‘Misfits‘ debutó a lo grande a finales de 2009 con una temporada que se ganó una posición privilegiada en el corazón de muchos seriéfilos. La propuesta de unos adolescentes delincuentes y malhablados convertidos en superhéroes de forma repentina tras una misteriosa tormenta era algo fresco que Howard Overman supo encaminar tras un par de episodios iniciales prometedores, pero a los que les faltaba algo. Esa línea ascendente se mantuvo durante su segunda tanda de episodios, pero tras ello comenzaron a llegar los problemas.
No voy a entrar en si era o no el mejor personaje de la serie, pero la marcha de Nathan coincidió con una tercera temporada en la que ‘Misfits’ se dedicó a dar palos de ciego con episodios quizá entretenidos, pero sobre todo olvidables y con una relación entre sí bastante discutible más allá de la trama horizontal centrada en Simon y Alisha. Por si fuera poco, el cierre de la misma dejaba bien claro que estos dos personajes no iban a reaparecer y la actriz Lauren Socha también abandonó repentinamente la serie en el intervalo entre la tercera y la cuarta temporada. Muchas dudas se cernían sobre la serie, y la cosa sigue un tanto difusa tras la emisión de cuatro episodios de esta nueva tanda.
A la deriva
Era de esperar que en los primeros episodios de esta temporada se diera peso a Jess y Finn, las dos grandes incorporaciones que tenían la dura tarea de remontar el interés de la serie y, sobre todo, servir como revulsivo para reconducir una situación argumental inestable, en la que las tramas se sucedían de un capítulo a otro sin apenas conexión aparente entre ellas o para la evolución de ‘Misfits’ como serie’. Quizá sea un poco injusto quejarme por no haberlo logrado cuando era imprescindible dar peso a sus presentaciones, pero es que ‘Misfits’ parece seguir sin rumbo.
La idea de un posible romance entre ellos ya ganó fuerza con la insistencia de él porque ella se quedara a ver una película y por el papel decisivo de ella en que la posesiva novia de él perdiera su poder, pero parece claro que la idea es ir postergándolo hasta que algún gran acontecimiento precipite los acontecimientos. No tengo nada en contra de ello, pero espero que antes sepan crear algún buen momento individual para cada uno de ellos, ya que hasta ahora me quedo con el acento de él y el curioso equilibrio entre fragilidad y sensualidad de ella, pero Jess y Finn. Cosas como los (desastrosos) coqueteos de ella con un camarero o el (casi) acoso sexual de su madrastra al segundo son tramas que no van a ninguna parte y que no han pasado de la mera curiosidad.
Tampoco se han currado demasiado la forma de justificar la desaparición repentina de Kelly, un detalle que sí cuidaron sobremanera con el webisodio online para explicar la ausencia de Nathan en la tercera temporada, por no decir el acierto que era el dejar abierta la puerta para un posible retorno de Robert Sheehan. El hecho de utilizar a un personaje prometedor como poco más que alma errante hablando de ello hasta que decide irse, no sin antes quitar el poder a la novia de Finn, fue bastante pobre y, sobre todo, decepcionante.
Por su parte, Rudy sigue siendo Rudy, pero en esta cuarta temporada se está abusando demasiado de su vertiente más burda, esa por la que muchos lo ven como un sustituto barato de Nathan. Además, la aparición de su tercer yo fue bastante curiosa, ya que sirvió para añadir más relieve tanto al propio Rudy como a Jess, pero dejó la sensación de que podía haber dado de sí mucho más que un simple episodio. En cambio, sí que resulta agradable el camino creado para que él y Finn formen una especie de extraña pareja que, con suerte, nos puede regalar varios momentazos cómicos.
Un halo de esperanza
El cuarto episodio ha sido, con diferencia, el mejor de las dos últimas temporadas, pero no por el mero hecho del shock de la muerte de Curtis, el único superviviente hasta entonces de los inadaptados originales, pues la serie también ha retomado en este episodio varias de las constantes vitales que la convirtieron en una cita obligada para todo cinéfilo.
La clave inicial es que el episodio ha transmitido la sensación de ser la primera vez que el grupo de cuatro ha colaborado en la misma trama, algo a lo que ayudaba el hecho de que Curtis pareciera completamente desconectado del resto hasta ahora más allá de ocasionales cara a cara con el resto del reparto. Además, ha habido hasta un efectivo momento de humor incómodo – Curtis con el agente de vigilancia- y un in crescendo dramático en el que hubo hueco para situaciones propias de la serie – Rudy charlando con Curtis mientras disimula el hecho de que quería cargárselo- y un punto final para Curtis bastante emotivo. Aún estoy por conocer a alguien a quien realmente le gustase el personaje, pero eso no es óbice para reconocer que se ha ido por la puerta grande.
La gran duda ahora es saber si ‘Misfits’ va a poder desarrollar una personalidad propia con esta especie de segunda generación de inadaptados, pero lo que es seguro es que es imprescindible que aparezca algún personaje regular nuevo, lo cual nos lleva de nuevo al punto de salida de la temporada en la que hay que dedicar cierto espacio a su presentación. Es imprescindible para que cualquier nueva adición cuaje, pero sólo quedan cuatro episodios para que la temporada llegue a su fin y aún está por ver que vaya a tener algún interés más allá de si un episodio es mejor que otro. Le está valiendo para superar a su inmediata predecesora, pero ‘Misfits’ ha demostrado que podemos esperar mucho más de ella.
En ¡Vaya Tele! | ‘Misfits’, primer tráiler de la misteriosa cuarta temporada
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