No era tarea sencilla darle un final a 'La casa de papel', en parte porque ya tuvo uno cuando acabó su paso por Antena 3 tras dos tandas de episodios. Con su salto a Netflix, la serie optó por una energía diferente, potenciando la adrenalina por encima del resto, alcanzando su punto álgido por esa vía con el quinto capítulo de esta última temporada.
Sin embargo, faltaban otros cinco para cerrar la historia del atraco al Banco de España, por lo que las reglas del juego cambiaban. Ahora tocaba dar con una despedida que mantuviese ese lado más arrollador y sorprendente de la serie, pero también recuperar su lado más emotivo de forma consistente y funcionar a modo de despedida. Todos teníamos nuestras preferencias sobre lo que queríamos que sucediera, pero creo que el equipo de 'La casa de papel' ha dado con un cierre perfecto para la etapa de la serie en Netflix.
Cuidado con los SPOILERS a partir de aquí
Un cambio de enfoque
'La casa de papel' llevaba una escalada peligrosa desde el inicio de la tercera temporada. Todo parecía ser la búsqueda del más difícil todavía para que la serie nunca dejase de estar en lo más alto. Poco importaba cualquier tipo de exceso, incluso para introducir nuevos personajes, ya que todo parecía valer. No es que en estos últimos episodios falten giros de guion que cualquiera podría discutir, pero hay un cambio fundamental: todos están orientados a hacer encajar las piezas de cara a su final.
Pensemos por ejemplo en todo lo referente a la repentina aparición del hijo y la ex de Berlín para fastidiar los planes del Profesor y hacerse con el oro. Un golpe de efecto clarísimo para complicarlo todo más a última hora para luego resolverlo todo con cierta celeridad, en parte porque simplemente no había más tiempo.
Todo ello tiene una doble función. Por un lado, da algo de sentido a todos esos flashbacks sobre el personaje interpretado por Pedro Alonso que más de una vez parecía que solamente estaban ahí para poder volver a contar con el personaje de Berlín. Por otro, añade emoción e incertidumbre para mantener en tensión al espectador, pero no deja de ser una estación de paso de cara al último gran truco del Profesor para poder salirse con la suya en una situación en la que todo parece estar en su contra.
Eso permite a la serie dar algo más de espacio a los personajes en estos últimos capítulos. Sea para conocerles un poco mejor como a Pamplona y su inesperado interés romántico por Lisboa, algo utilizado como mero alivio cómico condenado a no llegar a ninguna parte, o simplemente para arreglar lo que parecía casi roto como la relación entre Denver y Estocolmo.
Además, el tono también se ha diversificado, dejando más espacio tanto al humor como a lo emocional, allanando así el camino a una resolución en la que pesa más el alivio por ver a la banda escapar e iniciar una nueva vida. Ojo, que 'La casa de papel' sigue queriendo jugar con nuestras emociones, aunque seguro que no soy el único que tenía muy claro que nadie había muerto, porque una cosa es sacrificar a uno o dos personajes, pero cargarse a todos los miembros de la banda que permanecían dentro del Banco de España es algo que estaba claro que no iba a suceder.
Encajando las piezas
¿Nos queda entonces un final demasiado complaciente destinado a dejar contentos a todos los espectadores? Puedo entender a quien haga esa lectura del mismo, porque en sí mismo no dejaba de ser la solución más fácil, pero antes la serie opta por hacer algo que podría haberse cargado la simpatía del público hacia los atracadores.
Me refiero al hecho de que el Profesor deje bien claro que son unos ladrones dispuestos a dejar que se hunda todo un país con tal de salirse con la suya. Que una cosa es que Tamayo te caiga mal y sus métodos lleguen a ser despreciables, algo que la serie sabe utilizar muy bien a su favor al forzarle a aceptar un acuerdo que con otro interlocutor probablemente habría sido imposible, pero otra que quede claro ese egoísmo, que ellos están dispuestos a lo que sea para escapar de allí con el oro.
Tampoco me olvido de algo que la propia serie explicita al señalar que el hecho de que unas falsificaciones sirvan como gran respaldo económico de nuestro país es algo muy español, con el 'Lazarillo de Tormes' como principal exponente de esa vía. Ese lado más pícaro también tiene su contrapartida negativa en nuestra sociedad, pero en el caso de 'La casa de papel' ha sido el último gran as en la manga del Profesor, y uno que es fácil asumir en lugar de dedicarnos a ponerle pegas. Que habrá quien lo haga, pero eso siempre lo hay, sin importar lo que hagas.
De esta forma, el cierre de 'La casa de papel' en Netflix es muy satisfactorio, sabiendo integrar todo lo visto previamente, pero también recuperar el hecho de que los personajes son lo primero. Que una cosa puede ser muy trepidante, pero sí lo que les suceda me da igual, la cosa acaba haciendo aguas.
Aquí se ha sabido utilizar la muerte de Tokio para relanzarlo todo por última vez, sin la necesidad de prestar tanta atención a hacernos sufrir por el destino de sus protagonistas, ya que aquí ha tocado volver a recordarnos por qué nos encariñamos con ellos en primer lugar, logrando así que su desenlace se sienta como algo ganado, y no como un último salto al vacío para sorprendernos.
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