'Parenthood' vuelve para robarnos el corazón

No sé qué ha pasado, pero algo en ‘Parenthood’ ha cambiado. Quizá sea el hecho de que Jason Katims, ganador de un Emmy por ‘Friday Night Lights’, está ahora totalmente centrado en los Braverman tras el final de la serie de NBC y DirecTV, o quizá sea el hecho de que ya estamos tan acostumbrados a las idas y venidas de esta familia que cualquier cosa que les pase nos afecta también a nosotros. No lo sé, sólo sé que en los cuatro capítulos que llevamos me han robado el corazón más que nunca en las pasadas temporadas, y creo que en ninguno de ellos he podido evitar soltar alguna lagrimita.

La segunda tercera temporada de ‘Parenthood‘ está optando por no darnos ningún personaje al que odiar (salvo Jasmine, eso es inevitable), sólo a personas que se dejan llevar por sus ideas y convencimientos y que, por no hacer daño a los que tienen alrededor, toman decisiones equivocadas que terminan por explotar. Hay una gran diferencia entre odiar a un personaje por lo que hace y hacerse cómplice de sus errores. Unos errores que, probablemente, tú y yo también cometeríamos en circunstancias similares, y por eso sólo podemos desear que las cosas les salgan bien.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

Los Braverman han encontrado su esencia, creo que han llegado a ese puntito en el que nos gusta todo lo que sale de ellos, les han dado el mismo protagonismo a los cuatro hermanos, y lo que es mejor, en tramas conjuntas. Desde Adam y Crosby, completamente metidos ya en un negocio juntos que bien podría salirles por la culata en un futuro no demasiado lejano, hasta Julia con sus problemas de embarazo y Sarah metida de lleno en una relación con el antiguo profesor de Amber, un Jason Ritter en paro tras la cancelación de ‘The Event’ el año pasado.

También los niños están teniendo más importancia en los nuevos capítulos; incluso Drew, que parecía un personaje florero, ha vuelto a la serie sin poder evitar los signos de pubertad y ese pequeño rollo con la vecina, una trama sin mucha trascendencia pero que te deja una sonrisa en la boca. Pero quizá la palma en protagonismo de los niños se la está llevando Haddie y, sobre todo, Álex, que tras la pelea en el primer capítulo de la temporada no ha vuelto a ser el que vimos el año pasado. Quien no haya llorado con la despedida entre el chico y Kristina es que no tiene corazón.

‘Parenthood’ está siendo este año más dramedia que nunca, con escenas especialmente dramáticas (como la mencionada entre Alex y Kristina) y otras realmente cómicas, como el “momento ratón” de Sarah y Amber en el nuevo piso al que se ha mudado la hijísima. Al fin y al cabo, los Braverman son una familia con sus altos y sus bajos, que no pueden evitar preocuparse unos por otros aunque ello nos traiga peleas por un tubo. Nos queda mucho por delante esta temporada, con la adopción de un pequeño por parte de Julia y Joel o el regreso del ex-marido de Sarah, entre otras muchas cosas. Su audiencia no está siendo nada del otro mundo, pero tratándose de NBC y con el fracaso absoluto que están siendo los nuevos dramas para la cadena, aún le auguro mucho futuro a los Braverman. Y que nosotros lo veamos.

En ¡Vaya Tele! | ‘Parenthood’ se beneficia de la crisis del drama en NBC

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