Un clip y un clip hacen dos clips, tres hacen una cadena; enlazando cuatro Jim Halpert tiene un arma para estrangular a Dwight. Y lo haría a placer, si no fuera porque quiere conservar su trabajo. Pero, ¿por qué desea seguir en un empleo mal pagado en el que tiene que aguantar a un jefe insoportable, unos compañeros de trabajo apáticos hasta el extremo y donde carece de motivación alguna? Este, y no otro, es el gran misterio de la rutina.
Su máxima aspiración en el trabajo es encontrar maneras de pasar el tiempo. Y aunque odia lo que hace, no intenta cambiarlo. Se dedica a hundirse en sus momentos de tedio: fabricar aviones de papel, hacer dibujitos en la esquina del cuaderno, reenviar e-mails y hacer la cuenta atrás de los segundos que faltan para que llegue la hora de marchar. Un Jim Halpert dobla la media de visitas a la máquina de café del resto de trabajadores, puede ir al baño tres veces por hora y pasa más tiempo ordenando informes que rellenándolos.
Su actitud es idéntica a la de un estudiante de instituto. La diferencia es que el primero no tiene elección, mientras él podría escoger otro trabajo. Pero no lo hace. Porque entre el riesgo de intentar cumplir sus sueños y la seguridad de un trabajo en el que no se siente realizado, opta por este último. Eso no le impide creer que él es mejor que todos los que le rodean, ni sentir que está por encima de la empresa y sus objetivos. Pero eso es justamente lo que lo hace el más fracasado de todos. Podría sacar un 10 y se queda en 4,5.
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