Los últimos upfronts pusieron de manifiesto que las cadenas vuelven a las comedias de media hora, el género sobre el que se edificaron sus parrillas hasta principios de la década de 2000, y que los críticos descartaron como “muerto” tras el final de ‘Friends‘. Lo que hacía falta era una comedia tradicional que tuviera éxito para impulsar este renacimiento, y la llegada el año pasado de ‘Modern family‘ a la ABC fue justo el empujón que el género necesitaba. Es una de las series con mejor audiencia de la cadena y la flamante ganadora del Emmy a la mejor comedia en la ceremonia de 2010, y en la segunda temporada no ha hecho más que confirmar su estatus.
No es una serie rompedora, que busque innovar las reglas de su formato, y tampoco lo busca. Sí dan de vez en cuando un giro distinto a situaciones típicas de las comedias familiares (como los consejos de Hayley a Alex sobre su discurso de graduación del colegio), pero lo que a ellos les interesa es simplemente colocar a sus personajes en situaciones divertidas y ofrecer su punto de vista sobre situaciones comunes que todos hemos vivido con nuestras familias. Algunos capítulos han sido mejores y otros han sido menos consistentes, pero no se puede negar que uno de los atractivos de la serie es, simplemente, ver en acción al estupendo reparto que han reunido, en el que no hay ni un solo eslabón débil.
El año de Gloria y Hayley
Si en la primera temporada fueron Cameron y Manny las revelaciones de ‘Modern family’, esta segunda entrega ha estado dominada, sobre todo al principio, por Gloria. De su “village bruja“ del capítulo de Halloween, al peculiar modo de “tratarse” una lesión jugando al ping-pong o su experto manejo de una pistola de aire comprimido, además de sus hilarantes atropellos al inglés y el modo en el que intercala frases en español, los guionistas y Sofía Vergara han explotado el potencial cómico de Gloria aún más. La única lástima es que no tenga más historias compartidas con Claire o Cam, porque el contraste siempre es muy divertido.
Otros de los personajes que han crecido mucho en esta temporada han sido los hijos de Phil y Claire y, especialmente, Hayley. El dúo que ha formado con Alex para intentar que ésta sea menos empollona y más popular ha sido una de las subtramas mejor llevadas, y la que ha revelado a Sarah Hyland, su intérprete, como una de las armas secretas de la serie. Sus maquinaciones para engañar a su madre y salirse con la suya son impagables. Y con ella, Luke por fin ha tenido algo más que hacer aparte de darse golpes con la puerta cerrada del jardín. Entre sus métodos “educativos” con una pistola de agua y el potencial que se adivina cada vez que interactúa con Manny, no hay más que esperar que le vayan dando cada vez más protagonismo.
La fuerza de la coralidad
Que los niños Dunphy hayan asumido más protagonismo no quiere decir que el resto de personajes lo hayan perdido. Phil y Claire han dejado unos gags de comedia física absolutamente brillantes (como el chiste recurrente del escalón roto que Phil nunca arregla), y aunque Cameron a veces ha bordeado la caricatura, ha seguido siendo fuente de unos cuantos buenos momentos, no todos relacionados con sus imaginativos disfraces de Lily, como sus intentos por enseñar a Manny a jugar al béisbol y acercarse a la chica que le gusta. Con tantos actores que podrían protagonizar ellos solos un episodio, y la atención puesta sobre las tres familias, a veces la serie se dispersa y pierde un poco de fuerza.
De hecho, cuando alcanza sus puntos más álgidos es cuando los miembros de las tres familias tienen que interactuar juntos y todos sus arcos confluyen en uno solo. El cumpleaños de Manny, por ejemplo, es un caso en el que esta circunstancia se nota especialmente, además de dejar momentos individuales para algunos personajes realmente divertidos, y en la misma línea se mueve la graduación de Alex o las cenas en casa de Jay (sobre todo porque ver cómo Phil se siente intimidado por él nunca falla). Reunir a todo el reparto en un mismo espacio y en una misma trama permite verlos a todos trabajar e interactuar juntos y comprobar lo bien conjuntados que están, y cómo en ellos reside la fuerza de ‘Modern family’.
Han rebajado mucho el uso de las voces en off que cerraban antes el capítulo, y que ponían una nota más sensiblera que no hacía falta resaltar, hasta el punto de casi descartarlas, y sólo les falta potenciar un poco más las combinaciones de personajes fuera de sus núcleos familiares, que siempre resultan divertidas e interesantes. Con el mejor aprovechamiento que ha habido esta temporada de algunos de ellos, se hace muy difícil elegir a uno sólo como favorito, y sus creadores, dos veteranos del género como Steve Levitan y Christopher Lloyd, están afianzándola para durar todo lo que la ABC necesite. Está claro que, en los próximos Emmy, ‘Modern family’ va a ser la comedia a batir.
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