Nos habían repetido por activa y por pasiva que el uso de toda magia tenía un precio, pero lo que no imaginamos al final de la temporada pasada es que la ruptura del hechizo traería consecuencias tan negativas en Storybrooke. Así, pese a que la segunda temporada de 'Once upon a time' prometía, su desarrollo ha decepcionado a lo largo del año, gracias a una serie de tramas que han divagado y que no han conseguido aportar la chispa necesaria para continuar ilusionándonos, siendo la pereza el sentimiento que mejor ha acompañado a la ficción desde que volviera a la parrilla de la ABC el pasado septiembre.
Ni la historia de los protagonistas en Storybrooke, ya con sus recuerdos, ni la mayoría de los flashbacks presentados este año han estado a la altura de lo que vimos el curso pasado, cuando la serie se despidió dejando una buenísima sensación entre sus seguidores. En esta ocasión, el sentimiento es opuesto, pese a que 'Once upon a time' ha conseguido variar de rumbo en sus dos últimos capítulos y darnos algo de aliento para prometernos que el año que viene las cosas serán diferentes. Aún así, una buena season finale no ha conseguido que olvidáramos toda una temporada llena de momentos tediosos, que nos han hecho pagar con creces la llegada de la dichosa magia.
La segunda temporada empezó con altibajos, dándonos una de cal y otra de arena en torno a una historia que no terminaba de despegar en el mundo real como a muchos nos hubiese gustado. El consuelo siempre se encontraba en los flashbacks, aquellos trozos de historia, algunos de los cuales rozaron la perfección el año pasado. Pero en esta ocasión no han logrado transmitirnos ese toque de emoción y originalidad. Algo ha cambiado con la entrada en el juego de Nunca Jamás, con esa sombra de Peter Pan convertida en algo muy diferente a lo que ha sido el cuento que todos conocemos y que ha recordado al giro que se dio con la historia de Caperucita Roja, algo que nos ha dado motivos para seguir creyendo en la serie.
De esta temporada también nos ha llamado la atención el salto que se dio dejando a un lado los cuentos infantiles para atreverse con clásicos de la literatura, introduciendo al Doctor Frankestein como personaje regular de Storybrooke. Me pareció interesante el abanico de posibilidades que se abría con esta decisión, aunque con el paso de los episodios no hemos llegado a ver a más personajes extraídos de la literatura y que estuvieran alejados del mundo de los cuentos.
Cruzando portales mágicos
La segunda temporada de 'Once upon a time' comenzó con los personajes divididos en los dos mundos, buscando la fórmula para reencontrarse después de que todos recuperaran la memoria. Gracias a este punto de partida pudimos conocer más de lo que quedaba del mundo de fantasía del que venían los protagonistas, en el que encontramos a dos malvados (Cora y Garfio) y dos nuevas heroínas (Mulán y Aurora). El papel de las nuevas princesas no fue el más satisfactorio, dando lugar a momentos que eran incapaces de aportar nada provechoso a las tramas. Quizá esa fue la principal razón por la que, cuando llegó la hora del reencuentro, Mulán y Aurora se quedaron al otro lado, sin que volviéramos a saber más de ellas y agradeciendo que esto ocurriera.
Solo en el último capítulo hemos visto una ráfaga de estos dos personajes, que se han encontrado con un herido Baelfire al que suponemos que tendrán que ayudar a partir de ahora. Solo espero que si continúan en la tercera temporada, tengan algo mejor que aportar que lo visto hasta ahora, que no ha sido demasiado beneficioso para 'Once upon a time'. Y, tras una temporada muy lejos de lo esperado, terminamos con un episodio en el que de nuevo vemos a los protagonistas cruzando portales, esta vez siguiendo a un Henry raptado por los nuevos villanos de la serie, dos humanos sin magia que han adoptado el papel que ninguno de los enemigos de 'Once upon a time' ha conseguido tener hasta la fecha.
