Se llamaba V.I.P. Ojo que podemos estar hablando de una serie flojucha, sobre todo si la vemos en perspectiva de las grandes series de la ficción norteamericana. Pero encontró su público y duró cuatro temporadas, desde 1998 al 2002, más de lo que pueden decir algunas series con pretensiones de hoy en día. Los "nostálgicos" todavía pueden verla en el canal SET. Total, hay gente para todo.
Y es que ver a la neumática Pamela Anderson como protagonista principal de una serie de acción tiene su aquel. Convertida en Vallery Irons, dependienta de una tienda de perritos calientes que por azares de la vida salta a la fama al salvar a un famoso del ataque de un fan, Pamela Anderson se dedica en esta serie a lucir palmito y sus (limitadas) dotes interpretativas. El planteamiento argumental es que después de ese hecho heróico, a Vallery Irons (una chica que se desvive por el mundo de la fama y el glamour) le proponen ser la imagen pública de una empresa de guardaespaldas para famosos. Pero acaba integrándose en el equipo y entrando en acción en misiones desarrolladas en un entorno de lujo y "gente guapa".
La verdad es que, en el fondo, la serie tiene un punto. No está hecha con pretensiones: unas historias rocambolescas, unos escenarios que se mueven entre el glamour y el kitsch, una fotografía colorista, unos diálogos con tendencia al chiste... y por supuesto, Pamela Anderson. Una no se mete a productora si no es para crear un vehículo para el propio lucimiento. Y el resultado es una serie que oscila entre los tópicos y la parodia a esos mismos tópicos, que a ratos se toma en serio y a ratos se toma a broma.
Un pasarratos como otro cualquiera.
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