Lila es esa persona que te dice que es por tu bien cuando en realidad lo es por el suyo. Es el salvador que viene a acogerte en sus brazos para no soltarte nunca más, el maestro que quiere enseñarte sólo para que sigas siendo su alumno, esa persona que hace ver que te ayuda a encontrar la verdad pero lo que hace es dirigirte hacia la verdad que más le conviene. Su único interés es el suyo propio, su único objetivo es atarte para siempre.
Sus alas de ángel son en realidad urpas, tras la aparente comprensión se encuentra el engaño. El único motivo por el que Lila quiere ayudar a Dexter es para hacerlo suyo. Le ofrece la solución a sus problemas, que es ella misma, para que él no pueda dejarla jamás. Y Dexter lo acepta, porque el Código ha resultado ser una mentira y no sabe a qué acogerse. Porque es muy liberador creer que hay alguien que te ama y va a cuidar de ti, alguien que va a saber todas las respuestas a todas las malditas preguntas.
Lila es su nueva guía, un sustituto para el faro paterno de Harry que ahora parece apagado. Dexter la acepta del mismo modo que aceptamos nosotros a nuestros padres cuando nos hacen daño en nombre del amor. La necesidad de un referente puede vencer al sentido común. Por eso nos creemos la mentira de ese abrazo a pesar de que nos han demostrado que lo que ellos quieren tiene prioridad sobre lo que somos. Porque necesitamos creer que existe una falda donde poder cerrar los ojos y descansar de las dudas del vivir.
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