Sin un malvado claro
Ya veíamos a Regina descolocada en su papel de reina malvada pero unida a los buenos de la historia como consecuencia del vínculo que tenía con su hijo adoptado, debatiéndose entre el bien y el mal sin que al final consiguiera ser esa villana que me hubiera encantado ver. Henry, además del niño repelente que toda ficción decide mostrar alguna vez en su historia, es ese catalizador de la maldad de Regina, consiguiendo algo bueno para ella pero perjudicial para el espectador, ya que no podemos observar un némesis de altura que enfrente a los protagonistas contra un enemigo real.
Por eso vimos con tan buenos ojos la llegada de Cora y Garfio, la primera para adoptar ese papel de reina malvada que necesita todo cuento de hadas y el segundo para enfatizar más en los enfrentamientos que se darían entre los habitantes de Storybrooke. Pero, al final, hasta este punto se ha quedado frío, ya que Cora encontraba un nuevo catalizador en Regina que conseguía mostrar el doble de oportunidades perdidas. Supongo que es difícil jugar con los personajes cuando pueden usar magia para acabar con todo, por eso el papel de las reinas ha quedado reducido en un debate interno sobre el bien y el mal que no contentaba a nadie.
La muerte de Cora por culpa de Blancanieves parecía que nos daría el punto de inflexión necesario para convertir a Regina en la maldad personificada, pero Henry volvía a hacer su aparición interrumpiendo este hecho, y corroborando que se trata de un personaje al que habría que pensar seriamente mandar a Nunca Jamás y dejarlo allí de por vida. Al final, los personajes han tenido que apartar sus diferencias y unirse en ese selecto y extraño grupo que embarcó con destino a la isla de Peter Pan, donde Tamara y Greg llevaban a Henry, por deseo expreso del líder de los niños perdidos.
Parece que estos se convertirán en los verdaderos villanos, las caras visibles de lo que podría ser una organización dispuesta a acabar con la magia en el mundo real. Es un punto interesante a tratar en la tercera temporada, capaz de ofrecer las posibilidades y el potencial que no hemos podido ver en Storybrooke todavía. Aún así, queda por ver si esta historia tiene la capacidad para darle peso a una serie como 'Once upon a time', que empezó con solidez pero que ha ido mostrando altibajos durante toda la segunda temporada.
A tortas con el mundo real
La amenaza ha sido lo único salvable de ese mundo real en el que han estado destinados a vivir los personajes de cuento, porque todo lo que ha rodeado esta parte de la trama no ha servido para que la ficción nos ofreciera algo verdaderamente interesante. De hecho, ha sido algo raro ver a los personajes con su vieja personalidad adoptada siguiendo los roles que habían adoptado en este nuevo mundo y todo lo que eso conllevaba (el príncipe encantado usando un arma o Rumpelstiltskin con su apariencia normal y no como ese diablillo en el que se había convertido en el mundo de fantasía).
Una mezcla un tanto extraña que ha dado lo peor de 'Once upon a time', a lo que hay que añadir la extraña familia formada por los protagonistas principales, que ha terminado de formarse cuando conocimos que Baelfire era el padre de Henry. El mundo real siempre ha sido la parte que menos me ha gustado de 'Once upon a time', que creía que se solucionaría con la llegada de la magia pero que no ha conseguido despegar, ni siquiera cuando sus personajes han salido de Storybrooke para dirigirse a Nueva York.
Tú a Nunca Jamás y yo al País de las Maravillas
La segunda temporada de 'Once upon a time' se despide con la noticia de que la serie tendrá un spin-off el año que viene centrado en el País de las Maravillas. Parece ser que las dos ficciones coexistirán en la parrilla de la ABC, dando lugar a una exposición de los personajes de cuentos que no sabemos si acabará pasando factura. Lo que sí conocemos es que los responsables de la serie han decidido dar el paso con otra ficción del mismo corte justo cuando la original ha demostrado grandes debilidades este año. Una consecuencia de lo que nos han mostrado se encuentra en el desgaste de audiencia que ha sufrido la ficción a lo largo del curso, que ha pasado de superar los 11 millones de espectadores en el primer episodio de la temporada a situarse por encima de los siete en su season finale. Mucho debe cambiar 'Once upon a time' en su tercera temporada para que recuperemos la confianza en ella y, sobre todo, para que veamos una serie llena de magia sin que tengamos que pagar el precio de su uso.
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