El terreno natural de USA Network es el verano, es la época en la que estrena gran parte de sus series y en la que obtiene mejores datos de audiencia. Su estrategia es clara: procedimentales ligeritos con protagonistas resultones y casos aceptables que no dan mucho que pensar. Sin embargo, este verano se han salido un poco del tiesto con el estreno de 'Political Animals', una mezcla entre 'El Ala Oeste de la Casa Blanca' y 'Cinco Hermanos', pero quedándose con lo peor de cada una de ellas.
Sigourney Weaver se las prometía felices en su llegada a la televisión, con una serie hecha para su lucimiento y un papel de lo más pretencioso. Interpreta a una subespecie de Hillary Clinton, la mujer de un político siempre a la sombra de éste que intenta relucir en la política una vez que la carrera de su cónyuge ya ha terminado; y claro, con su poquito de escándalo de por medio. Todo ello se mezcla con un drama familiar donde tenemos anoréxicas, adúlteros y drogadictos. ¿El resultado? Un producto malo tirando a malísimo que no se salva por ninguna parte.
La ficción política menos creíble
Muy pocos se atreven a meterse en política dentro de las series de televisión con un tono serio; para hacerlo, debes tener mucho ego (el caso de Aaron Sorkin) o mucha cara (el caso de Shonda Rhimes). Pero Greg Berlanti, otrora artífice de la grandeza de 'Brothers & Sisters', carece de ambas cosas, y lo único que sabe manejar es el drama familiar con mayúsculas. Y cuando mezclas churras con merinas te sale una pasta intragable e indigesta con la que te acabas desencantando. Y da igual que tengas a un reparto de altura, si el guión falla aquí no hay nada que hacer.
En 'Political Animals' hemos tenido el secuestro de un periodista, el hundimiento de un submarino espía chino y, por si fuera poco, un accidente de avión en el que el Air Force One se estrellaba en Francia y mataba al presidente de los Estados Unidos. Perdonad que me parezca todo un poco exagerado. Y todo ello para resaltar las cualidades de Elaine Barrish, el personaje interpretado por Sigourney Weaver, que sólo piensa en hacer lo moralmente correcto sin importarle las consecuencias políticas y personales que puedan derivarse de ello. Muy bonito todo, sí, pero también muy irreal.
'Political Animals', repleta de caras conocidas
Sigourney Weaver era el mayor reclamo de la serie de USA Network, pero no era el único. Desde sus dos hijos en la ficción, James Wolk (el hijo bastardo creado entre Kyle Chandler y George Clooney al que le cancelaron 'Lone Star' hace un par de temporadas) y Sebastian Stan (el sombrerero loco de 'Once Upon a Time), hasta Carla Gugino como periodista con escrúpulos, pasando por Dylan Baker como vice-presidente ávido de poder y enemigo acérrimo de la familia Hammond. Y cuando la ficción se centraba realmente en ellos y no en el artificio que la rodeaba, es cuando la serie alcanzaba su mayor esplendor.
Las conversaciones entre Elaine (Weaver) y Susan (Gugino) fueron de lo más disfrutable en sus seis episodios, como también lo fueron las discusiones entre T.J. y su abuela con una copa de scotch de por medio. Da la sensación de que si 'Political Animals' se hubiera centrado en el drama familiar hubiera salido un producto mucho más potable, quizá algo extremista y con demasiado drama de por medio pero... ¿acaso no son así la mayoría de dramas familiares? Greg Berlanti es experto en eso, y todos le adoramos por ello.
Esto se acaba aquí y así
Nos vendieron 'Political Animals' como miniserie, seis capítulos que crearían una trama y la cerrarían en pocas semanas. Pero también nos dejaron la puerta abierta a una posible renovación en caso de que la audiencia lo pidiera. Pues bien, la audiencia no lo ha pedido, pero la serie sí que se ha quedado más abierta de lo que cabría esperar. No es un final satisfactorio, eso desde luego, y está claro que esperaban una renovación para volver el próximo verano.
No lo hará, la historia se acaba aquí y así, sin saber si Elaine se presentará de nuevo a la presidencia, sin saber si el presidente ha muerto en el accidente del Air Force One, sin saber cómo evolucionará la relación de Douglas con su mujer tras la infidelidad con Susan, sin saber qué hará T.J. para volver a liarla parda con droga de por medio, sin saber quién será el próximo gilipollas al que Bud le pegará una bofetada. ¿Es una terrible pérdida? Ni mucho menos. Sólo echaré de menos esas maravillosas franjas azules que aparecían en la imagen cuando nos mostraban una escena del pasado. Eso sí que es confiar en la inteligencia del espectador.
En ¡Vaya Tele! | 'Political Animals', tráiler de los políticos que llegarán este verano a USA Network