Que 'Orange is the new black' compitiera el año pasado como comedia para los Emmy levantó no pocas críticas. Había quien afirmaba que era más drama que comedia y que era una trampa rastrera que Netflix intentara arañar nominaciones mudándose a unas categorías un poco menos competidas que las de drama. Este año, sin embargo, la serie ha acabado justo como drama tras los cambios en las normas de estos premios, y es curioso que le pase al mismo tiempo que se estrena una temporada en la que su lado de comedia brilla con más fuerza.
Vee atrajo a buena parte de la serie al lado oscuro, y una vez que ella no está, y que no tenemos ningún "gran villano" a la vista para todos los capítulos, lo que Jenji Kohan y compañía hacen es seguir explorando las circunstancias personales de cada reclusa. El reparto es tan amplio, y hay tantos personajes de los que no aún no sabemos gran cosa, que 'Orange is the new black' puede reproducir el método de 'Perdidos' (a flashback de personaje por episodio) y no quedarse sin historias.
'Orange is the new black' refuerza su coralidad
En la segunda entrega, la llegada de Vee sirvió para equilibrar el protagonismo de las demás presas con respecto a Piper, que había sido nuestro "caballo de Troya" en Litchfield en la primera temporada. Chapman continúa siendo una más del grupo de reclusas, y aunque se explora en mayor detalle su complicada relación con Alex, no se convierte en el centro de la serie. Tampoco se aparca al fondo (Piper sigue siendo un gran personaje, y 'Orange is the new black' es consciente de ello), pero al estar más integrada en la vida en la cárcel, pasa a ser una más.
Piper está plenamente integrada en Litchfield, así que ya no es tan protagonista de 'Orange is the new black' como antes, sino que es una más del reparto
De hecho, hay bastantes tramas en marcha en los tres primeros capítulos de la tercera temporada. Están Daya y Bennett decidiendo qué van a hacer cuando nazca su bebé (y si quieren que la madre de Pornstache se involucre o no), está Nicky dejándose tentar por la heroína que Vee dejó atrás, está Healy fracasando constantemente en sus esfuerzos por conectar con su mujer y por recuperar su sitio en Lichfield... Y está Caputo, al que le dan una noticia que marca la temporada: la prisión va a cerrar.
Esta revelación (y la posibilidad de que una compañía privada la termine comprando, como si fuera la cárcel de 'Vis a vis') eleva el protagonismo de Caputo en estos primeros capítulos. Al principio vimos su lado más grosero, pero ahora lo vemos intentar que la cárcel funcione de un modo medianamente digno y decente, aunque todo se le ponga en contra.
Una serie muy segura
'Orange is the new black' demuestra tener mucha confianza en sus propias capacidades. Confía en sus actrices para sacar adelante cualquier escena, ya sea cómica (Adrienne C. Moore "duchándose" en desinfectante) o dramática (la improvisación del supermercado entre Taylor Schilling y Laura Prepon o todas las escenas de Natasha Lyonne en el tercer capítulo). Sabe que tiene secundarias robaescenas que funcionan en cualquier lugar (como Flaca y Maritza) y que tiene otras que pueden moverse entre el alivio cómico y lo más emocional sin equivocarse (como Taystee y Poussey), y a todas les da una oportunidad para lucirse.
La tercera temporada arranca con más toques de humor, sí, pero la serie no olvida que estas mujeres están encarceladas y que, además, el sistema penitenciario estadounidense funciona más como un complejo industrial deshumanizador que otra cosa. Jenji Kohan ha dicho en más de una ocasión que, aunque ella busca entretener sobre todo, también quería utilizar a Piper para comentar otras cosas sobre la realidad social en las prisiones del país. Las dificultades financieras de Litchfield, y esa posible compra por parte de un grupo inversor, ya son aspectos que no suelen verse habitualmente en la televisión norteamericana.
En ¡Vaya Tele! | 'Orange is the new black' se hace más coral, mientras confirma a Piper al frente
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