal en la que vivimos. Como todo machismo, es complicado librarse de él, pero no imposible. Lo deseable es seguir poniendo de manifiesto lo erróneas que son estas percepciones para que tanto los creadores como la audiencia entiendan que no reflejan la realidad. En esa línea, que cada vez haya más voces críticas al respecto es una buena señal, una clara indicación de que poco a poco estamos progresando".
Eva Cid tiene algunas ideas para conseguirlo, y afirma que "hay muchísimas formas de instrumentalizar un recurso narrativo para impulsar otras cosas en una historia, el problema aquí es que se usa siempre en la misma dirección (mujeres al servicio de hombres que son los que hacen cosas) y con las mismas formas (violencias y abusos). Cuando esto ocurre de manera constante parece claro que hay ciertas disposiciones culturales detrás, pero también que son las mismas voces las que cuentan las historias". Es tan sencillo como que "es importante señalar estos problemas, pero lo ideal sería que, además de eso, se hiciera un esfuerzo consciente para crear equipos diversos (de guionistas, en dirección, etc). Así sería más sencillo dejar estos tropos tan rancios atrás. Creo que es fundamental diversificar los espacios creativos".
Paula García también cree que la cosa es dificultosa, pero que en el fondo "no es complicadísimo deshacerse de ello. Principalmente por un motivo: cuando lees a autoras, la violencia sexual se utiliza de forma mucho más marginal. No en todos los casos, porque por supuesto que hay mujeres que escriben historias en las que existe violencia hacia el género femenino, igual que hay hombres más sensibilizados con la materia que no lo hacen. Pero en general, diría que este tipo de actitudes son menores cuando quienes escriben son mujeres. Es una cuestión de educación, claro, de empatía, y de sensibilizarnos con determinados problemas sociales que quizás son incómodos de mirar o de discutir".
Y al final, volvemos al principio: presencia femenina al margen, es una cuestión de si los guionistas son buenos o no. Dice Paula García que "también es una cuestión de escribir mejor. Si lo único que se te ocurre para conseguir que tus personajes crezcan o se desarrollen es replicar la violencia -institucionalizada o no- que la sociedad ejerce hacia la mujer en tus historias, quizás deberías darle otra vuelta"
Esther Trula, sin embargo, creo que "al igual que el test de Bechdel sirve como indicador general pero falla a la hora de analizar cada caso, aquí no podemos dar una respuesta universal. No en todas las ficciones estos acontecimientos que sufren las mujeres son mala escritura. Por mi experiencia como espectadora sí que noto que es más raro que las mujeres guionistas caigan, de media, en esos tópicos forzosos, o al menos sin darle una vuelta. Es difícil evaluar si la reacción de las redes es positiva, tanto para hablar del pulso de los espectadores (Twitter no es todo el mundo) como para hablar de los efectos en las ficciones futuras (los futuros guionistas y gabinetes de ejecutivos podrían cuidarse de no caer en estos tópicos para hacerlo en otros)". Y acaba llegando a la misma conclusión que Eva Cid: "Para mí, la métrica más importante en términos de representación sigue siendo el número de mujeres detrás del proceso de realización de la ficción".
En términos generales, hay esperanza para el cambio. Dima dice que "el cambio es complicado, pero creo que avanzamos por el buen camino. El simple hecho de que haya más mujeres escribiendo sobre eso, tanto en ficción como en no ficción o incluso en las redes sociales, ya hace que se cree una sensibilidad que antes no había. Llevamos siglos en los que el canon literario y cinematográfico ha sido fijado por hombres, ya va siendo hora de que dejemos de consumir lo que ellos piensan sobre nuestros cuerpos y nos expresemos libremente. Mucha gente pensará que esto que estoy diciendo aquí es algún tipo de "censura”, que estoy diciendo que ya no se pueden escribir violaciones, pero nada más lejos de la realidad. Lo que pido es que se haga BIEN. Por ejemplo, en 'The Handmaid's Tale', 'Jessica Jones' o incluso 'Outlander'. Mientras tanto, que se vayan acostumbrando quienes hacen ficción a que las mujeres levantemos la voz cuando algo no nos guste." Más claro, agua.
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