El año pasado, cuando Netflix estrenó en julio 'Orange is the new black', lo hizo sin armar demasiado revuelo. Aunque su responsable era Jenji Kohan (creadora de 'Weeds'), que llegara en pleno verano y que no tuviera ningún nombre tan reconocible como los que había detrás de 'House of Cards' hicieron que, en un principio, poca gente le prestara atención. Sin embargo, al final, ha terminado siendo de las más exitosas de la plataforma online, siendo su primera temporada más vista que la de 'House of Cards' y la cuarta de 'Arrested Development'. El éxito de la serie no sólo ha hecho conocidas a buena parte de sus protagonistas, y hasta le ha reportado a Taylor Schilling una nominación al Globo de Oro a mejor actriz de drama, sino que ha convertido en toda una celebridad a Piper Kerman, la autora del libro en el que se basa la serie.
'Orange is the new black. Crónica de mi año en una prisión federal de mujeres', editado en España por Ariel, cuenta en primera persona la experiencia de Kerman cumpliendo 15 meses de condena en una prisión de mínima seguridad por transportar dinero del narcotráfico a mediados de los 90. No entró en la cárcel hasta 2004, y reflejó su experiencia en un libro porque, como ella misma explica, toda la gente que se le acercaba, y todos sus amigos, querían saber cómo era la experiencia de estar encarcelado. "El mundo de la cárcel está muy oculto a la gente", apuntó Kerman en un encuentro con fans, organizado en Madrid por Ariel y Canal+, en el que tuvimos la oportunidad de ver hasta qué punto la serie refleja fielmente su experiencia en prisión.
Del libro a la serie
Uno de los aspectos sobre los que giró la charla era, evidentemente, hasta qué punto algunas de las cosas que vemos en los episodios de 'Orange is the new black' le pasaron a ella de verdad. Kerman señaló que la entrada de su alter ego, Piper Chapman, en prisión sí que es bastante fiel al libro, especialmente el momento en el que conoce a sus compañeras de la primera celda y experimenta por primera vez el recuento y le explican cómo debe hacer su cama. "Hay reglas de la prisión y reglas de los prisioneros", apuntó Kerman, añadiendo que "el primer día es un día muy malo y aterrorizador", y que las otras reclusas se acercaban para ofrecerle cepillo de dientes, o pañuelos de papel, y que todas le decían que el día siguiente sería mejor. Ese primer contacto con la prisión que vemos sigue el tono más bien amable y menos oscuro que lleva la serie, y que le granjeó no pocas críticas. Sin embargo, Kerman decía que "escribí el libro porque el lector tiene una idea muy diferente de lo que es la cárcel, cómo son los reclusos y los delitos por los que están allí". Ella estaba en una prisión de mínima seguridad en la que las mujeres allí no habían sido condenadas por delitos violentos, sino mayoritariamente relacionados con el tráfico de drogas y hasta con delitos financieros, tipo fraude.
Aunque Kerman reconocía que 'Orange is the new black' se toma muchas libertades en la adaptación del libro (algo que le parece lo mejor para trasladarlo a la televisión), también apuntaba que "personajes como Pennsatucky, Crazy Eyes, Red son muy parecidos pero, al mismo tiempo, diferentes, y las historias pasadas de casi todos los personajes son inventadas". No obstante, el comportamiento de Red sí guarda bastantes similitudes con el de la persona real en la que se inspira. De hecho, la autora señaló que "una de las decisiones más inteligentes de Jenji Kohan en la adaptación es no tener un único protagonista", lo que permite mucha mayor variedad de historias. Eso sí, la serie también se inspira en la relación de la verdadera Piper con Nora, la verdadera Alex Vause, su ex novia de la universidad que la metió en el negocio del narcotráfico. Kerman y Nora llegaron a compartir celda, lo que era bastante incómodo y extraño, según ella, y el enfrentamiento entre Piper y Alex que se ve en uno de los episodios es bastante fiel a las confrontaciones que Kerman tuvo en realidad, pero más extendidas en el tiempo. Como curiosidad, hasta la hermana de Nora estaba en la misma prisión, y por el mismo delito que ella.
Lo que ella sí reconoció es que esa confrontación con Nora, y el trato diario con sus compañeras, algunas de las cuales habían sido adictas en la calle, y cuyas vidas habían sido destrozadas por las drogas, le hizo darse cuenta del papel que había jugado en el mantenimiento de ese sistema, o en sus propias palabras:
"Me hizo plantearme mis decisiones y el impacto de cómo había contribuido con ellas a esa situación."
Nadie más que ella tenía la culpa de estar en prisión, porque ella fue quien tomó la decisión de participar en la red de Nora.
Una labor social
El éxito del libro, que entró en la lista de los más vendidos del New York Times, llevó a Kerman a dar a menudo charlas en universidades y en prisiones sobre lo que se puede hacer para mejorar un sistema penitenciario cuya población no para de crecer, y en la que la presencia de mujeres entre rejas ha crecido exponencialmente desde los 80, cuando se implantó la política de "guerra contra las drogas" que lleva a la mayoría de ellas a prisión. "Las mujeres son emblemáticas de ese crecimiento", explicaba Kerman, "antes era muy raro que hubiera mujeres en prisión, sólo si habían matado a alguien". También explicó que, aunque por ser blanca y de clase media no había recibido un tratamiento diferente en la cárcel, sí se dio cuenta de que "yo estuve 13 meses, pero tenía compañeras que estaban cinco, diez años, y me di cuenta que sus delitos no eran peores que el mío. Llegué a la conclusión de que el sistema las trataba diferentes por su estatus socioecónomico o racial".
Por eso, trabaja con organizaciones sociales del área de Nueva York que asisten a mujeres en situaciones de riesgo, que podrían acabar en prisión, o que acaban de salir y vuelven a sus comunidades. "Si se les da la ayuda educativa, de desintoxicación o el tratamiento mental que necesitan, no vuelven a cometer crímenes", explicaba. De todos modos, además de contar ese trabajo, Kerman también contó un poco cómo son las cárceles estadounidenses, en las que hay una fuerte presencia de la religión, gran escasez de muchas cosas (como de útiles de limpieza) y una burocracia que busca deshumanizar a los presos. Señaló que, al poco de empezar a cumplir su condena, "me di cuenta de que no tenía que estar asustada de las otras mujeres, pero sí tenía miedo de los guardias, tienen mucho poder".
La segunda temporada de 'Orange is the new black' llegará a Netflix el próximo 6 de junio.
En ¡Vaya Tele! | 'Orange is the new black' es el proyecto propio más visto de Netflix
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